LLEGÓ LA HORA DE LAS DECISIONES
Por
Peloecaña
Basta ya de calenturas e himnos marciales, de peroratas y discursos; el
régimen Farc-Santos no se cansa de medirnos el aceite y el país nacional espera
inefable la capadura total y sin anestesia.
De esa cirugía, tan sentida y dolorosa, son cirujanos el presidente Santos
y su gobierno, los partidos políticos de izquierda, incluido el conservatismo,
el parlamento y la rama judicial, en cabeza de las altas cortes, altas porque
nos miran de para abajo, no por su solvencia jurídica y moral, ya que hace tiempos
desterraron de su recinto la sabiduría, la ética y la sindéresis.
De todos depende que la justicia especial para la paz, con minúsculas
mínimas, valga la redundancia, sea el último procedimiento quirúrgico que nos
quieran aplicar.
Esta es la oportunidad que tienen los voceros de quienes estamos en la otra
margen del régimen, para demostrarnos su capacidad de convocación y la magnitud
del saldo que les queda de credibilidad, y los colombianos de a pie de
comprobar que somos capaces de disentir, no solo para las encuestas, sino en la
práctica diaria y democrática.
Todo el proceso de deterioro institucional ya rebasó los límites
permisibles de nuestra capacidad de aguante.
La izquierda colombiana cabalga a lomos de la indiferencia del centro y de
la derecha y nos corren las espuelas con sevicia y acerbidad, convencidos
de que ya no sangramos, porque en vez de sangre, nos circula horchata por las
venas.
¡Basta ya de tanta servidumbre, de tanta indiferencia, de tanta vocación de
esclavos! Si somos una sociedad libre, orgullosamente libre, este es el
momento de demostrarlo. Llegó el momento de ejercer la legítima defensa. Ya
pusimos la otra mejilla y perdonamos setenta veces siete.
¿Dónde están los maestros de Derecho, los gallardos y cumplidos militares,
los padres que reclaman lo mejor para sus hijos, los verdaderos pastores
de la Iglesia?
¿Dónde la estirpe de los mayores, orgullo de la raza, dónde las
epopeyas del pasado aun humeante y con rescoldo?
"¿Qué se hizo el rey Don Juan, los infantes de Aragón qué se hicieron,
qué fue de tanto galán?"
Si pasamos de agache ante tanto atropello, debemos estar prestos a poner
las barbas y las cabelleras en remojo y nos corresponderá oír, avergonzados, la
sentencia de la madre indignada que increpó a Boabdil, cuando lloraba la
pérdida de Granada: "Llora como
mujer lo que no supiste defender como hombre."
Salgamos a las calles masivamente a decirle a Santos y a su tinglado
oprobioso que se nos llenó la copa y que no seremos, por más tiempo, protagonistas
indiferentes y pasivos del naufragio de las instituciones republicanas, ni del
pasado glorioso de la Patria.
¡Llegó la hora de las definiciones y se acabó el tiempo de las
plañideras!