viernes, 24 de junio de 2016





SE ACABÓ EL MISERERE


Por Peloecaña

El miserere es la versión latina del canto litúrgico de los ritos fúnebres, inspirados en los salmos, que se conocen como Las Lamentaciones.

Pasó el tiempo de denunciar predaciones y barbaries y de pañitos de agua tibia; llegó la hora de tomar el toro por los cuernos, si queremos sobrevivir a tanta ignominia, humillación e indignidad.

Los medios, en ejercicio de su abusiva autoproclamada autoridad, no se cansan de marcarnos con un hierro en el cachete, en la paleta o en el anca, de derechistas, cavernícolas, godos, trogloditas, retardatarios, paramilitares y católicos; y según esta marca indeleble debemos renunciar, sumisos y serviles, a ser alternativa óptima de poder y forjadores de nuestro propio destino.

De tanto oír la lista de violaciones al Derecho Internacional Humanitario, a los derechos humanos, que diaria y nochemente cometen los terroristas guerrilleros en vergonzoso contubernio con el régimen santista y cansados de padecer la indiferencia de las autoridades encargadas por la Constitución y por la ley de proteger la vida, honra y bienes de los habitantes de Colombia, nos hemos acostumbrado a padecer y soportar ese statu quo asqueante y que ya ni repugna.   

Llegó la hora de avanzar de la recolección de firmas a la actitud decidida y firme de consolidar una oposición respetable y respetada, orgánica y organizada, al gobierno montado por quienes hoy, con razón, lo cuestionan pero no lo combaten.

De buena fe, sin duda, el Presidente Uribe y su más cercano colaborador, el  doctor Fernando Londoño Hoyos,  nos embarcaron en la elección de Santos y también los dos fallaron en la candidatura del doctor Oscar Iván Zuluaga, para enfrentar a Santos en la reelección; pero no podemos quedarnos viendo la ciudad incendiada de Sodoma, so pena de convertirnos igual que Edith, la esposa de Lot, en estatuas de sal.  

Es tiempo de aunar voluntades, inteligencias y prestigios, para que en una Gran Alianza por Colombia empecemos la reconquista del poder para el pueblo y por el pueblo; por la patria y para la patria; para la nación como ente político respetable y digno y por la integridad del país.

Si de veras amamos esta patria de nuestros mayores, no podemos renunciar a prestar ese servicio cívico tan noble y halagüeño, y es obligación de todos deponer rencillas y diferencias que no sean de principios. 

El enemigo común es el régimen que nos oprime y agobia; que nos pisotea y sojuzga; y sus representantes, adalides y voceros no están escondidos, son plenamente identificados, y todos los conocemos, porque en derroche y alarde de cinismo se despojaron del pasamontañas y de su máscara de personajes, para mostrar su verdadera cara de auténticos, siniestros y terroríficos sujetos, listos a pasarnos por las armas.

Ni el Centro Democrático, ni el Partido Conservador, ni los integrantes y militantes de otros partidos y movimientos solos podrán reemplazar el régimen nefando que tan lacerantemente nos lastima y acosa; es imprescindible la voluntad indeclinable de todos los hombres de buena voluntad, que aglutinada en enjambre, en torno a sentimientos superiores, nos conducirá a buen puerto y al triunfo que tanto necesitamos y anhelamos.

Llegó la hora de la generosidad, porque es más lo que nos une que lo que nos separa; el trofeo que nos espera es una Colombia respetada, respetable y digna.

Doctores Martha Lucía Ramírez, Carlos Holmes Trujillo, Jaime Castro, Mariano Ospina Hernández, Enrique Gómez Hurtado, Ignacio Valencia López, Andrés Pastrana Arango, Álvaro Uribe Vélez, Francisco Santos Calderón, General Harold Bedoya Pizarro, Coroneles Plazas Vega y Mejía Gutiérrez, la patria nos necesita a todos sin excepción.

Doctor Fernando Londoño Hoyos deponga odios viscerales y trasnochados y relea el libro de su paisano manizalita el gran Silvio Villegas: "No hay enemigo a la derecha".  

Empecemos ya a darle cuerpo y vida a la Gran Alianza por Colombia y a diseñar y ejecutar la Nueva Campaña Libertadora.

"Si perdéis esta ocasión única y feliz, antes de seis horas seréis tratados como insurgentes" (José Acevedo y Gómez).


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