LA OBLIGACION DE ACERTAR
Por Peloecaña
Hay circunstancias de modo, tiempo y lugar en las que las personas
estamos obligadas a acertar, a no equivocarnos, a no errar.
Quienes tienen la condición de depositarios de un mandato popular y la
responsabilidad de ser jefes de Estado les corresponde ser infalibles en cuanto
les sea posible, porque sus fallas en ejercicio de esa jefatura siempre
tendrán consecuencias funestas.
Dice la Constitución Política de Colombia :"Artículo 189. El Presidente de la República simboliza la
unidad nacional y al jurar el cumplimiento de la Constitución y de las leyes,
se obliga a garantizar los derechos y libertades de todos los ciudadanos."
"Artículo 190.
Corresponde al Presidente de la República como Jefe de Estado, Jefe del
Gobierno y Suprema Autoridad Administrativa: 2. Dirigir las relaciones
internacionales..." 6. Proveer la seguridad exterior de la República,
defendiendo la independencia y la honra de la nación y la inviolabilidad del
territorio,...".
"Artícuo198. El Presidente
de la República, o quien haga sus veces, será responsable de sus actos u
omisiones que violen la Constitución y las leyes."
Esas normas precitadas deben ser ejercidas, más que cualquiera otra, con
tino excepcional y sin el más mínimo margen de error.
La monumental y garrafal equivocación cometida por el señor Presidente de
la República de Colombia, Dr. Iván Duque Márquez, en la Asamblea Anual
de las Naciones Unidas, la semana pasada, al incorporar al expediente
probanzas fotográficas, cuya finalidad era demostrar, de manera
contundente y sin el menor asomo de duda, la complicidad del régimen de
Venezuela, presidido por Nicolás Maduro, con las guerrillas de las FARC y el
ELN, que conspiran abiertamente contra el Estado colombiano,
debían ser incontrastables, contundentes, demoledoras, de manera que
constituyeran plena prueba, para que la ONU tomara cartas en el asunto y
respaldara a Colombia, sin ambages ni vacilaciones, en defensa de la democracia
universal.
Pues no fue así; las fotografías de marras que pretendían sustentar el
delito internacional cometido por el tirano venezolano, el enemigo público
número uno de nuestra nación, nuestra patria y nuestro país, resultaron falsas,
chimbas, mentirosas; y fue el diario El Colombiano de Medellín, de clara y
nítida orientación progubernamental, quien le salió al paso a la falsedad
oficial, que pretendió engañar a las Naciones Unidas, para evitar que el
mentís viniera del Estado venezolano.
Las fotos con las que se pretendió probar que la guerrilla comunista de
origen colombiano, radicada en Venezuela, estaba reclutando menores y
adoctrinándolos y adiestrándolos, para atentar contra la institucionalidad
colombiana, eran totalmente faltas de veracidad; es decir, resultaron
falsas.
Fueron tomadas en el Departamento del Cauca, hace más de
tres años, en jurisdicción colombiana, a centenares de
kilómetros del sitio, que el Presidente Duque fijó, en territorio
hipotéticamente venezolano.
El desatino no es un mentira piadosa, ni constituye lo que los expertos en
derecho civil, llaman dolus bonus; por el contrario, es un
acto repudiable y repugnante.
Hemos quedado en ridículo ante el mundo y contribuimos de manera
vergonzante a la consolidación de la tiranía de Maduro.
No es exageración, no es hipérbole, no es magnificación oportunista de un
error inaceptable, es la pura y rotunda realidad, la más absoluta verdad.
Esto no puede pasar desapercibido, ni mucho menos quedar impune; hay que
establecer cuanto antes, ya, las responsabilidades pertinentes, los autores
del exabrupto, y sancionar sin contemplaciones ni pusilanimidad a los
culpables, caiga quien caiga.
El debate parlamentario, en ejercicio del control político correspondiente,
no hay que dejarlo en manos de los opositores al gobierno, deben hacerlo
quienes respaldan al Presidente, ante tamaño engaño y tan dolorosa
frustración.
Aquí no cabe el tapen, tapen, tapen.