AL PERRO LO CAPAN CUANTAS VECES PUEDAN
Por Peloecaña
Como en política nunca dos mas dos son cuatro, lo mismo sucede con algunas
afirmaciones proverbiales; ese es el caso de la sentencia popular que afirma
que al perro no lo capan sino una vez. Esa máxima, en política, no se cumple,
no es cierta.
Pareciera que a la ciudadanía, a los votantes y a los que ejercen la
política los acompañe, como hecho inherente, la realidad biológica propia de
algunos animales que cuando pierden su cola, el tiempo se encarga de
restituírsela.
La Registraduría Nacional, organismo oficial que tiene la misión ídem,
de expedir registros de distinta índole, entre otros los que permiten decir
quienes son los ungidos por el voto popular, en nuestra democracia, se ha
apropiado la función de cirujano emasculador de muchos.
En su sala de cirugía se han radicado, con la intención de que su
permanencia sea eterna, quienes practican esa operación, que casi siempre
ejecutan sin anestesia; es decir, a palo seco y que ya el país
conoce plenamente.
La técnica utilizada la han dado en llamar escrutinios, y a su
diagnóstico final se llega o por tarjetones no marcados, o por votos
nulos, o por votos no firmados por el cirujano inicial, etc., etc., etc.
Ese dictamen inicial, afortunadamente apelable, siempre lo dan
miembros activos de la asociación de cirujanos electorales, cuya mayoría
pertenece al "sancta sanctorum" del régimen electoral colombiano,
que se conoce como FECODE, cuyos directivos son todos marxistas leninistas,
aunque sus afiliados, en su mayoría, no lo son pero que, hoy por hoy, los
identifica su antiuribismo proverbial.
Pues bien; los que esperan turno para la emasculación reiterada son
conscientes de la proclividad izquierdosa de sus victimarios que saben que los testículos
políticos renacen como la cola amputada de algunos congéneres suyos, por
aquello de ser de la familia de los lagartos, que siempre tendrán cola que les
quiten.
¿Cuál la razón para no cambiar los jurados de votación primeros cirujanos
del resultado electoral? ¡Averígüelo Vargas!
Mientras no haya garantía de la imparcialidad de los jurados electorales,
la democracia colombiana estará en crisis. Solo la presencia de jurados sabios
y probos en las mesas de votación impedirá que tantos polítiqueros de pacotilla
continúen enarbolando la bandera que siempre han usurpado a lomos
del prevaricato y la complicidad de sus primeros jueces electorales los
que dan veredictos tramposos, falsos y ajenos a la voluntad popular.
Llamo la atención, de manera respetuosa y firme, a quienes ostentan la
vocería de la Gran Alianza por Colombia para que no persistan en el error de
dejar en manos del enemigo, el resultado final de la elecciones presidenciales
de mayo próximo. Los mejores testigos electorales son unos jurados de votación
impolutos, demócratas y respetuosos de la regla de oro de nuestro sistema
democrático: el régimen de mayorías.
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