2017, HAY QUE PASAR PÁGINA
Por Peloecaña
A los lectores que me distinguen con el
tiempo que han destinado a conocer mis inquietudes, que este año que está
a punto de terminar les haya traído satisfacciones muchas y reciedumbre para
capear los sinsabores, que ojalá hayan sido pocos, y que las expectativas del
próximo año, que ya empieza, sean siempre las mejores, para todos,
incluyendo a sus familias y a su entorno.
Que ojalá no vayamos a sucumbir ante la
amenaza y la preocupante presión de quienes, de buena fe, pretenden
amedrentarnos, con el riesgo de que la unidad rota significa peligro
en el logro de las ciertas esperanzas de un futuro inmediato, llevadero y
promisorio.
Quienes han asumido la dura tarea de ser
guías y heraldos, deben saber que su obligación y su compromiso irrevocables son
acertar plenamente, atinar permanentemente en la diana del polígono del campo
de tiro al que acudimos todos los días para aprender de ellos.
Son sus acciones u omisiones las que
vulneran o enaltecen nuestros principios, que son inalienables y, por tanto, no
se pueden transar; deben estar por encima de temores infundados, de
divisionismos fantasmagóricos, que algunos nos presentan como el coco de
los niños e infantes.
El dilema es inexistente; o entregamos los
valores en los que creemos o, por no dividirnos, asumimos el papel de siervos
irredentos y renunciamos a nuestra condición de seres libres y racionales, sin
hipotecar nuestras conciencias y nuestra dignidad.
Cuando el disenso es caprichoso e
injustificado, nos merecemos el llamado de atención y asumimos la obligación de
rendir cuentas por nuestra irresponsabilidad y por la cuota que nos corresponda
en el fracaso colectivo.
Si los equivocados son los encargados de
ser luz y faro, si son inferiores a la confianza en ellos
depositada, también deben responder rigurosamente, por sus actos u omisiones, y
les corresponde una cuota mayor de responsabilidad por el fracaso personal
y social, fruto de sus decisiones erráticas y desafortunadas.
Nos queda la ilusión de haber creído en
colombianos paradigmáticos y ejemplares y la satisfacción de haber
señalado las incongruencias ideológicas, las equivocaciones cometidas en nombre
de jefaturas ejercidas de manera errónea y, sobretodo, la tranquilidad de
conciencia de haber actuado siempre de acuerdo con el culto a valores
positivos, que nunca han estado ni estarán en pública subasta, ni en ruedas de
remates.
No todo está perdido; hay luz al final del
túnel, hay lumbre en la poterna y guardianes de la heredad. Pronto aparecerán
alternativas nítidas, resplandecientes y ciertas. Colombia no puede sucumbir
ante las jefaturas mal ejercidas, ni ante las equivocaciones reiteradas.
Así es amigo... Ante la alienada justicia colombiana y sus consabidas decisiones arrodilladas al sunami santista saldremos adelante. Tenemos valores y valientes para defendernos. El 2018 será el decisivo para derrotar el castrochavismo.
ResponderEliminarOración por la Paz en Colombia (Para recitar todos los días)
ResponderEliminarEn el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Padre, Tú eres un océano de paz y nos regalas por medio de tu Hijo Jesucristo y por la acción del Espíritu Santo este don, y lo siembras en nuestro corazón por medio de la conversión y la reconciliación.
Tú nos confías la paz a nuestra responsabilidad, convirtiéndonos en artesanos de la paz, para construirla con “pasión, paciencia, experiencia y tesón”.
Tú quieres que nuestras familias sean escuelas de paz donde te escuchemos, acojamos y te sigamos mejor y, así germinen palabras y gestos de perdón, escucha, diálogo, ternura, amor y reconciliación. Que los niños y jóvenes se conviertan en protagonistas de un futuro de paz.
Acompáñanos en las responsabilidades que tenemos en nuestra vida social, política, económica, cultural y eclesial. Haz que difundamos el respeto por la vida, las personas y la creación; que seamos solidarios, fraternos, justos y trabajadores del bien común.
Acoge en tu casa a quienes murieron víctimas de la guerra fratricida, mueve el corazón de los actores violentos para que vuelvan a Ti y sean también ellos constructores comprometidos de la paz. Fortalece a las víctimas en su dignidad y otórgales valentía para ofrecer el perdón.
Que María Reina de la paz, nos ayude a desarmar el corazón, a vivir la justicia, el perdón, la reconciliación y la paz, para que nazca en Colombia la civilización del amor y no de la corrupción y el rencor que desembocan en caos, anarquía, destrucción, guerra y tristeza.
Que con tu preciosísima sangre, Divino Maestro y redentor del Universo, nos convirtamos y perdonemos a todos los que nos han hecho mal de diferentes modos. Que sin esto, nos podemos condenar en el infierno eterno. Que no basta buenas intenciones, sino, acciones amorosas en el Nombre tuyo.
Que María Santísima guie nuestros pasos al Paraíso Celestial, al que todos estamos llamados. Y, que San José nos ayude en cada jornada diaria, para que no nos falten ni los alimentos y ni las medicinas.
Que San Miguel arcángel, nos proteja contra todo vicio, mal, odio y desunión que siempre desembocan en la destrucción del alma y del cuerpo.
Que podamos imitar a los santos del cielo y que ellos sean un modelo para construir una patria y un mundo lleno de Paz, Justicia y nuevas relaciones. Repletas de comprensión, armonía y amor.
En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.