LOS AMIGOS DE LOS POLÍTICOS
Por Peloecaña
Por ser el ejercicio de la actividad política algo tan peculiar y "sui generis", hasta el más
noble y digno de los sentimientos, la amistad, la mayoría de quienes la ejercen
la convierten en algo tasable y negociable, como cualquier bien de consumo o
fungible. Se usa y pierde su valor intrínseco, se aprovecha una sola vez y deja
de existir. La convierten en comodín que hace juego con cualquier otra opción o
alternativa de pragmatismo y utilitarismo, de resultados inmediatos y fríamente
calculados.
A raíz de un twitter emitido por el doctor Álvaro Uribe Vélez, según el
cual las opciones de diálogo inclusivo con la "izquierdista
democrática" no deben ser descartadas y bien pueden terminar en una
ampliación de la base que integre la Gran Alianza por Colombia, los que
aspiramos a una opción diferente a la que hoy ofrece la trinca Santos -FARC, de
verdad estamos preocupados, por decir lo menos.
¿Cuál es la "izquierda democrática"?
¿La de los que a nombre de la fementida paz que nos ofrece el régimen
imperante votaron SI en el plebiscito del pasado 2 de octubre, avalando
los clandestinos acuerdos de La Habana?
¿La del Polo Democrático, el Partido Verde y los que dicen no ser la derecha?
¿La de los profarcianos?
¿La de Piedad Córdoba, Clara López, Claudia López, Gustavo Petro,
Jorge Enrique Robledo y Sergio Fajardo?
Primero, permítanme decirles que no acepto me encasillen con el epíteto de
izquierda o de derecha o de centro; esa es la peor manera de estigmatizar
y discriminar a las personas. Lo que soy eso soy, ni más ni
menos. Mi talante me identifica.
La izquierda democrática no es más que la antítesis ideológica del talante
del Uribismo; por tanto, son como el agua y el aceite, no se vale que se
pretendan refundir las dos nítidas tendencias de opinión.
Se puede y se debe ser tolerante de la opinión ajena, sin transar ni
negociar los principios; mezclarlos es renunciar a ellos; ese eclecticismo no
nos lo pueden imponer ni unos ni a otros.
Doctor Uribe, lo respetamos y admiramos, pero en esa aventura no lo
acompañamos; ojalá mi apreciación al respecto esté equivocada.
Cuando los políticos conciben la lealtad y la amistad como una impronta del
pragmatismo, del utilitarismo y del cálculo propio de los tahúres, es cuando
actúan como Juan Manuel Santos y sus secuaces.
Hoy, los contertulios de La Hora de La Verdad se alborotaron en coro, y
todos protestaban airados por el anuncio del ingreso de un número de
parlamentarios históricamente adherente y militantes de la Mesa de la
Unidad Nacional, proclive irrestricta del binomio Santos - FARC o FARC -
Santos.
Yo me limité a concluir que esa era una burda estrategia propia de quienes
pretenden infiltrar la Gran Alianza por Colombia, para desde dentro destruirla
y configurar su exterminio.
La estrategia de la infiltración va de la mano con la asumida por algunos
medios de comunicación, paniaguados del régimen, como el diario El
Tiempo y la Revista Semana, entre otros, que han dedicado
su pluma y esfuerzo a resaltar las pasadas diferencias propias del ejercicio de
la política, suscitadas entre los doctores Pastrana y Uribe, ignorando, de
mala fe, que esos episodios sin mayor importancia son comunes en la contienda
democrática y se dan entre pares y prohombres de la vida pública nacional.
Deliberadamente ocultan que el doctor Andrés Pastrana Arango vio con buenos
ojos la candidatura presidencial del doctor Álvaro Uribe Vélez, la prohijó y
respaldó complacido.
Lo destacable son las pullas que los dos se han lanzado, que no dejan de
ser meras escaramuzas y que, por fortuna, no dejaron consecuencias
irreversibles, ni cicatrices indelebles: Por eso hoy son aliados por Colombia y
volvieron a ser los amigos de siempre.
Pero no existen para los comunicadores eventuales e interesados
"amigos" del establecimiento, ni la autoría del Plan Colombia,
ni el acertado uso que en su momento le dieron a esos recursos
aportados por el Gobierno Americano, y que fueron piedra angular del éxito de
la Seguridad Democrática.
Dejemos a los amigos de las FARC donde están; no queremos ser de
los mismos, ni juntos ni revueltos y estemos vigilantes para impedir la
infiltración del Caballo de Troya en nuestras filas.