NO HAY EFECTO SIN CAUSA
Por Peloecaña
¿Por qué el presidente Duque somete al país a la acción premeditada y orquestada de los vándalos de todas las pelambres?
¿Por qué una decisión judicial sabia y bien pensada, la prohibición del paro, que tiene como fin proteger un bien común, la salud de los colombianos que, desde luego, es obligación del Estado, es desacatada olímpicamente y no pasa absolutamente nada?
¿Por qué y para qué darle munición y pertrecho abundantes y eficaces al mayor enemigo de la democracia colombiana, Gustavo Petro Urrego, vocero del marxismo leninismo y de la insurgencia, que tanto mal nos ha causado y sigue motivando?
¿Por qué el Gobierno Nacional, a cuya cabeza está quien nosotros mismos elegimos, toma decisiones tan absurdas, ilógicas, e inconsultas y sin concertación alguna, como la presentación al Congreso de una reforma tributaria inoportuna, antítesis de la justicia distributiva, impopular, confiscatoria y onerosísima para los más débiles?
Yo encuentro la siguiente respuesta o causa:
Porque, una vez más, nos equivocamos en la escogencia del primer mandatario y, también, otra vez atinó el peor enemigo que Colombia ha tenido en toda su historia, Juan Manuel Santos Calderón.
Con el más repugnante de los fríos cálculos, a mansalva y sobre seguro, Santos planeó, programó y cumplió su tercer mandato en cuerpo ajeno, porque Iván Duque Márquez es santista químicamente puro.
E insaciable y de inconmensurable ambición, "Chucky" busca seguir mandando y desgobernando, por lo menos, cuatro años más, de nuevo por interpuesta persona; esta vez el títere de turno se llama Gustavo Petro Urrego; sí, no es equivocación, es la verdad monda y lironda.
Tengan en cuenta esta fecha, abril 29 de 2021, día en el que Peloecaña, vaticinó el respaldo de Juan Manuel Santos Calderón a la candidatura presidencial de Petro.
Es evidente que la nación requiere, con urgencia, un ajuste fiscal, pero no solo el erario requiere más ingresos, también es de forzosa obligación el recorte del gasto público; hay instituciones de gran fronda burocrática, que cumplen la misma función.
Las transferencias para la insurgencia, generadas en los acuerdos inexistente de La Habana, son vena rota para las finanzas del Estado.
Las dietas de las curules de las Farc y la nómina de auxiliares y mantenidos de esos congresistas, también son sangría caudalosa para el erario.
¡Y qué no decir de los gastos de funcionamiento de la JEP!
Si al presidente Duque se le hubiera ocurrido concertar y conciliar con las fuerzas vivas de la nación, con los gremios, con los trabadores y con la clase política, el texto de la reforma tributaria, antes de someterlo a consideración del Legislativo, no tendríamos el paro nefando, que hoy padecemos.
¿Será que por primera vez, en muchos años, habrá quien asuma la responsabilidad de la insensatez y la ausencia de sindéresis de este gobierno?