LAS OPINIONES SE RECIBEN DE QUIEN VIENEN
Por Peloecaña
En gravísima afrenta se vería cualquier persona decente que sea elogiada o valorada positivamente por sujetos de la catadura y la insolvencia moral, como Juan Manuel Santos o Ingrid Betancur.
El tahúr y premio nobel de paz, que en mala hora fue escogido presidente de los colombianos, descalifica al más investigado por las agencias de seguridad del Estado colombiano, el expresidente Andrés Pastrana Arango, quien salió indemne como Daniel del horno ardiente y el foso de los leones, de las garras de los manumisos de Ernesto Samper.
Por más minuciosidad empleada en la búsqueda de una sola mácula, por nimia que fuera, nada hallaron los investigadores a destajo.
Ahora resultan diciendo, en coro, la más ninfómana de las secuestradas por las Farc y el adalid de la traición política: "Pastrana se suicidó políticamente", porque ante la Comisión de la Verdad, invento de Santos, aireó, una vez más, un documento auténtico que ratifica que los hermanos Rodríguez Orejuela si sufragaron la elección del narcopresidente Ernesto Samper Pizano.
Doctor Pastrana, no se preocupe, ni se inmute; preocupantes sería que esa yunta de antivalores lo estuvieran elogiando o ensalzando.
Esa defensa de Samper confirma que los dos, Santos y Betancur, son de la gallada del defendido y que Andrés Pastrana Arango, de nuevo, ratifica su estatura moral y su grandeza espiritual.
Cuando sujetos de ese talante se aúnan para zaherir, no hacen más que aullar como los chacales hambrientos y famélicos.
Afortunadamente, Colombia ya los tiene medidos y pesados, calibrados y seleccionados, y ocupan en la historia patria el lugar que a pulso se han ganado.
Que tal Marx defendiendo la existencia de Dios, o Hitler abogando por los judíos, o los talibanes reconociendo y proclamando los derechos de la mujer, distintos a los que les otorga el fanatismo islámico.
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