Carta abierta al señor Fiscal General de la
Nación
Señor doctor
Néstor Humberto Martínez Neira
Fiscal General de la Nación
Presente
Saludo respetuoso.
Como cultor y estudioso del Derecho, debo
decirle que creo en la presunción de inocencia y en que la carga de la prueba,
en el derecho penal, está siempre a cargo del Estado.
Usted es uno de los juristas más connotados
de Colombia y por eso lo buscan como asesor, personas naturales y jurídicas de
prestigio nacional e internacional, argumento que han utilizado algunos para
vetarlo, sin razón válida, especialmente quienes no le perdonan su
sapiencia jurídica y su reciedumbre intelectual, y quienes creen que
la inteligencia es motivo de inhabilidad para ejercer el cargo que hoy usted
ostenta.
Desde luego es usted más importante que su
postulante a la Fiscalía General de la Nación y ya lo ha demostrado. Obras
son amores y no buenas razones.
En el Congreso ha formulado glosas ciertas
y pertinentes a las norma de la Justicia Especial para la Paz; también ha
propuesto reiniciar la fumigación con glifosato, para de verdad disminuir el
área cultivada de coca en el país, tema tan álgido y tan preocupante para la
guerrilla de las FARC y para el gobierno norteamericano y para que de verdad haya
paz cierta en Colombia.
Los medios de comunicación que en Colombia
montan y desmontan personajes y héroes con celeridad pasmosa, sin fórmula de
juicio profieren sentencias condenatorias de única instancia, contra quienes
con razón o sin ella llegan a las más altas cumbres del aparato estatal.
Muchos columnistas y panfletarios han
decidido que usted no puede investigar y acusar o precluir las investigaciones
que le son encomendadas en ejercicio de su jurisdicción y competencia, y lo
recusan por no haberse declarado impedido en los casos más evidentes de
corrupción política y administrativa en este gobierno, v.gr. el caso Odebrecht.
¡Pues no! Consciente de la magnitud del
escándalo, usted destapó la olla podrida, el inodoro de hoyo, la cloaca
fétida y maloliente, que hoy ha conmovido toda la estantería del país.
Considero que se equivocó dando la rueda de
prensa que dio; los jueces hablan por autos, fallos y sentencias, y no dudo que
fue mayor su error acudiendo a Palacio a entrevistarse con el más evidente sindicado
de esta vergüenza, el presidente Santos; era él quien ha debido acudir a su
despacho para practicar la diligencia judicial correspondiente.
Pero la más importante razón de esta carta
abierta es invitarlo respetuoso a que me diga que soy un iluso creyendo
en lo que creo: la vigencia de la presunción de inocencia y la obligación
de la Fiscalía de aportar pruebas para acusar.
Atentamente,
Peloecaña.
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