miércoles, 15 de marzo de 2017





Carta abierta al señor Fiscal General de la Nación

Señor doctor
Néstor Humberto Martínez Neira
Fiscal General de la Nación
Presente

Saludo respetuoso.

Como cultor y estudioso del Derecho, debo decirle que creo en la presunción de inocencia y en que la carga de la prueba, en el derecho penal, está siempre a cargo del Estado.

Usted es uno de los juristas más connotados de Colombia y por eso lo buscan como asesor, personas naturales y jurídicas de prestigio nacional e internacional, argumento que han utilizado algunos para vetarlo, sin razón válida, especialmente quienes no le perdonan su sapiencia jurídica y su reciedumbre intelectual, y quienes creen que la inteligencia es motivo de inhabilidad para ejercer el cargo que hoy usted ostenta. 

Desde luego es usted más importante que su postulante a la Fiscalía General de la Nación y ya lo ha demostrado. Obras son amores y no buenas razones.

En el Congreso ha formulado glosas ciertas y pertinentes a las norma de la Justicia Especial para la Paz; también ha propuesto reiniciar la fumigación con glifosato, para de verdad disminuir el área cultivada de coca en el país, tema tan álgido y tan preocupante para la guerrilla de las FARC y para el gobierno norteamericano y para que de verdad haya paz cierta en Colombia.

Los medios de comunicación que en Colombia montan y desmontan personajes y héroes con celeridad pasmosa, sin fórmula de juicio profieren sentencias condenatorias de única instancia, contra quienes con razón o sin ella llegan a las más altas cumbres del aparato estatal.

Muchos columnistas y panfletarios han decidido que usted no puede investigar y acusar o precluir las investigaciones que le son encomendadas en ejercicio de su jurisdicción y competencia, y lo recusan por no haberse declarado impedido en los casos más evidentes de corrupción política y administrativa en este gobierno, v.gr. el caso Odebrecht.

¡Pues no! Consciente de la magnitud del escándalo, usted destapó la olla podrida, el inodoro de hoyo, la cloaca fétida y maloliente, que hoy  ha conmovido toda la estantería del país.

Considero que se equivocó dando la rueda de prensa que dio; los jueces hablan por autos, fallos y sentencias, y no dudo que fue mayor su error acudiendo a Palacio a entrevistarse con el más evidente sindicado de esta vergüenza, el presidente Santos; era él quien ha debido acudir a su despacho para practicar la diligencia judicial correspondiente.

Pero la más importante razón de esta carta abierta es invitarlo respetuoso  a que me diga que soy un iluso creyendo en lo que creo: la vigencia de la presunción de inocencia y la obligación de la Fiscalía de aportar pruebas para acusar.

Atentamente,

Peloecaña.



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