CARTA ABIERTA DEL 2 DE JULIO DE 2015
Quiero escribir esta carta abierta a los
doctores Martha Lucía Ramírez, Andrés Pastrana y Álvaro Uribe, esperanzado en
acertar cuando creo que mis motivos son compartidos por muchos
colombianos.
Doctora Martha Lucía, usted es la representante
más autorizada de mi Partido Glorioso, mi Partido Azul Conservador, por eso la
considero la más valida destinataria de mis inquietudes y la legítima
depositaria de ellas.
Su condición de Ministra de Defensa del
gobierno del doctor Álvaro Uribe Vélez, ministra leal, eficiente y eficaz en el
desempeño de las funciones propias de su cargo, sus ejecutorias en el panorama
político nacional, y lo que usted significó para la militancia honesta del conservatismo,
al asumir la candidatura del partido en el último debate electoral
presidencial, me llevan al convencimiento de acertar cuando me tomo la
licencia de hacerla válida interlocutora de este conservador, a quien le duelen
la nación, la patria y el país.
Este no es un dolor masoquista ni gratuito;
lo causan las felonías consuetudinarias y universales de quien nos desgobierna,
desde hace más de cuatro años, y su incapacidad demostrada hasta la saciedad de
no acertar en la dirección del Estado.
Tampoco es un sufrimiento sin causa la
frustración de padecer y ver cómo la justicia no es pronta, ni cumplida y, por
ende, no es justicia.
El Derecho en Colombia no es más que un
mero registro histórico, pues los jueces y la fiscalía asesinan todos los días
la Constitución, la legalidad y la justicia cuando han puesto todo su empeño en
colocarse al servicio de intereses políticos de secta, de lo cual los máximos exponentes son ellos mismos y el colectivo de abogados marxista, y sus
víctimas, el resto la sociedad colombiana.
Los partidos políticos representados en la
Mesa de Unidad Nacional carecen de cerebro y corazón y los reemplazaron, como
único factor de vida, por el aparato digestivo, parecido al de los rumiantes,
con varios estómagos para digerir mermelada y prebendas de barriga.
Para adobar más olfativa y gustativamente
el opíparo banquete, hoy la presidencia del Partido Conservador la ejerce el
yerno del jefe del liberalismo, y las personas con sociedad conyugal vigente,
sabemos, cómo las decisiones más importantes para la familia se toman en el
tálamo nupcial.
Por eso doctora Marta Lucía, la invito
respetuosamente a seguir siendo la estrella polar que alumbra el camino del
Partido de Caro y Ospina.
Por favor no se deje guiar por el canto de
sirena que, de manera engañosa, a algunos los hace creer que ser solidarios con
la paz de Santos es querer la paz; hacerle eco y cantar al ritmo de esas
sirenas es la mejor manera de no querer la paz; o dicho de otra forma, es la
mejor manera de caer en las redes de las FARC y de los fementidos acuerdos de la mesa de La Habana.
Es otorgar, por activa o por pasiva, patente de corso y sentimientos de
solidaridad a todos lo vejámenes que significan las voladuras de las torres de
energía, de los oleoductos, el sembrado de minas antipersonas, el secuestro de
menores, el asesinato de soldados y policías y todos los actos terroristas que
ejecuta la guerrilla.
Doctora Marta Lucía, no hay un solo
colombiano que no quiera la paz, pero como la excepción confirma la regla, los
malquerientes de la paz hay que buscarlos en La Habana; dejémosle ese deshonor
al régimen y a sus voceros.
Doctor Andrés Pastrana Arango, para algunos
casi más difícil que ser conservador es ser pastranista; para mi no; me ufano de mi conservatismo y, desde luego,
de mi pastranismo, porque si bien es cierto que el Partido Conservador no sigue
hombres sino ideas, a los hombres que son figuras beneméritas de la
colectividad hay que expresarles nuestra solidaridad.
Como los medios de comunicación, adeptos y
adictos al régimen no pudieron combatirlo por deshonesto y corrupto, dado
su comportamiento público y privado absolutamente pulquérrimo, sabedores del
rechazo general a la guerrilla, entre los colombianos, decidieron acusarlo de
haberle entregado Colombia a las FARC en el Caguán. ¡Nunca ha habido falacia
mayor!
Usted se jugó en paro a una promesa de
campaña: hacer la paz; y la guerrilla, como siempre, le mintió al país desde el
primer momento, desde cuando "tirofijo" dejó la silla vacía, el día en
el que se iniciaban los diálogos de paz.
Doctor Pastrana, usted se jugó entero por
la paz, sin ambages ni restricciones, sin cálculos de tahúr; tan grandes fueron
los riesgos asumidos, que sacrificó en ese afán por la paz a un gran
colombiano, su Ministro de Defensa, que se oponía al despeje de El Caguán. Sólo
Dios y usted saben cuánto le ha costado el sacrificio de Rodrigo Lloreda
Caycedo.
Comparar su proceso de paz con el del actual
mandatario, es necedad. Los áulicos de Santos no tienen autoridad moral, ni
siquiera para intentarlo.
Pero antes también puso toda la carne en el
asador, cuando trató de desenmascarar al
más repugnante de todos los políticos, después del Presidente Santos; el que
convirtió a Colombia en una narcodemocracia, y que hoy es señalado como coautor
intelectual del magnicidio de Álvaro Gómez Hurtado.
Usted vio con buenos ojos la elección de Álvaro
Uribe Vélez como su sucesor y, sin duda, desde su gobierno se apoyó esa elección.
Usted logró la recertificación de los
EE.UU. para Colombia, y es de su autoría el Plan Colombia, que le permitió al
presidente Uribe modernizar las fuerzas armadas, dignificarlas y hacer realidad
positiva la lucha contra las espeluznantes garras de los narcotraficantes y su
siniestra empresa.
Usted es un personaje de peso específico en
el ámbito internacional, probado y demostrado hasta el cansancio, lo que le ha
dado autoridad moral y política para enfrentar los atropellos contra la
democracia, en Venezuela.
Por todos esos alamares, bien ganados y, desde
luego merecidos, nos duele verlo compartir estrados al lado del Presidente
Santos; usted no necesita darle pábulo a los medios gobiernistas, para
demostrar que es amigo verdadero de la paz.
Cuando usted, doctor Pastrana, se sienta en
actos oficiales al lado del tahúr que funge de Presidente se está colocando a
su altura y le está dando la bendición al secretario de Unasur, y está avalando
la complicidad de este gobierno con el gobierno dictatorial de los herederos de
Chávez
Tampoco es visto con buenos ojos su
ignorancia deliberada de la existencia de presos políticos en Colombia; todos
son ciudadanos ejemplares; el régimen les cobra el solo hecho de haber sido
colaboradores de los gobiernos del Presidente Uribe; ni menos son bien vistos
sus comentarios ácidos y tendenciosos, cuando califica sesgadamente a esos
presos políticos; esas actitudes, son sombras que opacan su grandeza.
Por ser todos esos personajes notorios en
la vida nacional, que están pagando el delito de ser uribistas, es de suponer
que usted los conoce a todos y que, por tanto, sabe de su hombría de bien.
¿No sería bueno visitarlos y brindarles
también su solidaridad? Bríndele a Santos la posibilidad que impida su
visita.
Estoy cierto de que la incongruencia no es
pecado del que se le pueda acusar válidamente a usted.
Doctor Álvaro Uribe Vélez, intentar hacer
su apología es necio; el país lo conoce desde hace tiempos y todos sabemos que
sus detractores son todos resentidos o enmermelados, y sus admiradores y
seguidores lo somos por su talante, porque usted encarna todo lo bueno que el
país está perdiendo y que quiere recuperar.
Como usted está por encima del bien y del
mal y sus actos tienen como único motor su entrañable amor a Colombia, comedidamente
impetro que desde ya inicie las diligencias que sean pertinentes para
configurar una alianza por la paz y la justicia, hoy tan necesarias como
ausentes, por la realización de la justicia social y la prevalencia del Estado
de Derecho.
Si se logra ese acuerdo de voluntades, en
torno a todo lo anterior, para que sea un auténtico propósito nacional, entre
ustedes tres, sin que haya renuncias a militancias ni a metas, el camino
a la salvación de la Patria será mas cierto y alcanzable.
Atentamente,
Peloecaña.
2 de julio de 2015.