EL QUE PECA Y REZA EMPATA
Por Peloecaña
La lectura de la sección de opinión de la revista Semana, en su última
emisión, me da la opción de empatar, para hacer realidad el adagio, pero al
revés: “El que reza y peca empata”.
Después de haber orado, con lecturas de reconocida calidad literaria
universal, incurrimos en falta con lecturas de discutible reciedumbre de estilo
y de contenido pobre en valores morales; hoy este puede ser mi caso, por
la escogencia del medio leído.
El escribidor Daniel Coronel, en su nota de hoy en Semana que titula El testigo Bula, se solaza y se le hace
almíbar la boca trayendo a colación la insolvencia integral del otrora cenador
con c, Otto Bula, que hubiera quedado mejor apellidado Gula, para exaltar sus
virtudes negativas y así poder hacer mas ofensivas sus comparaciones y por
nexos con la familia del expresidente Uribe.
Hoy encuentro, sin tanto esfuerzo, la responsabilidad social de los medios
de comunicación en su aporte a la violencia partidista, por la
tergiversación de la verdad verdadera y mediante la torcida publicidad de
los hechos, presentados como verdades a medias, que siempre serán la
antología de la mentira y que, desde luego, producen efectos parciales en la
conciencia de los lectores.
¿Cuántas muertes se hubiera ahorrado Colombia sin la Danza de las Horas de Calibán, el abuelo del presidente que nos
avergüenza?
Nunca han podido los cronistas esconder la realidad histórica
que registra que en la hegemonía del Partido Liberal, ayer igual que
hoy, la justicia era politizada y sesgada y al servicio del régimen, y tampoco
se puede olvidar que la prensa liberal siempre sindicó al Dr. Laureano Gómez de
ser el más implacable verdugo de ese partido.
Recorrió el jefe de la oposición al régimen todos los artículos del Código
Penal, atinentes a la protección del derecho a la vida y a la integridad física
y moral de las personas y delinquió, sin cejar un solo instante, contra la
seguridad del Estado; no obstante esos jueces tan acuciosos y obsecuentes con
su partido, jamás encontraron prueba alguna para acusarlo, procesarlo y
condenarlo, como la dirigencia adepta al régimen quería. ¡Ganas les sobraron!
¿O será que estoy equivocado, y todo el poder judicial de entonces estaba
integrado por jueces prevaricadores unánimemente militantes del Partido
Conservador? Respetado lector, saque usted sus propias conclusiones.
Definitivamente a los jueces de antaño les corrían Carrara y
Ferri por la venas y no Montealegre y sus áulicos.
Este el lado pecaminoso de Semana en su última edición.
Hora viene el empate, el episodio del rezo.
A la columnista María Jimena Duzán se le apareció la objetividad y se salió
del libreto, se descarriló, entendió que no podía aceptar los diálogos del
libretista de la revista, ni la trocha que los rieles le señalaban esa
aceptación y esa ruta, que solo la
llevarían al desprestigio y al abismo.
El único camino era escribir la verdad, toda la verdad y nada más que la
verdad.
Por eso aceptó que frente a las conductas corruptoras de Odebrecht, el expresidente
Uribe había optado por la única vía que tenía, reclamar de la Comisión de Ética
de su Partido para que investigue la equivocación del precandidato del Centro
Democrático, Dr. Oscar Iván Zuluaga, al
procurar la asesoría para su campaña de un tal Duda, que, desde luego, deja
mucho que desear.
Esa actitud del Dr. Uribe no es más que la ratificación de su
solvencia moral; igual procedió cuando se enteró de las andanzas de su exvicemiministro
de Transporte, el cartagenero
García.
También acepta María Jimena que su ídolo, el presidente Santos, es un pillo
y lo increpa a responder por las fuentes de financiación de su campaña electoral
y pone el grito en el cielo contra el fiscal Martínez Neira, por su
lenidad frente a la investigación correspondiente.
Nos cuenta la historia verdadera de Colombia que el 11 de noviembre de
1921, ante el debate, para mi injusto, que el Dr. Laureano Gómez adelantó
implacable contra el presidente en funciones, el sí impoluto, Don Marco Fidel
Suárez, renunció por dignidad y lo sucedió Don Jorge Holguín, antepasado
directo de la actual canciller.
La causa del debate fue la circunstancia desafortunada, pero nunca inmoral,
de la aparición de unas letras de cambio, exhibidas en una vitrina de la Quinta
Avenida de Nueva York, firmadas por el presidente Suárez como deudor, en las
que constaba la existencia de una obligación económica, adquirida por él para
sufragar gastos personales.
Consideró, reitero, injustamente el Dr. Gómez que esa circunstancia era un
baldón para la dignidad nacional y con acerbidad fustigó al presidente, hasta
provocar su renuncia.
Si Don Marco Fidel Suarez, el mas impoluto y pulquérrimo de los
políticos que en Colombia han sido, tomó la decisión de apartarse del poder precisamente
por honesto hasta el sacrificio, a los Dres. Oscar Iván Zuluaga e Iván Duque,
que acudieron al Brasil a contratar un asesor político de dudosa ortografía, no
les queda más camino que imitar al hijo de la bandera nacional.
Renuncien los dos a la política y dedíquense a la filología, en su propio
beneficio, y en el del Centro Democrático, como la cuota inicial de su aporte a
la lucha por la decencia pública.
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