domingo, 28 de julio de 2019




EJECUCIÓN  SUMARIA POR DISENTIR


Por Peloecaña

Uno de mis maestros, santo y sabio nos decía a sus discípulos: Los Tres Reyes Magos ni eran tres, ni eran reyes, ni eran magos. ¡Qué magistral y qué certera enseñanza!

Los cristianos todos, católicos y no católicos hemos vivido más de dos milenios aceptando esa leyenda o ese mito, sin que pase nada, porque Gaspar, Melchor y Baltasar no son parte de ningún dogma, y sí origen de una costumbre entrañable: la de dar y recibir.

De igual manera, en nada nos afecta si los asesinados por defender sus principios son o no son líderes; eso es algo eventual e inocuo.

Si algunos, entre ellos la prensa interesada en crear y destruir prestigios, impunemente, solo con el prurito sensacionalista de crear fábulas o borrar verdades, quieren que todos seamos líderes, que Colombia se alista a ser un país de caciques y sin indios que acaten y obedezcan.

Hace dos días, en todo el país, hubo marchas y manifestaciones que protestaban, con sobradísima y justa razón, por la muerte violenta de quienes se atreven a creer en algo y a defender esas creencias, a sabiendas del grave e inminente peligro que lleva implícito estar adherido a unos principios y a unos valores.

Pancartas por doquier, pero ninguna osaba señalar los criminales autores de la matanza de esos líderes, ni reclama saber la verdad al respecto, publicidad inflada e hiperbólica, en cuanto al cálculo del número de asistentes a tan válidas protestas.

Hasta el señor Presidente se hizo presente en uno de esos actos públicos en Cartagena, pero tuvo que desistir de su participación, ante la conducta híspida y sectaria de sus opositores, porque veladamente le achacan al régimen la autoría de esas muertes y desapariciones, versión de la cual solo sacan provecho los verdaderos asesinos intelectuales y materiales.

Esa manera de proceder fue instaurada por  Juan Manuel Santos cuando, a quienes nunca estuvimos de acuerdo con los diálogos cumplidos como se efectuaron en La Habana, se nos estigmatizó y proscribió, señaló y etiquetó como los enemigos de la paz, con el único propósito de causar la muerte política de sus contradictores.

El Estado colombiano y sus agencias de inteligencia saben quienes son los asesinos de los llamados "líderes sociales", y el gobierno está en la obligación  moral de denunciarlos a los cuatro vientos, nacional e internacionalmente; no hacerlo, callar, también es criminal; eso en el Derecho Penal se llama encubrimiento.

La prensa toda, escrita, hablada y oída, las redes sociales han de cumplir con el sagrado precepto, que a todos nos da el derecho de saber la verdad y que los comunicadores, con tanto ahínco, reclaman en ejercicio de la libertad de informar, complemento del derecho a estar verídicamente informados, derecho del cual toda la sociedad es titular, y al que no puede renunciar.

Los líderes sociales son víctimas propicias de sus verdugos naturales, los narcotraficantes, las bandas criminales organizadas, los mineros ilegales y los victimarios de la UP.

Dr. Iván Duque Márquez no son suficientes los discursos, hay que exigirle resultados inmediatos y ciertos a los organismos investigadores del Estado y contarle al mundo entero, cuántos líderes fueron asesinados antes de usted  asumir la presidencia y durante el mandato de su antecesor; compre espejos retrovisores  e instálelos en sitios adecuados en el vehículo que conduce y que se llama gobierno colombiano. Dese cuenta de la importancia capital que tiene el corte de cuentas y el balance, el antes y el después.












jueves, 25 de julio de 2019






VERGÜENZA  UNIVERSAL


Por  Peloecaña


Hay situaciones y sucesos en el mundo que por más esfuerzos que hagamos para evitarlo, nos  llenan de vergüenza, pena, ira y todos los sentimientos que el hecho nefando genera.

Afortunadamente los motivos de disgusto son pocos y su acaecer, por ser escaso, aumenta el desconcierto y el asombro irremediables, y nos coloca en la más absoluta y plena insatisfacción personal y colectiva, casi unánime.

En días recientes, hubimos de ser testigos de uno de esos episodios tan indignantes cometidos a nombre de la calumniada democracia: la posesión como senador de Colombia del autor intelectual y coautor material de uno de los acontecimientos que nos demuestra  que el ser humano es capaz de todo lo indecible, de cualquier depredación, de sin duda la más patética actitud de barbarie inconmensurable: la masacre de Bojayá. 

El 2 de mayo de 2002, se encontraban refugiados en el templo católico de Bojayá varios centenares de personas, convencidos de la garantía de seguridad  que el sitio sacrosanto significaba para sus vidas.

Desde luego, en teoría eso era históricamente verídico; la historia está llena de ejemplos del respeto que el refugio de los templos de la catolicidad significaron para las personas, aún ante el asedio de los más abyectos déspotas y sátrapas.

Pero como para la guerrilla marxista leninista de las farc, "la religión es el opio del pueblo", y el ateísmo es impronta de su militancia, era obvio que el templo de Bojayá no era garantía alguna de supervivencia para los allí refugiados.

El resultado de esa masacre demencial, 79 muertos y más de 100 heridos.

Pues bien, el guerrillero marxista, ateo y, por ende, masacrador, Israel Zúñiga, alias Benkos Biohó, acaba de ser posesionado Senador de la República de Colombia, por el Presidente de esa Corporación, Presidente elegido el 20 de julio pasado, con los votos de senadores de todos los partidos, allí representados; eso sembraron, eso cosecharon  y en menos de una semana.

Quiero pedir, respetuoso, a los expresidentes  de Colombia, doctores César Gaviria Trujillo, Andrés Pastrana Arango y Álvaro Uribe Vélez, a los demás no porque son copartícipes por sus actos de la consumación de esta ignominia, que hagan lo necesario, sin ahorrar esfuerzos ni gestiones, y que instruyan a las bancadas, la Liberal, la Conservadora, y la del Centro Democrático, para que no asistan al Congreso mientras Zúñiga lo haga, ni avalen con su presencia la consumación de tan funesto precedente, humillante como el que más, para mi martirizada patria.

Dr. Gaviria, en homenaje a la memoria del sacrificado Luis Carlos Galán Sarmiento, víctima de los precursores del narcotráfico, que hoy lideran las farc, le ruego atender  mi petición comedida.

Dr. Andrés Pastrana Arango, como homenaje a la memoria de su señor padre, Dr. Misael Pastrana Borrero, ícono del conservatismo colombiano y grande entre los grandes, acudo respetuoso a su solvencia moral a toda prueba, para que la bancada conservadora en el Senado, no se iguale con tan macabro personaje, el autor de la masacre de Bojayá.

Dr. Álvaro Uribe Vélez, por ser usted merecedor del título de Gran Colombiano, sustentado en sus atinadas decisiones, respetuoso impetro ejerza su autoridad política en este caso concreto, y escuche mi solicitud para que la bancada del Centro  Democrático en el Senado, no le dé visto bueno con su presencia a la vergonzosa exaltación de un criminal al rango de senador.

Doctores, Gaviria, Pastrana y Uribe no creo, ni por solo instante, que los senadores de sus partidos sean iguales al reemplazo de Iván Márquez.

¡Señores expresidentes, tienen la palabra!



















martes, 23 de julio de 2019




LOS RESPALDOS EFECTIVOS PARA LA ALCALDÍA DE BOGOTÁ

Por Peloecaña

Nunca, como ahora, se requiere transparencia, nitidez, y claridad en todas las personas, entidades y partidos políticos, de parte de los  que quieren que Bogotá no vuelva a las manos de aspirantes, que representan la repetición de mandatos nefandos y nefastos, y que hoy se vislumbran como hipotéticos aliados de quien sea garantía, al menos teórica, de que si gana,  su mandato será la antítesis de Petros, Samueles, Claras y Luchos, como desgobernantes. Ahí está su obra de gobierno, para la posteridad, como clarísimo ejemplo de lo que nunca debe repetirse.

El candidato a oponerle a Claudia López ha de ser alguien que no odie como ella, que tenga a los ojos de los electores ejecutorias administrativas positivas, palpables y evidentes, y no igual que la candidata izquierdista, huérfana de acciones que nos indiquen su capacidad de gobernar.

En los discursos cabe todo, ya sean improvisados y espontáneos o preconcebidos y preparados por otros expertos encantadores de áspides y cobras; en los medios de comunicación se oye y se lee lo que el comunicador de turno quiera transmitir, en pro o en contra de cualquier aspirante a gobernante, y en las redes sociales, ni para qué decir.

Los respaldos de figuras preeminentes y notorias, ante la opinión, no han de estar condicionados a la coincidencia de odios y desafectos con el actual Alcalde de Bogotá, que siempre ha buscado el logro del bien común, y una gestión sin sombras ni opacidad. Por fortuna, el unanimismo no existe en cuanto a las loas a su mandato, pero los ciudadanos del común lo ven con gratitud y reconocimiento y son mayoría significativa.

Claudia López últimamente ha enfilado los  cañones de su artillería pesada hacia un blanco determinado y recién escogido, el mandatario capitalino, y pareciera que el arsenal de donde se provee de munición está en los micrófonos de un programa radial que se ufana de ser uribista y vocero del Centro Democrático.

Llegó la hora de las definiciones; o se está con Claudia López y contra Enrique Peñalosa Londoño o se respalda, sin restricciones mentales, al candidato de la Alianza de Oro, que puede ser integrada, por el Centro Democrático, el Partido Conservador, un sector importante del partido Liberal y, Dios quiera, que a esa coalición ingresen otros partidos y otros aspirantes a la alcaldía de Bogotá.

El doctor Miguel Uribe Turbay es un ciudadano, ejemplar, un hombre honesto y sabio, que ha dado muestras exitosas de ser un buen administrador público, y de rancia estirpe republicana, que merece nuestra admiración y  solidaridad y, desde luego, nuestro respeto. Limpio y "sine mácula", a no ser que la feliz circunstancia de haber sido Secretario de Gobierno del Distrito Capital de Bogotá, bajo la dirección de la autoridad de Peñalosa Londoño, sean  un INRI y un baldón, en vez de un motivo de satisfacción y orgullo.

Los respaldos a su nombre y a su persona requieren de la nitidez y transparencia brillante y sin sombras, como son las virtudes del respaldado.













viernes, 19 de julio de 2019






PARA  MENTIRAS EL TIEMPO

Por Peloecaña

El diario El Tiempo, en su edición de hoy, 19 de Julio, nos brinda a sus lectores la más patética demostración de cómo se falsea la historia y cómo se desinforma la opinión, todo en nombre de la más preciada de todas las libertades, según los periodistas o seudoperiodistas: la libertad de prensa.

Escribe el historiador mentiroso, Don Javier Forero, en su crónica que pretende revivir la realidad de los sucesos acaecidos el  8 de septiembre de 1949 en el Salón Elíptico del Capitolio, lo siguiente:

Los Representantes a la Cámara Gustavo Jiménez, conservador y Carlos del Castillo, liberal. ¡Mentira monumental e inadmisible! Jiménez era liberal y del Castillo, conservador. ¡Casi nada de falsedad histórica!

Como yo tuve la feliz oportunidad de oír, de viva voz de un testigo presencial de los nefastos sucesos, el Dr. José Vicente Sánchez López, voy a repetir para Desiderata lo que de sus labios, con atención y respeto, escuché.

En la legislatura de entonces, en la Cámara, era mayoría numérica el Partido Liberal y quería impedir que el Dr. Mariano Ospina Pérez terminara su mandato constitucional, que iba hasta el 7 de agosto de 1950.

Para lograr su propósito, presentó a consideración de esa Corporación un proyecto de ley reformando el Código Electoral, en el sentido de adelantar la fecha de las elecciones de Presidente de la República. 

Los conservadores se opusieron a esa pretensión, argumentando que la reforma al Código Electoral no se podía aprobar por mayoría simple como la requerida para expedir  una ley ordinaria, sino que necesitaba una mayoría calificada, con la que no contaba el liberalismo, y así sus propósitos golpistas se verían frustrados.

Pero sucedió lo que tenía que suceder. El partido opositor  impuso sus mayorías y no tuvo en cuenta los argumentos del conservatismo.

Ante el atropello institucional, el Dr. Laureano Gómez, Jefe de la Bancada Azul de la Cámara, reunió a sus integrantes y les ordenó que todos y cada uno debían hacer uso de la palabra, en la plenaria, utilizando todo el tiempo que el reglamento parlamentario le otorgaba a cada representante, para dilatar al máximo el debate.

Ante tal orden, el Representante Carlos del Castillo Isaza tomó la palabra y le expresó al Dr. Gómez que él nunca había tenido una intervención pública tan larga; que él era dueño de sus caudal electoral, pero que no era la oratoria su fuerte, que lo eximiera de esa responsabilidad. Su solicitud fue negada y, a regañadientes, hubo de cumplirla.  

Al corresponderle la palabra, Del Castillo Isaza, hizo su introducción, dejando constancia de su inexperiencia como orador y empezó una diatriba contra el partido liberal.

Debo anotar, que tanto Jiménez como Del Castillo estaban representando a Boyacá en la Cámara.

Jiménez interpeló a Del Castillo, e interrumpiendo su intervención le dijo, palabra más palabra menos: usted no es del Castillo porque su papá no es Del Castillo es solamente Castillo y tampoco es Isaza, porque usted es hijo natural de una humilde mujer de apellido Suasa.

Ante tamaña afrenta reaccionó el ofendido, replicando a su ofensor: "Miente hijueputa", y desenfundó  su revólver hiriéndolo mortalmente.

Ante el peligro inminente de la balacera, todos los presentes, liberales y conservadores, buscaron protección bajo sus curules; contaba el Dr. José Vicente  Sánchez que hubo dos representantes conservadores, el general Amadeo Rodríguez, elegido por Cundinamarca, oriundo de La Calera, en las goteras de Bogotá y un representante de Nariño, que fueron los únicos que siempre estuvieron en pié y con sus revólveres prestos.

Por esa actitud erguida, el general Amadeo fue motejado por la prensa liberal como el general  "Abaleo".

El representante liberal Soto del Corral, ciudadano epónimo y respetado por todos sus colegas, fue impactado en una pierna y, a consecuencia de esa herida, falleció meses después.

Esa es la narración que oí y la que considero ajustada a la verdad histórica, coincidente con los hechos sucedidos.

Como el liberalismo insistía en tumbar al Presidente, a éste no le quedó más remedio que clausurar el Congreso y terminar su mandato.