¡OH TEMPORA, OH MORES!
Por Peloecaña
Siendo testigo de la actuación de quienes administran justicia en pleno siglo
XXI y de quienes la administraron en el pasado, vino a mi memoria la lectura de
remembranzas y narraciones de épocas pretéritas.
En pleno apogeo de las hegemonías liberal y conservadora, los jueces de la
república nunca sirvieron de yunque y de martillo para golpear los
contradictores del régimen de turno, no obstante que el Estado lo integraban en
todas las Ramas del Poder Público, burócratas homogéneamente correligionarios
del partido que lo ejercía.
A pesar de que por décadas, y sin solución de continuidad, los más destacados
voceros de la prensa liberal se encargaron de venderle a la opinión que el Dr. Laureano Gómez, un día sí y otro también,
disponía lo necesario para masacrar a los militantes del Partido Liberal y que
en la cocina de su casa el menú diario era desayuno con huevos pericos con
carne asada de liberal; al almuerzo preparaban sopa de albóndigas con
carne molida de liberal; y en la cena se servían tajadas de lomo de liberal con
café, disponiendo lo necesario para que a veces se hiciera calentado con las
sobras del almuerzo y la cena para el desayuno del otro día, nunca, pero nunca,
al Dr. Gómez lo procesaron por tan criminal conducta, a pesar de que los
jueces que administraban justicia eran militantes formales y materiales de esa
ideología.
Como las calumnias lideradas por Don Enrique Santos Montejo, hermano
del expresidente Eduardo Santos Montejo y abuelo del hoy Presidente de la
República Juan Manuel Santos Calderón, desde su columna La Danza de las Horas, pilar fundamental de EL TIEMPO, el diario de
todos los Santos, no tuvieron eco en los jueces de entonces, la instigación a
la violencia no paró y los periodistas de EL TIEMPO no han respondido por su
labor inductora de tanta iniquidad, tanta muerte y tanto luto, todo en nombre
de la tan malhadada libertad de prensa que, desde luego, no tiene color
político.
Pero como cada regla tiene su excepción, apareció un juez liberal
que se olvidó de la Constitución y de la ley y le montó un proceso penal
al Dr. Laureano Gómez, por el presunto delito de calumnia.
Esto sucedió:
En el año de 1943, durante el debate adelantado por el Senador Laureano Gómez
contra el gobierno del Dr. Alfonso López Pumarejo, por el asesinato de Mamatoco
que, según los cronistas de entonces, se debió al chantaje al que estaba siendo
sometido un hijo del Presidente en ejercicio, quien había sido sorprendido por
Mamatoco en la práctica de piruetas amorosas con la esposa de un
ministro de la República Liberal, se metió con el Dr. Alberto Lleras Camargo, a
la sazón Ministro de Gobierno del régimen.
Ante los ataque despiadados del Dr. Laureano Gómez, el Dr. Lleras Camargo
dijo en el Senado: "Pensar que no
hay un juez de la República capaz de arrestar a estos calumniadores".
Pues resulta que sí lo hubo, y saltó a la palestra política el juez, desde
luego liberal, Jesús Ignacio Caicedo Lozano, el que citó a indagatoria al Dr.
Laureano Gómez, quien en la diligencia judicial se negó a responder el
interrogatorio, así: "No le voy a
responder, una de dos: usted está procediendo honorablemente o no lo está
haciendo así. En el primer caso me callo, porque no se le permitirá cumplir con
su deber; en el segundo, también, porque no me presto a
vagabunderías".
Lozano suspendió la indagatoria y mandó poner preso al interrogado.
¡Ahí fue Troya! El conservatismo, minoría ostensible y apabullada en
Bogotá, volvió por sus fueros y salió a la calle hasta que el Dr. Gómez fue
liberado.
Esa dignidad hoy es exótica y a la gente le da temor reclamar lo suyo.
El juez Lozano además de atrabiliario, ignorante, lo mismo que hoy, no tuvo
en cuenta el texto del artículo 106 de la Constitución de 1886 por entonces en
pleno vigor, que a la letra dice: "Artículo
106. Los Senadores y Representantes son inviolables por sus opiniones y votos
en el ejercicio de su cargo. En el uso de la palabra, solo serán responsables
ante la Cámara a que pertenezcan; podrán ser llamados al orden por el que
presida la sesión y penados conforme al reglamento por las faltas que
cometan".
Por eso es válido gritar a los cuatro tiempos: "TODO TIEMPO PASADO FUE MEJOR".
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