TEMIS
¿LA ALEGORÍA DE LA JUSTICIA?
Por
Peloecaña
Sin duda, los impostores magistrados que profirieron tan aberrante
decisión de privar de su libertad al expresidente Álvaro Uribe Vélez, también
nos dejaron en claro lo que durante años ha sido un secreto a voces, algunos
administradores de injusticia son siervos de su sectarismo político y de su
militancia partidista y, en ejercicio de esa servidumbre, han prostituido
la justicia, en mala hora depositada en sus manos.
A Temis siempre la habíamos conocido como la diosa griega, alegoría de la
justicia y el autor de su escultura plasmó, en su obra, todos los elementos de
tan inapreciable valor fundante de los pueblos y naciones del mundo.
Tiene Temis los ojos vendados, para no ver a quienes acuden a dilucidar sus
diferencias, ya entre ellos mismos, como particulares, o entre el Estado y
los asociados. Podríamos decir que esa ceguera de la diosa es como la vacuna
antiprevaricato, por acción u omisión.
Ostenta, además, la alegórica figura, en una mano la balanza, que es símbolo
de probidad y ecuanimidad de sus decisiones; y en la otra, la espada
castigadora, que caerá con todo su peso y su cortante filo, sobre el cuello del
delincuente.
Pero los impostores magistrados hace tiempo decidieron que la justicia no
tenga venda, así pueden emitir fallos, según el aspecto físico o moral del
sometido a su dictamen y a su parcial criterio, por tanto, jamás veredicto.
Su espada cae implacable, o se mantiene inerte, según la coincidencia
ideológica o de militancia política o no, de quienes la tienen por el
mango, del sometido a su sesgada decisión.
Y, para completar la escena, al caer la venda ocular del administrador de
odios y afinidades, éste puede saber a ciencia cierta para cual lado
debe inclinarse la balanza, sin importar para nada la verdad procesal y cuando
el platillo deja de estar a nivel el impostor puede con su dedo vindicante,
lograr el desequilibrio que sus pasiones le dictan.
La ley en Colombia, para los impostores magistrados a quienes me refiero,
ya no es el resultado del consenso inventado por la sociedad, para conseguir la
convivencia.
Cuando la ley no es justa, no por su esencia intrínseca, sino por la
lenidad de quienes la aplican, pierde la obligatoriedad de su acatamiento y
deja de ser la solución a todos los conflictos sociales.
¿Cuándo será que la ley recuperará su sacrosanta condición, y cuándo
volverá a encarnar la base de la institucionalidad?
Señor Presidente Duque ¿cuando será que la justicia reposa en las manos de
los más sabios y los más honestos? Por favor, presente al Congreso una reforma
judicial que nos garantice el imperio de la ley y la paz social.
Estamos en mora de poner a prueba el temple de los jueces, para que
recuperen el puesto de depositarios de la majestad del Estado y no sigan sometidos
a la vergüenza de ser exclusivamente fichas de un sindicato o de una militancia
partidista.
La falla, nunca el fallo, cometido a ciencia y paciencia, contra los
derechos elementales del doctor Álvaro
Uribe Vélez, son hecho notorio y, por tanto, no admite prueba en contrario, que
la institución judicial esta padeciendo de cáncer severo y, entonces, el mal no
se cura con pañitos de agua tibia.
Si queremos que el Estado de derecho no fallezca, y si anhelamos que en
Colombia no repitamos un modelo de justicia copiado del de Venezuela,
reaccionemos ya, con inteligencia, con la bondad de la ideas y con la fortaleza
moral de quien tiene la razón.
En Colombia TEMIS no tiene los ojos vendados para así ser imparcial. En nuestro país ella tiene la cara entre sus manos horrorizada y avergonzada. Como escribió el poeta de la raza Jorge Robledo Ortiz "siquiera se murieron los abuelos sin ver el vergonzoso.eclipse".
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