lunes, 29 de enero de 2018





NO HAY QUE SER UN LINCE PARA VER EN LA OSCURIDAD

Por Peloecaña

Cuando los anuncios son tan escandalosos y la noche con estrellas y es luna llena, no hay que ser un lince para ver en la penumbra, y cuando el almizcle es tan hediondo no se requiere ser sabueso para descubrir la mofeta.

Cuando las evidencias son tan plenas y abundantes, no se necesita ser Sherlock Holmes, ni Pilín para descubrir el delincuente.

No hace falta ser de la SS, para husmear los judíos; ni de la KGB, para mandar a Soljenitsin al archipiélago de Gulag; ni del FBI, para averiguar quien mató a J.F. Kennedy; ni de la CIA, para ubicar al Che en Bolivia; cualquier lego en inteligencia policial o un aficionado en sospechas, como usted o como yo, podemos descubrir donde hay una burda urdimbre para pretender enlodar el buen nombre de una persona  de bien, con el solo propósito de satisfacer apetitos desordenados y asqueantes, propios de las letrinas y los inodoros de hoyo que utiliza el régimen.

¡Qué repugnancia! ¡Qué fastidio! ¡Cuántas náuseas produce el afán reiterado de producir efectos políticos, utilizando actitudes vedadas y no permitidas en cualquier persona con una pizca de decencia, para pretender logros torcidos, contra principios elementales de la ética y la moral!

Ya están en los anales de la historia nefanda de Colombia episodios que no, por repetidos, adquieren el visto bueno, ni la aceptación general y que, por el contrario, de tanto usarlos son repudiados por tirios y troyanos.

Primero conspiraron contra Andrés Felipe Arias Leiva, para eliminarlo de la contienda electoral; después lo hicieron con Luis Alfredo Ramos Botero; más tarde fue la víctima propicia Oscar Iván Zuluaga, y no paran de intentarlo hoy si y mañana también, contra el expresidente Álvaro Uribe Vélez; por eso su familia ha sido polígono de tiro al blanco y, desde luego, él, el primero.

Pero hasta ahora todos los intentos, en últimas, han sido fallidos, por lo burdo de las infamias cometidas y por la enorme y permanente protección de Dios.

Todo está, aparentemente, bien calculado; hay una dirección de orquesta conocida y unos músicos que, a veces, desafinan; unos togados y otros cobijados bajo la profesión de seudoperiodistas, fletados y prepagos, pero como siempre esos cobros nunca brillan porque la facilidad con que se consiguen lleva inherente la poca valoración y el seguro despilfarro.

Y hay propietarios de medios que cobran sus servicios aparte del pago a sus empleados, casi siempre en pauta publicitaria y en jugosos contratos, dada su versatilidad en la actividad pública nacional.

¿Cómo es imposible,  eludir la sentencia de Barbey D´Aurevilly: "Los periódicos que deberían ser los educadores del público, son sus cortesanos, cuando no su rameras"?

A los ciudadanos de bien arriba mencionados les apareció siempre un juez de pacotilla y un periodista ídem y, desde luego,  un medio para el cual se venden.

El más truculento caso fue el del hacker, y pensábamos que esa era la tapa de la olla; pero cuan equivocados estábamos. Como el Dr. Álvaro Uribe Vélez, todos los días, fustiga a los violadores y secuestradores de las niñas abusadas por la guerrilla de las FARC, se habían demorado en montar la fábula y apareció, bajo la misma égida de ME TOO, una periodista que resolvió escribir el cuento de que había sido violada hace varios lustros, por uno de sus jefes, pero que se reservaba el derecho a no identificarlo, pero con gotero empezó a dar pistas: 

Era un colombiano muy importante y con mucho poder, dado su poder exorbitante su temor se justificaba porque las represalias serían inevitables.

La revista Semana lanzó el globo sonda, igualito que en el caso del hacker, ya no fue Oscar Ivan Zuluaga el señalado,   el violador podría ser el expresidente Álvaro Uribe Vélez.

El efecto sería fulminante. ¡Cómo un violador podía tener la desfachatez y el cinismo de condenar la violaciones de la guerrilla? Automáticamente se volvió reo de violencia carnal calificada y agravada, por el evidente ejercicio de poder y subordinación sobre la violada, a quien sojuzgó y venció prevalido de la incontrolable fuerza de su cargo ya que tenía que proteger la permanencia en el trabajo de su señor padre, a la sazón, segundo comandante de la Fuerza Aérea Colombiana, FAC. Les ruego no confundirla con las FARC.

Y la mala leche del forjador de insidias y sospechas no para ahí; la violada había sido esposa del líder y precandidato del Centro Democrático, Dr. Rafael Nieto Loaiza. ¿Qué aportaba esa información a la investigación? ¡Nada, absolutamente nada! pero sí aportaba mucho a la posibilidad de señalar al Dr. Uribe Vélez como desleal con uno de sus amigos entrañables.

Pero como en las redes sociales todos estamos en trance de periodistas impolutos, aparece la otra cara de la moneda. 

Unas fotos de varios colegas de la violada, manoseándola a discreción y con su anuencia, por la cara de agrado que luce. 

Un  correo suscrito por un oyente de La Luciérnaga, dirigido al Director de entonces, Dr. Hernán Peláez Restrepo, año 2013, pidiéndole que, por favor, controle la morbosidad sexual expresada permanentemente en ese programa, para el cual colaboraba la presunta violada.

Y por último, en la tarde de hoy aparece la ofendida, posando desnuda para la revista Soho, que fue de propiedad del periodista Daniel Samper Ospina, hijo de Daniel Samper Pizano y sobrino del expresidente Ernesto Samper Pizano y colaborador permanente de Semana, en donde escriben Daniel Coronel, María Jimena Duzán y Antonio Caballero, entre otros, los cuales emulan en su animadversión por el Dr. Álvaro Uribe Vélez.

Permítanme concluir mi escrito con un chascarrillo: si el Dr. Uribe no se pone las pilas, el violado hubiera sido él.


sábado, 27 de enero de 2018






LA CARA REPUGNANTE Y NAUSEABUNDA DE LA POLÍTICA

Por Peloecaña

Conocí a Dorotea Laserna Jaramillo, cuando su padre, el Dr. Mario Laserna Pinzón, era miembro del Directorio Conservador de Bogotá y la Casa Conservadora quedaba a espaldas del Palacio de los Ministerios, calle 6ª, costado sur, entre carreras 7ª y 8ª de la capital.

En esa vieja casona estaban las oficinas del Partido Conservador y yo era, por entonces, el Secretario de las Juventudes Conservadoras de Cundinamarca. 

El Dr. Mario, a veces, se hacía acompañar de su hija Dorotea, quien en  más de una ocasión departía con algunos de nosotros, en el salón donde nos reuníamos. No puedo decir que fuimos amigos, pero si que nos conocíamos.

Pues bien, más tarde Dorotea fue la esposa del Dr. Ignacio Valencia López, y la madre de la Senadora Paloma Valencia Laserna, destacadísima militante del Centro Democrático, senadora por ese partido, precandidata presidencial, y protagonista preeminente de la política colombiana.

En el fragor de la refriega electoral, por estos días, la periodista Claudia Morales ha querido denunciar que fue víctima de una violación en la que se mancillaron su honor y su libertad sexuales.

Hasta que no se demuestre lo contrario, esa denuncia no tiene por objeto que se haga justicia por el delito cometido en el que el sujeto pasivo de esta acción punible es la comunicadora Morales, sino, por el contrario, pretende la ofendida que un manto de duda viole el derecho al buen nombre de varios colombianos.

Dice la ley penal colombiana que cuando alguien denuncia a otra persona de cometer delito, el o la denunciante está obligado a identificarlo, so pena de incurrir en un acto también delictuoso.

Fui objeto de una violación, cometida por uno de mis jefes, pero me reservo el derecho de no identificarlo, por la preeminencia  importancia del violador y el temor a las represalias que pueda cometer en mi contra. En síntesis, ese es el tenor de la denuncia pública, formulada a través de los medios.   

Resulta que la violada denunciante ha tenido varios jefes, todos importantes, notorios y notables, desde un expresidente, hasta destacados directores de medios. Su silencio tiende un manto de duda sobre la integridad moral de todos los que han sido jefes de la periodista.

La trama se sigue urdiendo y, de pronto,  salta la liebre; alguien anónimo empieza a nombrar sospechosos, hasta llegar a sembrar la cizaña directamente en la  persona del expresidente Álvaro Uribe Vélez, el objetivo está cumplido y la denuncia inconclusa, que empezó como una bola de nieve ladera abajo, hasta que  tomó proporciones de alud descomunal. 

Pero es tan evidente y burda la mala intención de la calumnia tentada, que su propósito maligno no prospera y se devuelve contra sus autores cobardes y bellacos, que en vez de ser morales son perfectamente amorales.

Viene otro episodio, concebido de manera inexplicable, que aturde y confunde: la senadora Paloma Valencia Laserna decide escribir acerca de un episodio oscuro, viscoso, purulento, repugnante y nauseabundo y somete a su señora madre a la humillación de convertirla en protagonista de un  episodio que nunca ha debido ser sacado a la luz pública: doña Dorotea Laserna de Valencia, en su hermosa juventud, fue acosada por un degenerado, investido de la autoridad y la prestancia inherentes al cargo de Procurador General de la Nación.

Una cosa es un acoso frustrado y otra una violencia consumada.

Paloma Valencia no ha tenido el buen juicio de sopesar la grandeza y dignidad de su señora madre, la colocó en el centro de la atención de tantos morbosos degenerados, que quieren hacer fiesta del honor de personas decentes y respetables. Se equivocó de medio a medio, derramó sobre el traje de gala de su credibilidad un frasco de tinta indeleble. ¡Que pena! ¡cuanto mal le ha hecho a su carrera política!

¿Qué pretende? ¿Emular con Claudia Morales, en la persona de Dorotea Laserna Jaramiilo?

Sindica Paloma a un exprocurador, pero no lo identifica. Desde 1967 hasta el año 2016 han pasado por esa dignidad, las siguientes personas:

Mario Aramburo Restrepo, Jesús Bernal Pinzón, Jaime Serrano Rueda, Guillermo González Charry, Carlos Jiménez Gómez, Carlos Mauro Hoyos, Horacio Serpa Uribe, Alfonso Gómez Méndez, Carlos Gustavo Arrieta, Orlando Vásquez Velásquez, Jaime Bernal Cuellar, Edgardo Maya Villazón, Alejandro Ordóñez Maldonado y el actual Procurador, Dr. Carrillo.

Paloma, Dorotea Laserna Jaramillo, su dignísima madre, salió incólume de ese acoso,  como Daniel salió del horno ardiente  y del foso de los leones.


martes, 23 de enero de 2018






II-  LA HISTORIA ANTES DE LA MEMORIA HISTÓRICA Y DE EL PADRE DE ROUX

Por Peloecaña

Dicen los cronistas que el Partido Liberal Colombiano tuvo, como primer programa ideológico, la declaración escrita por don Ezequiel Rojas, proclamada el 16 de julio de 1848, conspirador contra el Libertador Simón Bolívar, igual que el cofundador, un año después, del Partido Conservador, don Mariano Ospina Rodríguez, como ya quedó dicho.

A pesar de que el General Tomás Cipriano de Mosquera fue elegido Presidente entre 1845 y 1849, el Partido Liberal entra por la puerta de atrás a la historia de Colombia, cuando, desleal con algunos  de sus mas esenciales principios, la tolerancia, el respeto a la opinión ajena y el libre examen, el 7 de marzo de 1849, a menos de un año de su fundación, eligió bajo la presión y la violencia de las Sociedades Democráticas, que estaban integradas por  artesanos,  todos militantes del recién  fundado Partido Liberal, al General José Hilario López, teniendo como argumento de convicción el grito altanero e intimidante, el garrote contundente y la daga afilada, todo en honor a la democracia, como calificó otro jefe liberal y después presidente de Colombia, don Manuel Murillo Toro, esos desmanes populares fueron simples “retozos democráticos". Lo mismo que hoy, simples retozos democráticos para que las FARC accedan al poder.

Durante el gobierno del mandatario así elegido, se despojó de los bienes a la Iglesia, se expulsaron de Colombia a los jesuitas y, en un alarde de audacia, se apropiaron de la abolición de la esclavitud, cuando ese hito había sucedido por mandato constitucional en  1821, propuesto por el Libertador. Si eso no es ganar indulgencias con avemarías ajenas, Colombia queda en el África.

La mayor cantidad de esclavos en Colombia estaban entonces en lo que hoy es el Departamento del Cauca, cuna de los expresidentes y generales los tres,  Tomás Cipriano de Mosquera, José Hilario López y José María Obando.

Sucedió al General López otro payanés, el general Obando, comprometido en el asesinato del "Inmaculado Sucre", juzgado, procesado y condenado por tan nefando crimen.  

Fue también Presidente Liberal, don Rafael Núñez Moledo, en cuatro ocasiones: Entre 1880 y 1882; 1884 y 1886; 1886 y 1892; y 1892 y 1898. 

Es, sin duda, el más grande presidente de toda la historia del Partido Liberal. A él le debe Colombia, junto con Miguel Antonio Caro, la magna obra de la Constitución de 1886. Con justicia la historia lo conoce como el Presidente de la Regeneración. 

En 1930, accede al poder el doctor Enrique Olaya Herrera, boyacense, como el autor del primer programa ideológico del Partido Liberal; viene la guerra con el Perú, la gana Colombia en el campo de batalla, porque es el prototipo de la guerra justa, y la pierde en la mesa de negociación después de que el Gobierno de Lima capituló y el gobierno de Olaya Herrera entrega la victoria en los salones de la diplomacia. ¡Que vergüenza y cuánto dolor de Patria!

Vienen los dos gobiernos de Alfonso López Pumarejo que cohonestaron los negociados de la Handel y la Trilladora Tolima y el crimen de la Magdalena, vergüenza y baldón del Partido Liberal, que permitieron el agigantamiento del doctor Laureano Gómez y provocaron la ira sectaria de El Tio y el abuelo del presidente Santos Calderón, atizadores de la violencia liberal conservadora.

Entre el primero y el segundo inconcluso mandato de Alfonso López Pumarejo, el de la República Liberal, llega a la Presidencia de la República, el doctor Eduardo Santos Montejo, entre 1938 y 1942, un período absolutamente gris, sobresaliente por la persecución a los conservadores, circunstancia que avivó la violencia fratricida; en él se sucedieron matanzas genocidas como la de Gachetá, en la Provincia del Guavio en Cundinamarca, el 8 de enero de 1939.

Después vinieron los gobiernos de dos grandes del Partido Liberal, los doctores  Alberto LLeras Camargo y Carlos LLeras Restrepo; al primero le basta y le sobra con haber sido coautor emérito del Frente Nacional. Esa magna obra le ha merecido sitial preeminente en la historia de Colombia. 

Al doctor Carlos LLeras Restrepo, en su hoja  de servicios a la patria, le sobran alamares. La reforma Constitucional de 1968 le da méritos suficientes para haber concluido, a satisfacción, su periplo por la Administración Pública.

El doctor Alfonso López Michelsen no contento con sus hazañas de la Handel y la Trilladora Tolima, agregó otras joyas a su cadena de desatinos: el caso de la Hacienda  la Libertad, la prohibición al General Valencia Tovar de volver trizas el ELN y, desde luego, el haber mandado a Panamá a negociar con un representante de Pablo Escobar, a través de Ernesto Samper, financiación para su campaña presidencial.

El doctor Julio César Turbay Ayala tiene a su favor en el balance de su mandato, haberle entregado a su sucesor, un país con la guerrilla sometida, y en la cárcel.

El doctor Virgilio Barco Vargas fue mejor Ministro de Obras Públicas y Alcalde Bogotá que Presidente de la República.

Y ahora hay que registrar, con vergüenza y dolor, el paso de los tres últimos presidentes liberales,  para la militancia de ese partido y para Colombia entera.

César Gaviria Trujillo, el de la Catedral.

Ernesto Samper Pizano, el del elefante, quien convirtió a Colombia en una narcodemocracia, y a los colombianos en los parias de la humanidad; el pasaporte de nuestro país, durante muchos años, fue motivo de estigma y discriminación odiosa y repugnante. 

Y el mandatario liberal actual ha batido todos los records imaginables, por su desfachatez, cinismo, complicidad con la guerrilla y con la deslealtad y la mentira. 

Cualquier liberal decente y honesto que, sin duda, son casi todos, no puede evitar sentirse avergonzado de tan nefandos copartidarios.