EJECUCIÓN SUMARIA POR DISENTIR
Por
Peloecaña
Uno de mis maestros, santo y sabio nos decía a sus discípulos: Los
Tres Reyes Magos ni eran tres, ni eran reyes, ni eran magos. ¡Qué
magistral y qué certera enseñanza!
Los cristianos todos, católicos y no católicos hemos vivido más de dos
milenios aceptando esa leyenda o ese mito, sin que pase nada, porque Gaspar,
Melchor y Baltasar no son parte de ningún dogma, y sí origen de una costumbre
entrañable: la de dar y recibir.
De igual manera, en nada nos afecta si los asesinados por defender sus
principios son o no son líderes; eso es algo eventual e inocuo.
Si algunos, entre ellos la prensa interesada en crear y destruir
prestigios, impunemente, solo con el prurito sensacionalista de crear
fábulas o borrar verdades, quieren que todos seamos líderes, que Colombia se
alista a ser un país de caciques y sin indios que acaten y obedezcan.
Hace dos días, en todo el país, hubo marchas y manifestaciones que
protestaban, con sobradísima y justa razón, por la muerte violenta de quienes
se atreven a creer en algo y a defender esas creencias, a sabiendas
del grave e inminente peligro que lleva implícito estar adherido
a unos principios y a unos valores.
Pancartas por doquier, pero ninguna osaba señalar los criminales autores de
la matanza de esos líderes, ni reclama saber la verdad al
respecto, publicidad inflada e hiperbólica, en cuanto al cálculo
del número de asistentes a tan válidas protestas.
Hasta el señor Presidente se hizo presente en uno de esos
actos públicos en Cartagena, pero tuvo que desistir de su
participación, ante la conducta híspida y sectaria de sus opositores, porque
veladamente le achacan al régimen la autoría de esas muertes
y desapariciones, versión de la cual solo sacan provecho los
verdaderos asesinos intelectuales y materiales.
Esa manera de proceder fue instaurada por Juan Manuel Santos cuando,
a quienes nunca estuvimos de acuerdo con los diálogos cumplidos como se
efectuaron en La Habana, se nos estigmatizó y proscribió, señaló y
etiquetó como los enemigos de la paz, con el único propósito de causar la
muerte política de sus contradictores.
El Estado colombiano y sus agencias de inteligencia saben quienes son los
asesinos de los llamados "líderes sociales", y el gobierno está en la
obligación moral de denunciarlos a los cuatro vientos, nacional e
internacionalmente; no hacerlo, callar, también es criminal; eso en el Derecho
Penal se llama encubrimiento.
La prensa toda, escrita, hablada y oída, las redes sociales han de cumplir
con el sagrado precepto, que a todos nos da el derecho de saber la verdad y que
los comunicadores, con tanto ahínco, reclaman en ejercicio de la libertad de
informar, complemento del derecho a estar verídicamente informados, derecho del
cual toda la sociedad es titular, y al que no puede renunciar.
Los líderes sociales son víctimas propicias de sus verdugos
naturales, los narcotraficantes, las bandas criminales organizadas, los
mineros ilegales y los victimarios de la UP.
Dr. Iván Duque Márquez no son suficientes los discursos, hay que exigirle
resultados inmediatos y ciertos a los organismos investigadores del Estado y
contarle al mundo entero, cuántos líderes fueron asesinados antes de usted asumir
la presidencia y durante el mandato de su antecesor; compre espejos
retrovisores e instálelos en sitios adecuados en el vehículo que
conduce y que se llama gobierno colombiano. Dese cuenta de la importancia
capital que tiene el corte de cuentas y el balance, el antes y el después.