Por Peloecaña
Al despertarme no tenía tema para Desiderata, pero, gracias al patriotismo
ejemplar del Director de LA HORA DE LA VERDAD, esa ausencia de motivación
encontró solución. Me suministró información más que suficiente para escribir
este artículo.
Se quejaba el Dr. Londoño de la situación de miseria de dotación bélica de
nuestras Fuerzas Militares, Ejército, Armada y Fuerza Aérea. Su medición fue
patética y deprimente.
Lo mismo que sucedió cuando el Presidente Andrés Pastrana Arango le entregó
la Primera Magistratura al Dr. Álvaro Uribe Vélez, los militares no tenían botas
y solo uniformes raídos, y se les veían los glúteos y andaban harapientos,
macilentos y llenos de desesperanza, y absolutamente inermes.
Pero olvidó dos pequeñeces históricas.
Olvidó, con marcada pasión política, que el presidente Ernesto Samper
Pizano le había entregado a Pastrana un país descertificado y en la más
absoluta inopia y desprestigio, en el concierto internacional.
Entonces exhibir un pasaporte colombiano, en cualquier parte del mundo,
encendía las alarmas de las autoridades migratorias de cada país y el
desafortunado poseedor de ese documento de identidad era sometido a los
vejámenes más humillantes y denigrantes, para cualquier ser humano. A mi y a mi
familia nos tocó padecer esa odiosísima discriminación, gracias al
narcogobierno de entonces.
Y también omitió en sus denuncias y quejas, el heroico periodista, contarle
a la opinión que, gracias a la gestión del presidente Pastrana, Colombia volvió
a tener la certificación del gobierno de los Estados Unidos, y los colombianos
ya no fuimos tan denigrados y estigmatizados.
Pero otro gran logro del antecesor del Dr. Uribe fue el Plan
Colombia, instrumento, según el cual el Gobierno Americano se solidarizó con
este país, y aportó cuantiosos fondos en dólares, para que el nuevo presidente
pudiera empezar a rescatar la dignidad nacional y, en concreto, proveer
armamento y vituallas para nuestras Fuerzas Militares.
Hoy, so pretexto de oír una voz autorizada que nos informara a sus
oyentes de lo que es un acuartelamiento de primer grado, invitó a LA HORA DE LA
VERDAD al Coronel Alfonso Plazas Vega, pero, como siempre, el preludio a su
entrevista fue una sarta de opiniones que fueron dirigidas a difundir
inexactitudes y verdades a medias, relacionadas con el estado de la calidad y
cantidad del grado de armamentismo de las Fuerzas Militares de Colombia,
para poder confrontar con éxito una hipotética agresión militar por parte de la
dictadura de Maduro.
El Coronel Plazas Vega, héroe nacional indiscutible, mordió el anzuelo, se
emocionó ante los micrófonos y empezó a hacer un inventario detallado y
minucioso del arsenal militar de Colombia y de Venezuela,
para comparar los dos, y llevarnos a la conclusión equivocada que
cualquier confrontación bélica entre los dos países hermanos es pelea de
toche con guayaba madura, siendo Venezuela el ave amarilla y negra y nosotros,
la fruta en sazón.
Por elemental medida de seguridad nacional, esos datos son super secretos
y no pueden ser de dominio público ni están a la libre curiosidad de las redes
sociales, el internet y los expertos en informática.
¿Acaso Irán, Corea del Norte, Rusia, China y los EE.UU. tienen a
disposición del periodismo local de cada uno de esos países el inventario de
sus arsenales militares?
Solo los conocen en nuestro caso, el Presidente de la República, por su
condición de comandante supremo de todos los ejércitos, el Ministro de
Defensa y la altísima Cúpula Militar; y el Director de LA HORA DE LA
VERDAD, ni el Coronel Plazas Vega son ni Presidente de la República, ni
Ministro de Defensa, ni integran la más elevada Cúpula de las Fuerzas
Militares.
Flaquísimo servicio le prestaron a la integridad nacional y a la seguridad
del país, y mucho menos a su bien ganado y merecido prestigio de prohombres
colombianos. Las FARC, el ELN y el Dictador Maduro deben estar bañados en agua
de rosas.
Me niego rotundamente a creer que esa salida en falso es un globo sonda,
para auscultar la posibilidad de una carrera armamentista, en detrimento de la
salud, la educación, la infraestructura y la paz social de Colombia, que clama
por un verdadero desarrollo integral con equidad; carrera armamentista que solo interesa a los traficantes
internacionales de armas y a sus posibles representantes y, por ende,
comisionistas.
Y después de todo, nos quedamos sin saber qué es un acuartelamiento de
primer grado.