EL REGRESO DE SALVACIÓN NACIONAL

 

 

Respetado doctor Enrique Gómez Martínez, saludo cordial.

 

Dada mi condición de godo irredento, celebro alborozado el regreso del movimiento de Salvación Nacional a la palestra política, convencido de que el tesoro ideológico y moral que nos legó el inolvidable e irreemplazable doctor Álvaro Gómez Hurtado siempre será faro encendido, que impedirá la pérdida del rumbo náutico y alumbrará la llegada a puerto seguro y feliz.

 

El rescate y la permanencia de tan sublime ideario es imprescindible en la vida democrática de Colombia.

 

Atinado su concepto sobre algunos de los personajes que durante años han sido notorios en el escenario nacional, en especial cuando se refiere al doctor  Álvaro Uribe Vélez, a pesar de que festinó el triunfo del NO del plebiscito del 2 de octubre de 2016.

 

Injusta y errática su invitación al retiro del expresidente Andrés Pastrana Arango. El lideró con el expresidente Uribe la campaña por el NO que derrotó a Santos; desenmascaró a Samper, el autor intelectual del magnicidio de su ilustre tío; ha sido coherente en su lucha por la paz y en el señalamiento, con dedo acusador, de la inmundicia ética y política que representa Juan Manuel Santos.

 

Además, gracias a los doctores Uribe y Pastrana, Colombia no está en manos de Gustavo Petro y lo que él significa y representa.

 

Al doctor Pastrana Arango lo necesitamos como guía y norte del Partido Conservador y de la patria herida y maltratada.

 

Estoy seguro de que el doctor Álvaro Gómez Hurtado, hoy a la diestra del Tribunal Supremo y desde el sitial de preeminencia que ocupa en el Olimpo, no comparte su desobligante invitación.

 

Es de perogrullo que el expresidente Pastrana brilla con luz propia y no requiere, como usted, de ser del mismo abolengo que su tío, con sus ejecutorias le basta y sobra.

 

Por favor rectifique, que errar es humano y corregir a tiempo también.

 

Empieza con mal pié el retorno de algo que de por sí es grande y eminente, EL MOVIMIENTO DE SALVACIÓN NACIONAL.

 

Le hago esta observación porque creo en su enorme valor civil y moral, académico y en su estirpe ilustre, y porque no tengo cabida en el mundo de los aduladores y sobachaquetas.

 

Estoy con Séneca: "Prefiero molestar con la verdad que complacer con la adulación".

 

 

Peloecaña