FELIZ
NAVIDAD Y VENTUROSO AÑO NUEVO
Por Peloecaña
Hago votos porque en esta Navidad y en el próximo año, los contertulios de
La Hora de la Verdad, su equipo de trabajo, incluidos su Director, los
periodistas y en especial para mi Marielena, quien ha sido pieza fundamental de
Desiderata, tengan todos sin excepción un cúmulo abundante de felicidad y los
mejores propósitos de vida para el 2019, desde luego acompañados del éxito que
cada quien merece según su comportamiento y realizaciones.
También mis mejores deseos para que al Presidente Duque le vaya bien en su
labor de gobernante porque, si acierta, nos beneficiamos todos, y no se
necesita ser un premio Nobel de algo, para entender que la satisfacción del
deber cumplido está indisolublemente ligada al sentido común, a la sabiduría y
a la probidad de quien ostenta el mandato otorgado por el pueblo, y es ese
elector popular quien merece, en primerísimo lugar, la reciprocidad de la
lealtad y la esperanza.
Los compromisos subterráneos y ocultos no pueden prevalecer sobre la
nitidez y pulcritud del mandato, otorgado por un acto de fe irrevocable y
fundamentada en las directrices de quienes fueron nuestros guías políticos, a
quienes también consideramos nuestros mandatarios y adalides.
No se valen ni el esguince tramposo, ni la restricción mental, cuando al
escoger y optar por su elección lo hicimos de manera limpia y transparente, y
nunca pensando en la prolongación de un mandato funesto, a todas luces, por la
cosecha que produjo, rica en desatinos, corrupción y mentiras.
Su mandato aún está en ciernes y hay tiempo, si se quiere, de enmendar los
errores cometidos entre agosto y hoy, sin que el compás de espera sea de un
radio indefinido; por el contrario, el tiempo se agota, hay que rectificar ya,
inmediatamente.
Doctor Duque: imposible que en el número de sus electores, que fuimos mas
de 10.000.000, no haya un cantidad exigua de colombianos sabios y honestos que
lo acompañen en la importantísima labor de gobernar con tino y sapiencia
evidentes.
Si usted se lo hubiera propuesto no se habría equivocado tanto en la
escogencia del gabinete ministerial, dejando de antemano constancia de que
acertó en muy pocos casos; los errores radican en la cuota asignada a los
militantes del partido de los independientes al que pertenecen la mayoría de
los escogidos, que eufemísticamente se ubican en esas toldas, pero que usted y
Colombia entera sabemos que de verdad son la cuota de los simpatizantes del
anterior gobierno, o, mejor, desgobierno.
A los contertulios de La Hora de La verdad que siempre se han distinguido
por su opiniones mesuradas, firmes y respetuosas, que ojalá continúen así y que
su objetividad y razonamiento aumenten en grado sumo.
A quienes siempre tienen en la yema de los dedos un
madrazo o una procacidad a flor de piel, los invito, respetuoso, a que lo
piensen antes de oprimir el teclado del computador, recuerden que la pluma o la
lengua escriben o hablan de la abundancia del corazón, y a que entiendan que
cuando hay déficit de argumentos racionales se acude al agravio y a la
descalificación soez y lacerante de la dignidad personal del oponente
circunstancial.
Al doctor Londoño, loor a su valentía personal, a su solvencia intelectual,
a su humanismo macizo; que no olvide que ese tesoro por más abundante que sea
no se debe dilapidar, porque se corre el riesgo de cometer prodigalidad y lo
pueden declarar interdicto por manirroto; esa interdicción se traduce en la
pérdida de la credibilidad.
Que el Niño Dios le traiga mucha milanta para sobrellevar la úlcera
gástrica que le produce el Alcalde Peñalosa.
A William Calderón que el año entrante se matricule en la Escuelita de Doña
Rita para que aprenda a leer de corrido y que el Niño Dios le regale la
Cartilla Charry y la Alegría de Leer, y que entienda que nunca fue el
hombre más grande arrodillado que de pies; sólo crecemos en estatura espiritual
cuando oramos al Altísimo.
A las damas de la tertulia, nuestra admiración y respeto y nuestro
reconocimiento emocionado por ser el mas hermoso y maravilloso de todos los
adornos y la más afortunada bendición del programa; a ellas, todo honor y
admiración, sin límites.