LA VERGÜENZA DE LA SENTENCIA PRO ABORTO
Por Peloecaña
Me produce un sabor acre y nauseabundo la sentencia de la Corte Constitucional que deja tan mal parados no a los amigos del respeto a la vida del nonato, sino a los enemigos de su derecho primordial y esencial, el elemental derecho a la vida.
Nuestra Constitución Política, en su artículo 11º lo consagra: "El derecho a la vida es inviolable..."
La declaración universal de los derechos del hombre, proclamada en el palacio, aprobada el 10 de diciembre de 1948 en el Palaix Chaillot, de París, y adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, en su artículo 3º, reza: "Todo individuo tiene derecho a la vida, ..."
Que alguien me demuestre, con argumentos válidos, que los derechos del nonato están en inferioridad de condiciones frente a los de su progenitora.
Voy a formularle, a los amigos del aborto indiscriminado, las siguientes preguntas:
¿Qué hubiera pasado si los magistrados de la Corte Constitucional, que votaron tan histórica sentencia aprobando el aborto, hubieran sido abortados por sus madres?
¿Qué hubiera pasado si los políticos y candidatos que hoy celebran alborozados tan vergonzosa conquista judicial, sus madres los hubieran abortado?
¿Qué hubiera pasado si a las mujeres que, con pancartas, bombos y platillos, hoy festejan con algarabía la inusitada falla, que no el fallo, de la Corte Constitucional, si sus madres hubieran impedido su viabilidad y, por ende, su nacimiento?
¿Que norma constitucional invocó la Corte para declarar inexequible la protección de los derechos del nonato?
Cuando el nonato es fruto de una decisión consensuada de la pareja, ¿se puede producir el aborto sin el consentimiento del padre?
¿Por qué si las mujeres no quieren ser madres, habiendo tantísimos métodos de evitar el embarazo no los usan y se evitan el trauma de un aborto?
Definitivamente, la cúpula del poder judicial está en malas, peores y pésimas manos.
¡Que Dios nos tenga de su mano!