LA LIBERTAD Y EL ORDEN
Por Peloecaña
Es imposible excluir estos valores históricos, esencia de toda democracia,
pero cuando se abusa de cualquiera de ellos, el gobierno del pueblo, por el
pueblo y para el pueblo, se falsea y deja de ser lo que debiera ser, para
convertirse en anarquía y dictadura.
La epidemia universal, que por estos días azota la humanidad entera, nos ha
permitido recabar en la práctica y revisar con satisfacción, que cuando de
cuidar la vida, de todos los asociados, la prioridad uno A es el ORDEN por
encima de cualquier valor, inclusive el de la Libertad.
En la palestra universal se enfrentaron dos conceptos, dos valores de la
sociedad, en torneo no declarado, pero sin duda existente.
Al comienzo del brote de coronavirus, los países europeos y los
Estados Unidos creyeron que el mantenimiento de todas las libertades existentes
no eran incompatibles con la acción letal del virus, y mantuvieron la llave
abierta, nada de control ni imposición del orden.
El resultado fue evidente, patético, cientos de miles de
contagiados y decenas de miles de muertos, en Francia, España, Italia,
Alemania y en América, los EE.UU. y Brasil, total respeto a la libertad,
y esos países pagaron con creces el respeto a las normas de comportamiento
social, porque no había que conculcar la libertad de reunión, de movilidad,
manifestaciones colectivas en estadios, supermercados, calles y avenidas,
sitios públicos, etc., etc., etc.
La lógica y la tozudez de los hechos obligaron a los gobernantes de esos
Estados a constreñir la libertad y se tomaron drásticas medidas de orden: la
cuarentena; los estadios vacíos; las calles y avenidas con tráfico vehicular y
peatonal limitados; el distanciamiento personal; la rumba colectiva. En fin, la libertad cedió ante el orden, para que
prevaleciera el más esencial de los derechos, el Derecho a la vida y a la salud
buena, y los resultados no se hicieron esperar, freno a los decesos causados
por el enemigo común, el temible y funesto virus originario de la China.
Los miembros de la Asamblea Nacional Francesa, amigos de Robespierre
y Marat, Danton, girondinos y jacobinos, dejaron para la posteridad
su mensaje imborrable, Libertad, Igualdad y Fraternidad; en la Revolución
Francesa no cupo el concepto Orden.
En Colombia, los partidos tradicionales, el Liberal y el Conservador y
todas sus herencias políticas nacieron del culto, sin ambages, a la Libertad,
los sucesores del santanderismo; y los que quisieron perpetuar las ideas
bolivarianas consideraron que la libertad sin orden no es libertad, es
libertinaje.
No obstante, y aunque parezca paradójico, el Escudo que hoy tenemos como
uno de los símbolos de nuestra nacionalidad, junto con la Bandera y el
Himno Nacional, fue creado mediante la Ley 3 del 9 de mayo de 1834, siendo
Presidente de la República el General Francisco de Paula Santander, y con
él su lema impreso en una cinta que lleva en el pico el Cóndor de
los Andes, que reza: LIBERTAD Y ORDEN.
El orden y la sociedad: Los tradicionalistas,
Conservadores, desde la fundación del Partido consideran que el ORDEN es la
piedra angular de la sociedad: Orden político, Orden social, Orden económico,
Orden familiar, todo, para conservar la estabilidad contra el desorden.
El conservatismo considera que el Orden en la sociedad está
inexorablemente atado a la AUTORIDAD; es decir al Poder y al Gobierno.
El conservatismo y la libertad racional: El
conservatismo defiende y propugna por la Libertad Racional en todos sus
aspectos: la libertad contra la opresión; contra el despotismo monárquico;
militar y demagógico; literario. Por eso los fundadores del Partido se
opusieron a la libertad desbordada, que se traduce en libertinaje y vandalismo,
el más seguro camino a la anarquía y defendieron la libertad controlada.
La pandemia del Coronavirus les dio la razón.