LA PAZ DE SANTOS VUELTA TRIZAS POR SUS SOCIOS
Por Peloecaña
Ni el Oráculo de Delfos, ni las Sibilas, ni Casandra, ni Nostradamus, ni
los acertados clarividentes modernos hubieran podido atinar, para predecir el
acontecimiento histórico que protagonizaron la semana pasada, Márquez, Santrich
y el Paisa y sus copartidarios guerrilleros de las FARC: Volvieron trizas la
paz de Santos, sus aliados y cómplices.
Pero los colombianos que votamos NO, en el plebiscito del 2 de octubre de
2016, lo hicimos, no por sentimiento de aversión hacia ese grupo de
delincuentes, terroristas, narcotraficantes y violadores consuetudinarios de
todos los derechos humanos.
Además de esa motivación, tuvimos como acicate para asumir el voto por el
NO, la reiterada e inmodificada conducta de la guerrilla, consistente en la
burla que, por décadas, las FARC nos hicieron a todos los colombianos, y a
quienes desde 1981 nos han gobernado, y que ilusos creyeron en el respeto a la
palabra de los insurgentes.
Fue el Presidente Julio César Turbay Ayala en el año de 1981, quien primero
promovió diálogos de paz con Tirofijo y sus áulicos.
Su sucesor, Belisario Betancur Cuartas, también recorrió el camino abierto
por su predecesor, con los frutos que todos conocemos, el fortalecimiento de la
insurrección armada. Fruto de esas negociaciones fue la creación del primer
partido político guerrillero, la UP, en el año de 1987.
En 1988, y después del fracaso de la paz belisarista, el Presidente
Virgilio Barco Vargas insistió en la utopía de la paz pactada, y lo que
presenció fue el exterminio de la Unión Patriótica, ejecutado por instrucciones
y órdenes de quienes hoy señalan con su dedo fatídico de narcotraficantes,
a los que denominan líderes sociales.
En 1991, César Gaviria Trujillo, también dialogó con los filibusteros de la
paz; primero en Caracas y después en Tlascala, gestión que también estuvo
signada, una vez más, por el fracaso.
Vino el gobierno del Presidente Samper y, por iniciativa de su ministro
estrella, Horacio Serpa Uribe, intentó diálogos de paz con el ELN, y, para
variar, hubo otro fracaso.
En la campaña electoral que culminó con la elección de Andrés Pastrana
Arango, a través de Álvaro Leyva Durán, amigo común de Pastrana y Tirofijo, se
lograron acercamientos entre los dos, el candidato presidencial y el jefe
guerrillero, y se sentaron las bases para lo que fue Programa de Gobierno
del candidato triunfante, promesa que se cumplió y se conoció como los diálogos
de La Uribe.
Sucedió lo que todo el país conoce. Tirofijo dejó plantado al Presidente
Andrés Pastrana y, una vez más, Colombia fue víctima del talante indeleble de
la guerrilla comunista, la mentira y el desprecio a la buena fe del gobernante
de turno.
Eso el periodismo lo llamó el episodio de la silla vacía. Yo tuve que
ser testigo de la versión oficial del por qué de la ausencia del jefe
de las FARC; me lo contó personalmente, el instigador de la estampida de
Marulanda.
Vino el mandato inicial del señor Presidente Álvaro Uribe Vélez,
y él también buscó la paz utilizando el mecanismo de la conversación
interpartes y la persuasión y fue una decepción adicional.
Sólo el monólogo entre pares (Santos y la guerrilla) tuvo un éxito
aparente, y mientras la prensa del régimen fustigaba entonces al
Presidente Pastrana, magnificando y exagerando la información, cuando
hiperbólicamente reclamaba la entrega a las FARC de más de cuarenta mil
kilómetros cuadrados (40.000.Kmts2), con índices de población exiguos, del
territorio del país a la guerrilla de las FARC, esa misma prensa, décadas después, aplaudía
a rabiar la cesión de todo el territorio colombiano a Timochenko, Márquez,
Santrích y el Paisa y a toda su gallada.
Pero no solo Santos entregó la geografía nacional, también cedió la
institucionalidad plena, el Congreso, la Justicia y, desde luego, el Gobierno.
Pero la guerrilla no cambia, no modifica sus costumbres de mentir y
engañar,
no deja de rendirle culto a su talante de pactar, conversar y acordar,
con la restricción mental que a última hora exhibe impúdica, lo pactado es
letra muerta, es rey de burlas, es pura mierda.
Por eso Colombia ganó la consulta plebiscitaria, negando la total
existencia de lo impuesto en La Habana.
Más de un colombiano después de la fatídica entrega del triunfo
popular del plebiscito, reclamamos el cumplimiento inexorable de esa
decisión del pueblo, había que volver trizas los acuerdos de La Habana, pero
Santos y su sucesor, tercos y cabezones, insistían en respetar lo imaginario,
lo irreal, lo etéreo.
Había que esperar lo que tenía que suceder, la manifestación pública de los
cabecillas de las FARC, que estaba demorado, pero que iba a
acaecer, volvieron trizas el acuerdo, después de tanta depredación y tanta
ignominia, para la amada patria colombiana.
Márquez, Santrich y el Paisa nos despertaron del letargo. Ahora solo nos
queda esperar otro milagro, que el Presidente Duque entienda que derrotamos a Petro,
porque no queríamos más de lo mismo y que sea consciente de que esa
diferencia la encarna él.