LAS RECOMPENSAS POR LA CÚPULA DEL CHAVISMO
Por Peloecaña
Bien hace el gobierno de USA en ofrecer recompensa para quienes den
información que haga posible la captura de la cúpula del régimen chavista, que
hoy ostenta el poder en Venezuela, para vergüenza del mundo libre y para dolor
y sufrimiento de todo el pueblo del hermano país.
La cantata de Marlon Marín, sobrino de alias Iván Márquez, en
relación con las andanzas narcotraficantes de su tío y de alias Santrich,
le permitieron a la justicia norteamericana construir un expediente que,
sin el más leve motivo de duda, le permitiera concluir que tanto Maduro, como
Diosdado Cabello y su círculo de áulicos, constituyen lo que se conoce como el
Cartel de los Soles, cuya principal actividad delictiva y criminal es inundar a
los Estados Unidos y a Europa de la maldita cocaína, arma letal para destruir
la sociedad capitalista, en especial su juventud.
Doble objetivo, minar el odioso sistema antimarxista y llenarse los
bolsillos de dólares, para poder vivir como capitalistas salvajes.
Fieles a su tradición mentirosa y obsecuentes con sus prácticas de
aparentar ser amantes de la paz y del pueblo, que dicen defender de sus
opresores tradicionales, las guerrillas comunistas y, en este caso concreto,
las FARC encontraron en uno de los más nítidos exponentes de la clase
dominante, que tanto odian, Juan Manuel Santos Calderón, uno de los guerrilleros
del Chicó, el mejor actor para vender sus mentiras y la cocaína que producen a
granel.
Márquez y todos los negociadores militantes de las FARC se sentaron en la
mesa de diálogos de La Habana, con plena advertencia y pleno conocimiento
previos, de que todo lo acordado ahí era mera pantomima y apariencia, pues
nunca actuaron de buena fe. Está probado, hasta la saciedad, que
simultáneamente narcotraficaban y le hacían pistola al pueblo colombiano,
en nombre de la paz. Nos queda la duda si De la Calle y su combo eran
conscientes y cómplices de esa conducta.
Ahora que el General Venezolano Clíver Alcalá decide irse a contarle a
Donald Trump, al Departamento de Justicia Americano y a la Fiscalía de ese país,
todo lo que sabe y le consta de las audacias y ejecutorias del régimen que
preside Nicolás Maduro, la información dada por Marín, el sobrino, se enriquece
y fortalece y las pruebas adquieren mayor contundencia para sostener ante el
mundo, que la patria del Libertador está en las manos siniestras de nefandos
criminales de lesa humanidad y, que sin duda, quienes detentan el poder
en Venezuela merecen repudio unánime de las gentes de bien y, desde luego,
que sobre ellos caiga todo el peso de la ley.
Pero en sana lógica, si Juan Manuel Santos Calderón sabía de la condición
personal de Maduro y su caterva, es obvio que actuó con dolo
específico, cuando lo escogió como garante del éxito de los diálogos de La Habana, con
Márquez y su cuadrilla, Santos, Maduro y las FARC comen en el mismo batea
y beben de la misma alcantarilla.
Así las cosas hay que concluir que Juan Manuel, su vicepresidente Naranjo y los negociadores del Gobierno Colombiano, todos, sin excepción, son cómplices
necesarios del narcotráfico de Maduro y de las FARC.
Entonces, hay que ampliar el ramillete de inculpados, por cuyas cabezas hoy
el Presidente Trump y su gobierno, ofrecen jugosa recompensa; faltan en esa
lista los coautores colombianos del entuerto venezolano, desde luego, sus
cómplices o inductores.
Demostrada la trampa y la antijuridicidad de lo pactado en La Habana, entre
el Gobierno Santos y las FARC, a la luz del derecho Internacional
Humanitario, y teniendo en cuenta la voluntad popular que desaprobó y
volvió trizas el pacto siniestro, el 2 de octubre de 2016, la inviabilidad
jurídica y ética de ese esperpento, es evidente.
Conclusión, las decisiones tomadas, contraviniendo y desconociendo la
realidad institucional, están viciadas de nulidad y, por tanto, también sus
efectos, que por carencia de causa y objeto lícitos, en consecuencia, no
existen.
Señor Presidente Duque, el
Gobierno de Donald Trump, su aliado
vigoroso y leal, le está sirviendo en bandeja de plata la oportunidad única y
feliz de no ser tratado su gobierno como insurgente.
Cumpla a rajatablas la Constitución que juró respetar en el momento de
su posesión y concretamente lo dispuesto en el artículo 104º, en lo pertinente,
"...La decisión del pueblo será obligatoria".
Como el pueblo colombiano decidió, por mayoría de votos, lo consultado,
respecto a la aprobación de los Acuerdos de La Habana, votando NO 6.431.376,
contra 6.377.482 que votaron por el SI, entonces el resultado es obvio, los
acuerdos no tuvieron ni tienen vigencia.
Y como los cacareados acuerdos no existen, entonces, ninguno de los compromisos
cooptados entre el gobiernos Santos y el Congreso santista y las Farc,
tampoco.
En estricto derecho, la JEP no nació y las curules obsequiadas en el
Congreso Colombiano también son nonatas; ¿o será que algo tan elemental y de
Perogrullo necesita el aval de Maduro y su régimen?
Señor Presidente Iván Duque, permítanos, por favor, ser duquistas sin reatos
ni restricciones.