LA BANDERA AL REVÉS
Por Peloecaña
El marxismo tiene, como dogma, que la religión es el opio del pueblo y que la patria es un embeleco y una falacia de la burguesía, para mantener sojuzgado y oprimido al proletariado o al pueblo.
No obstante, incongruentes como son los comunistas, marxistas leninistas, predican la igualdad total, pero la cúpula de ese partido, donde quiera que existe, es elitista y de clase alta y privilegiada; su modus vivendi nos da la razón. Todos los que llevan la voz cantante en esa secta política son estrato seis.
Petro y sus compañeros de bancada parlamentaria, todos, son oligarcas empedernidos e irredentos; igual sucede con los congresistas de las FARC hijos de los Acuerdos de La Habana, todos viven como capitalistas salvajes.
Ahora resultó un nuevo paradigma de esa moda exclusiva, que es ser anti patria, anti instituciones, anti paz, antipatía, es doña Margarita De Francisco Baquero, la más nítida e incuestionable beneficiaria del consumismo rampante que es el mundo del espectáculo.
Ella denigra de Dios, porque considera que la religión es el opio del pueblo, pero todos sabemos que en épocas gloriosas suyas, se fumaba sus porritos. Además de no creer en El, se considera una diosa.
Tampoco cree en la Patria, aunque el café con su aroma es uno de los símbolos patrios colombianos. ¿Cuántos pesos y dólares se embolsó, como beneficio bien ganado de su magistral actuación en ese ícono de la televisión patria?
Pero como la memoria es frágil, y la moda consiste en vivir el momento, especialmente para quienes son siervos de los usos que hoy son y mañana no aparecen, lo que para las personalidades huecas y vacías, es vivir intensamente el momento, la mencha, ya no la niña mencha, se solaza con su petrismo hirsuto y propone poner patas arriba el más obvio de los símbolos patrios, la Bandera Amarilla, Azul y Roja, cuya franja amarilla es la mitad de todo el Pabellón Nacional.
Le sugiero, respetuoso, a la protagonista de Café Con Aroma de Mujer, que prepare esa bebida con las hojas del cafeto y no con su rojo y aromático fruto.
Pero para que su ejemplo sea consecuente con su prédica, también la invito, de manera comedida, a que se ponga los cucos de sombrero y el brasier de tapabocas en esta época de pandemia tan contagiosa y letal, si quiere dejar al descubierto el resto del cuerpo; es su decisión.