FECODE Y EL SINDICALISMO MARXISTA, SOLO Y DUEÑO ABSOLUTO DE LA EDUCACIÓN EN COLOMBIA
Por Peloecaña
El 21 de febrero de 1848, hace 173 años, Marx y Engels, publicaron en Londres el Manifiesto Comunista.
En él dejaron sentado que el concepto Patria era un invento de la burguesía, para mantener sojuzgada la clase obrera y seguirla explotando; por tanto la nueva doctrina lo proscribía de su ideario. LA PATRIA NO EXISTE PARA LOS COMUNISTAS.
Los directivos de Fecode, comunistas irredentos y ciegos, son fieles a ese principio doctrinario; para ellos la patria no existe y por eso son como son.
En la educación pública han hecho lo que a mal tienen, por eso los educandos no tienen idea de quien fue Simón Bolívar, no saben quién fue José María Córdoba, ni Atanasio Girardot, ni Antonio José de Sucre, ni Francisco de Paula Santander, entre otros.
Menos están enterados de qué fueron la Pinta, la Niña y la Santa María; es posible que crean que son tres vacas del hato de su padre campesino en su minifundio, porque ser mediano terrateniente va contra los principios de la concepción marxista de la propiedad privada de la tierra.
Tampoco saben qué ocurrió el 12 de octubre de 1492, ni se barruntan quien fue Gonzalo Jiménez de Quezada, ni Rodrigo de Bastidas, ni Pedro de Heredia, ni Sebastián de Belalcázar, ni Alonso de Ojeda, ni Vasco Núñez de Balboa.
Desde luego ignoran quien fue Andrés Díaz Venero de Leyva, quien el Arzobispo Virrey, ni por asomo saben quiénes fueron los comuneros, José Antonio Galán, Juan Francisco Berbeo y Lorenzo de Alcantuz, Manuela Beltrán y Antonia Santos.
Menos saben que acaeció el 20 de julio de 1810, ni que fue el florero de Llorente, y desconocen quien fue José Acevedo y Gómez.
Ni qué decir que son absolutamente legos en conocer que pasó el 7 de agosto de 1819, e ignoran quien era el virrey Sámano, tampoco saben de la existencia de Pascasio Martínez.
Desde luego no están al tanto de la existencia de Pablo Morillo, El Pacificador, ni de la existencia en La Nueva Granada, de sus víctimas, Francisco José de Caldas, Camilo Torres Tenorio, Policarpa Salavarrieta.
Qué van a tener idea de cuándo y por qué fue la guerra con el Perú, ni quienes sus protagonistas, quien la ganó y quien festinó la victoria colombiana, el Presidente Enrique Olaya Herrera.
Y si algún curioso le da por averiguarle a un estudiante alumno de un maestro afiliado a Fecode, qué fue el Frente Nacional, el interrogado se queda en babia, porque ni siquiera su docente lo sabe.
Si pasamos a la geografía de Colombia, pregunte usted, por curiosidad, cuántos departamentos tiene el país, o cual es la capital del Quindío, o de la Guajira, o del Caquetá; la respuesta es silencio total.
Y en instrucción cívica, pregunte que es un concejo o una asamblea departamental.
Y para probar cuanta urbanidad saben nuestros niños y jóvenes, inquiéralos sobre ¿cuál debe ser su comportamiento, cuando una señora, con un niño de brazos, o un adulto mayor se suben a un bus y no hay sillas vacías?
No es exageración ni alarmismo, es la triste realidad.
Por todo lo anterior, Colombia necesita, con urgencia, un gremio de educadores que crea en el valor Patria, que promueva el respeto a los mayores y a las instituciones legítimamente constituidas, que practique y eduque en la cultura cívica, en las buenas maneras, cuyos socios trepiden oyendo las notas marciales del Himno Nacional y se sientan orgullosos ver ondear el tricolor patrio y se descubran respetuosos ante él, que trepiden viendo el cóndor de los Andes arropar con sus alas la bandera amarilla, azul y roja y llevar en su pico la cinta que reza Libertad y Orden y que aún ostenta el istmo de Panamá, el gorro frigio y las cornucopias y en el respeto a las normas del derecho natural, que los son comunes a todos los pueblos de la tierra.
Por eso señores dirigentes de los partidos y movimientos, de verdad democráticos, y jerarcas del Gobierno promuevan y creen un gremio educativo que de verdad sienta la Patria, y que no la dejen exánime, indefensa y maniatada, como res que va al matadero, en manos de Fecode. ¡BASTA YA!
Los frutos de la docencia que imparten los marxistas están a la vista: derrumbe moral absoluto y vergüenza inocultable.