lunes, 29 de octubre de 2018







CAMBIO  POSITIVO DE LAS ELECCIONES

Por Peloecaña

Soy consciente de que la propuesta que a continuación formulo es utópica y su viabilidad escasa, casi nula, pero es la solución definitiva para que haya gobernabilidad y la democracia sea, de verdad, el poder para el pueblo.

Si, actualmente, a los candidatos a las alcaldías la ley les exige depositar, al momento de su inscripción ante la Registraduría Municipal, el texto de un programa de gobierno que ha de ser la carta de navegación a cumplir durante su mandato, y  el único propósito cierto  de esa exigencia es instituir la causal  de la revocatoria del mandato, en caso de incumplimiento, ¿por qué  no repetir la misma exigencia para los aspirantes inscritos a gobernaciones y a la presidencia de la República?

Dicho programa ha de ser absolutamente claro, sin ambigüedades, ni posibilidad de interpretaciones etéreas y gaseosas.

Por ejemplo, el candidato debe asumir el serio e ineludible compromiso de gobernar con los más honestos y los más capaces, escogidos exclusivamente de entre sus electores.

También debe obligárseles a efectuar un inventario riguroso, minucioso y cierto de las condiciones en que reciben de su antecesor, la nación, en lo atinente a la hacienda pública, a los compromisos no cumplidos, al orden público, a las relaciones internacionales, al narcotráfico, a los niveles de corrupción, etc., etc.

Debe ser explícito el programa en la adopción de las acciones a realizar, para la disminución y extinción de los cultivos y actividades ilícitas, métodos a utilizar para conseguir esos propósitos, y tiempo señalado para cumplir esas metas.

En materia tributaria y presupuestal, la claridad del programa será meridiana.

Sus relaciones con los demás poderes públicos también deben formar parte de esas propuestas y serán expuestas ante los electores para que el respaldo popular implique pleno conocimiento de causa.

Y como dicen los legisladores, y los demás que señalen la Constitución y la ley.

Cuando la palabra empeñada y la realidad programática no se cumplan, ese incumplimiento será causal plena de revocatoria del mandato.

Elaborado el programa, acogido por los electores,  asumido por el aspirante el compromiso de respetarlo y cumplirlo, e inscrito y depositado ante las autoridades electorales, nadie podrá llamarse a engaño.

Ahora viene la parte novedosa de mi propuesta que, desde luego y como observara tan atinadamente Emilio, es la consolidación del sistema presidencial.

Si todos los candidatos presidenciales, al momento de inscribir su candidatura, también inscriben una única lista cerrada de aspirantes al Congreso, Senado y Cámara, cuya adhesión al programa del aspirante a asumir el gobierno nacional produzca los mismos efectos para ellos, la gobernabilidad estaría garantizada y la democracia se fortalecería.

Las curules se adjudicarían de acuerdo con el número de votos obtenidos por cada candidato presidencial, de manera proporcional y conforme con los votos válidos obtenidos en la primera vuelta, en el orden riguroso en el que aparezcan en la lista, hasta que se copen todos los reglones, que cada corporación exige.  

La Constitución dice que en su artículo 13º: "Todas las personas nacen libres e iguales ante la ley, recibirán la misma protección y trato de las autoridades,  y gozarán de los mismos derechos, libertades y oportunidades sin ninguna discriminación por razón de sexo, raza, origen nacional o familiar, lengua, religión, opinión política o filosófica"-

"El Estado promoverá las condiciones para que la igualdad sea real y efectiva y adoptará medidas a favor de grupos discriminados o marginados",

"El Estado protegerá especialmente a aquellas personas que por su condición económica, física o mental, se encuentren en circunstancia de debilidad manifiesta y sancionará los abusos y maltratos  que contra ellas se cometan".

Si nos atenemos a la norma transcrita, la circunscripciones especiales no debieran existir. Que los candidatos presidenciales incluyan en sus listas, en renglones elegibles, candidatos de las etnias y de las minorías políticas.

Como las FARC no son sujetos de Derecho Internacional Público, lo pactado en La Habana no reforma la Constitución y, desde luego, las curules de las que gozan son absolutamente espurias.

Si  mi propuesta utópica fuera acogida, se podría ampliar a las votaciones regionales y locales y los dineros utilizados en las elecciones de Senadores, Representantes, Diputados y Concejales se deberían gastar en ejecutorias de interés general.

Si mi propuesta fuera viable, se acabaría la mermelada y la polarización del país. 


domingo, 28 de octubre de 2018






LOS  CORRUPTOS


Por  Peloecaña

En términos generales, los corruptos son los que practican actos de corrupción.

Son actos, porque en su ejecución siempre interviene la voluntad de hacerlos; por tanto,  jamás serán hechos. Y como se dan con la facultad volitiva del actor, dada su naturaleza negativa, se realizan siempre con la presencia del elemento "a sabiendas", constitutivo  del factor dolo, cuando de conductas típicas punibles se trata, y de la categoría de inmoralidad, siempre que se refiera a violaciones al recto proceder de la personas que los cometen.

La tendencia común es a pensar y creer que los actos de corrupción solo se refieren a los lesivos al patrimonio  del Estado; es decir los que atentan contra los fondos públicos. Grave equivocación.

Es corrupto el político que acude a los bajos fondos y a los sitios donde se encuentran las personas que saben son comercializables que, por cualquier prebenda, se comprometen a dar testimonio falso, mentiroso, inexacto, ante seudoperiodistas o autoridad competente, con el fin de enlodar el buen nombre de otro, o de comprometer la libertad de sus oponentes o contradictores.

Es, sin duda, corrupto el medio que se presta o patrocina la difusión de inexactitudes, mentiras y noticias falsas.

Son corruptos  de campanillas los comunicadores que hacen de la mentira un modus vivendi o, de manera ocasional, su arma artera, para satisfacer sentimientos bajos e innobles, sin importarles el daño que causan; o que son profesionales del reprobable oficio de destruir prestigios bien ganados; o crear ídolos o tótems con pies de barro y con inexistentes méritos, según sus intereses mezquinos y casi siempre delictuosos y, desde luego, con el pago previo y bien jugoso de la venta de su información torcida y, por ende, antiética.

Son corruptos los contratistas que incluyen, dentro del valor de sus ofertas, el precio de la intervención de otros corruptos, que les garanticen la escogencia para la celebración de actos jurídicos contractuales, de los que se sirven para saquear las arcas del erario.

Son corruptos los constructores que, por alcanzar utilidades indebidas, adulteran la buena calidad de lo que construyen y engañan a quienes creen en su honestidad e integridad profesional.

Son corruptos quienes abusan de la fe de sus pacientes, que esperan confiados la mejoría de su salud, y los engañan con tratamientos inocuos o inadecuados, a sabiendas de sus malas artes.

Son corruptos los jueces que se prestan para ejercer su actividad, contra la Constitución y la ley, contra Derecho, y a favor de causas políticas o de coyuntura, o acrecentando  su patrimonio económico, y prostituyéndose sin siquiera ruborizarse.

Son corruptos los pederastas de todas las profesiones y oficios, o los sin oficio, que abusan de los niños y jóvenes y, desde luego, todos los que encubren esa conducta repugnante.

Son corruptos quienes, en nombre de la justicia social y de la realización del bien común, explotan el resentimiento y la esperanza de los explotados y los utilizan, como carne de cañón, dizque para alcanzar el poder para el pueblo y, en nombre de esa mentira, validan todas las formas de lucha, y son reos de las violaciones flagrantes y permanentes del Derecho Internacional Humanitario.

Son corruptos los narcotraficantes de todas las especies.

Son corruptos los gobernantes que, amparados en el poder que ejercen, hacen de su capa un sayo y ejecutan actos en su propio beneficio y  en el de su entorno, y en detrimento de toda la sociedad.

Son corruptos quienes, en nombre de la paz, valor fundamental del hombre, patrocinan la impunidad de los violadores de los más elementales derechos humanos.

En general, son corruptos todos los delincuentes, así la justicia los absuelva o no los juzgue. 

Pero lo más deprimente es ver a los corruptos, por antonomasia, enarbolando las banderas de la lucha contra la inmoralidad y la corrupción. ¡Qué cinismo y qué repugnancia!


jueves, 25 de octubre de 2018





VAYA  A LA JEP, POR FAVOR,  DOCTOR LONDOÑO

Por  Peloecaña

Con alguna intención, la JEP ha invitado a víctimas secuestradas por la guerrilla de las FARC para que, en audiencia especial, den testimonio de sus vivencias macabras,  durante el tiempo que estuvieron muriendo, secuestrados por esa guerrilla, que tantísimo mal le ha hecho a toda la sociedad colombiana, y que el expresidente Juan Manuel Santos Calderón quiso exonerar de toda culpa.

Hemos podido constatar, perplejos, los testimonios de algunas figuras preeminentes de  la política colombiana, entre ellas, la excandidata presidencial Ingrid Betancur Pulecio, y los doctores Luis Eladio Pérez, exsenador nariñense, del Partido Liberal, y Oscar Tulio Lizcano, Conservador Caldense, y está en capilla el General Luis Mendieta y otras víctimas de esos violadores consuetudinarios de los Derechos Humanos y, por ende, del Derecho Internacional Humanitario.

Sus testimonios han sido patéticos, conmovedores y, desde luego, provocan contra sus victimarios, sentimientos de repulsa, rechazo y mucha indignación.  

Dramático verlos prorrumpir en llanto, pasmoso oírlos clamar por la impotencia ante lo que les tocó vivir, por la monstruosidad de sus verdugos, y asquean tener que ser testigos de tanta insolencia del gobierno que, por fortuna,  acabó.

Cómo tiene vigencia la inspiración de Rafael Núñez, cuando escribió: "Cesó la horrible noche". Que ojalá nunca regrese el  expresidente Santos, ni siquiera en cuerpo ajeno y que, si lo hace, sea para responder por sus desafueros y por tanto mal del que fue ejecutor como presidente.

Pero ese proceso necesario y aclaratorio, que significan los dolorosos episodios narrados por los arriba mencionados, si  bien dan luz para llegar a la verdad y a la reparación no son suficientes; por tanto, también reclamamos, por imprescindible,  la versión de alguien igualmente víctima de criminal atentado contra su integridad física y moral.

Colombia y la JEP necesitamos oír la voz autorizada y la argumentación contundente del doctor Fernando Londoño Hoyos, escarnecido también, por la insania, la vesania y la demencia de las FARC.

Él, su familia, sus amigos, y todos los colombianos de bien padecimos por su intento de asesinato aleve, sufrimos con el asesinato de sus escoltas y su conductor; esa guerrilla demente nunca se detuvo a averiguar qué culpa estaban pagando los sacrificados, ni sus esposas, ni sus parientes. Simplemente los que planearon el atentado y sus ejecutores eran guerrilleros; ese estatus era suficiente para cualquier bellaquería.

Dr. Londoño, acuda a la JEP y dígale al mundo qué sintió cuando su vehículo se  estremeció por la explosión de una bomba activada por un terrorista.

Repítale a todos los países de la tierra lo que vivió, al enterarse de la muerte de sus fieles compañeros de sacrificio.

Cuéntenos cuál su indignación cuando se enteró de que el comandante de la policía, de entonces, con premeditación y alevosía y con la intención de desviar la investigación, cuando aún estaban frescas sus heridas y  calientes los cadáveres de sus ángeles de la guarda, proclamó a los cuatro vientos que los autores del atentado estaban militando en la derecha colombiana. 

Díganos qué se siente cuando el comandante de su frustrado asesinato, un guerrillero de las FARC, alias el paisa, está a punto de quedar impune.

Exprésele a la JEP, en nombre nuestro, por qué no podemos  aceptar que el más alto organismo judicial de paz haya sido integrado por extranjeros y minoría de nacionales, cuya única afinidad mutua es exclusivamente ser marxistas redomados.

Dr. Londoño sea nuestro vocero, para notificarle a la JEP que su homogeneidad partidista, la de ese organismo judicial, atiza nuestra desconfianza en ella, ya que sus integrantes salieron de un cubilete trucado, en el que todos los conejos son iguales.

Dr. Londoño, usted siempre se ha distinguido por su valor civil, sin duda, suicida, porque de su talante son parte esencial el amor a Colombia, y su culto a valores trascendentes y a principios éticos fundamentales.

Por favor Dr. Fernando Londoño Hoyos, si se lo permiten, vaya a la JEP; Colombia se lo pide y la verdad lo necesita.