CARTA ABIERTA AL DOCTOR ÁLVARO URIBE VÉLEZ
Señor doctor
Álvaro Uribe Vélez
Gran Colombiano
Presente.
Respetado y admirado doctor Uribe, reciba un fervoroso saludo, junto con mis
fervientes votos por su bienestar personal y el de toda su familia.
La vivencia afortunada de haber sufragado por usted, para que ejerciera por
dos períodos consecutivos la Presidencia de la República y la prolongación de
ese beneplácito, al contribuir con mi voto a su elección como Senador y como
adalid de una esperanza, considero que me dan el derecho a expresarle estas
opiniones, siempre respetuosas y, por tanto, francas y directas en
correspondencia a su talante franco y directo, una constante en
todos los actos de su vida.
Parece que Diógenes, el filósofo cínico, que no desfachatado, dijo: "El movimiento se demuestra andando",
y también expresó:" Busco un hombre
honesto".
En sus dos anhelos acertó; no me equivoco, al afirmar que en usted encontró
el hombre honesto que otrora buscara y, desde luego, el mundo no es estático,
se mueve y camina.
Cuando usted, sacudido y aporreado por la traición del más connotado émulo
de judas, Juan Manuel Santos Calderón, decidió crear un nuevo partido político,
el Centro Democrático, lo hizo con el firme e irrevocable propósito de marcar
diferencias con lo que hasta ahora ha sido la impronta del quehacer político.
Ha habido aciertos y, desde luego, fallas, errores; esa es la consecuencia
de pertenecer a la especie humana.
Sin embargo, el devenir de la acción partidista les da a quienes la ejercen
la oportunidad de la congruencia y la opción de ser coherentes.
Si de verdad existe diferencia entre los adeptos y voceros del Centro
Democrático y el resto de partidos representados en el congreso de Colombia -y no me refiero a la diferencia que no existe
entre la Ministra de Educación y su compañera o la que no hay entre la Senadora
Claudia López y su pareja- nunca como ahora aparece la circunstancia feliz de
demostrar que no caben en el mismo saco los parlamentarios de la Mesa de Unidad
y los congresistas opositores del Partido que usted fundó, dirige y orienta.
El Presidente Santos, acostumbrado a comprar todo, porque todo se vende, en
un alarde de grosería y malas maneras, ha pensado que el Congreso es una "caterva de vencejos", y en
una decisión cuya juridicidad no es clara, pero que su inequidad si brilla con
luz propia y que enceguece, le puso precio numerario a todo el parlamento.
Aumentó el valor de las dietas en casi un 8% a los Senadores y
Representantes, a sabiendas de que ese
aumento también cobija a los más altos heliotropos de la nómina estatal.
¡Vaya uno a saber cuál es el soporte legal de esa compraventa!
Una cosa es el 7,7% de $25.000.000.oo y otra menos del 4% del salario
mínimo, escasos $600.000.oo, para el 1º de enero de este año.
Esa es la manera como Santos concibe la equidad y la manera de cerrar la
brecha, entre los que todo lo tienen y los que carecen de casi todo.
Así las cosas, doctor Uribe, en nombre de la gente decente de este país, le
impetro respetuoso, le ruego comedidamente renuncie al aumento vergonzoso con
que el Presidente tasa a sus áulicos y paniaguados, y que se note su racional
autoridad sobre la bancada del Centro Democrático, para que todos los
hipotéticos beneficiados de la compra impúdica de Santos, de ese Partido, el Centro Democrático, salgan indemnes y con la frente en alto de tan irrespetuosa tasación.
La renuncia solicitada ha de ser pública y, desde luego, efectiva.
No concibo verlo a usted, doctor Uribe, ni a las Senadoras Paloma Valencia,
Tania Vega, ni a la Representante María Fernanda Cabal, ni a ninguno de
los miembros de la bancada parlamentaria del Centro Democrático consumiendo el
plato envenenado de mermelada, servido por el Presidente indigno y
vendepatria.
Peloecaña