LOS ACUERDOS DE LA HABANA, PACTO SINIESTRO PROTOTIPO DE LA MALA FE
Por Peloecaña
El nefando paso por la Presidencia de Juan Manuel Santos Calderón que, sin
duda, fue un golpe letal para la democracia colombiana, por todo lo
que implantó y suplantó en ella, continúa con la mas onerosa de las cargas, la
impunidad rampante.
No hubo rama del Poder Público que no fuera contaminada con su trágico
devenir.
El Congreso, antes que un órgano legislador y titular del control político,
se convirtió en la más repugnante corporación en la que el Barril de los
Puercos es la panacea y la más generalizada de las prácticas.
El Ejecutivo aún trepida ante la herencia funesta, recibida a satisfacción
y sin beneficio de inventario por el gobierno actual.
Y la Justicia cabalga a lomo de la Constitución y de la ley, y su alegoría,
Temis, se quitó la venda, para dar mandobles sobre segura y parcial, y su
balanza ya no tiene el fiel que la hizo grande y ejemplar.
El tétrico mandato de Juan Manuel Santos, uno de los guerrilleros del
Chicó, “alias Santiago”, fue peón de estribo para la absolución vergonzosa de
la guerrilla de las FARC, y en esa empresa afrentosa fueron cogestores
personas que nunca imaginamos.
La pantomima fue excelentemente montada; nos hicieron creer que en nombre
de la paz tan anhelada, todo era válido y moralmente viable; ¡qué audacia,
qué osadía, qué falta de vergüenza, qué engaño tan doloso y criminal!
Comulgamos todos con ruedas de molino.
Los Acuerdos de La Habana son, a partir de su suscripción, paradigma de los
contratos de adhesión: una de las partes redacta sus cláusulas y la otra, las
firma sin chistar.
Los representantes de la guerrilla apátrida siempre actuaron a sabiendas de
que no iban a respetar lo pactado, y como para verdades el tiempo, con su jefe
a la cabeza, terminaron refugiados en esa Cueva de Rolando que es el gobierno
de Maduro, bajo su protección y égida y solazándose en la descarada práctica de
su incumplimiento y violación.
Márquez, Santrich, El Paisa, Martín Sombra y los frentes activos que, sin
solución de continuidad, no han suspendido ni por un minuto
su actividad subversiva y que por mero maquillaje se hacen
llamar disidencias, siguen en lo mismo, la violación sistemática de todas
las normas del Derecho Internacional Humanitario, secuestran, narcotrafican,
cometen asaltos, siembran minas antipersonas, trafican con menores, etc.,
etc.,etc., y todo a nombre de la paz.
Ahora el jefe de los verdaderos disidentes de las FARC, Rodrigo Londoño,
alias Timochenco, ufano y altanero reclama protección para sus huestes, y se
olvida cual fue la guerrilla de las FARC la que le dio
protección a Fernando Londoño Hoyos, a los reunidos en el Club El Nogal,
a las niñas y niños objeto de su lascivia y degeneración sexual, a las víctimas
de las minas quiebrapatas y, en general, a toda la sociedad colombiana.
Continúa el disidente Timochenco: "Gobierno se empeña en el
incumplimiento de los acuerdos".
¿Y la violencia ejercida de manera ininterrumpida por Márquez y su
gallada, qué es? ¿La mejor manera de cumplir los Acuerdos Pactados en La
Habana?
Pero asómbrense: El Consejero Presidencial para la estabilización, del
actual Gobierno, le replica a Timo: "Rodrigo Londoño se equivoca de
manera ignorante, pero de buena fe".
Pretender la buena fe en alguien que no la conoce es igual
a decir que Trump es el jefe del Partido Demócrata.
¡Qué pena, qué ridículo, qué desfachatez!
Doctor Duque, si quiere salvar a Colombia, aplique el resultado del Plebiscito
que declaró inviables los Acuerdos de La Habana.
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