LA TERQUEDAD Y OBSTINACIÓN INSENSATAS DE SINDICATOS Y MEDIOS
Por Peloecaña
La gran prensa se empecina en mostrarnos la situación de Colombia, de
manera distorsionada y, desde luego, alejada de la realidad y los sindicatos,
en nombre de la democracia marxista, no vacilan en insuflarnos la protesta
abusiva y vandálica, como paradigma de la expresión popular justa e
inevitablemente válida.
Si sus actores enmascarados y embozalados se empeñan en esconder sus
facciones, es porque actúan con mala intención premeditada y a sabiendas de lo
que sus protervas acciones encierran, sin duda es conducta dolosa que han de ser reprimidas con toda la fuerza de que dispone la
autoridad legítimamente constituida.
La agresión a las personas, la destrucción de bienes públicos y privados y
la manera de impedir el libre tránsito y el acceso a sus puestos de
los trabajadores más humildes, que son obligados a caminar distancias
kilométricas para llegar a su sitio de labores y después regresar a sus
hogares, frustrados, llenos de sobresaltos y en muchas ocasiones con su
integridad física y moral atropellada, y sus derechos más elementales conculcados,
son la manera de expresión de auténticos criminales que pretenden un nuevo
orden de cosas y una sociedad igualitaria, según ellos, y como cuota inicial de
su aventura marxista, exigen el sacrificio inhumano de los más débiles, para
imponer en la dirección del Estado, a los verdugos de los integrantes del
Estado Llano.
Ante tanta insania, la gran prensa se solaza desinformando y justificando
eventos, a todas luces inaceptables y lesivos para todos los asociados, desde
los puntos de vista sociales, éticos, económicos y políticos.
Pretenden los comunicadores colocarnos en el salón de los espejos, donde
las imágenes se distorsionan y la realidad no puede ser apreciada en su justa y
patética dimensión.
Ni los sindicalistas, ni los orientadores en la clandestinidad
del caos y el desorden, ni los comunicadores atinan a cotejar la inexistencia
de sindicatos en países como Cuba, ni la libertad de expresión, de información y de prensa, ausentes en el mismo país, que revoltosos y periodistas tienen
como modelo de democracia y equidad.
A la recién posesionada alcaldesa de Bogotá, al burgomaestre de Medellín y a
la primera autoridad de Cali les han recetado la misma pócima, que en
épocas recientes ellos consideraban panacea y fórmula mágica, para la
satisfacción de las necesidades más sentidas de sus electores.
Con su pan se lo coman.