LA COHERENCIA IDEOLÓGICA
Por Peloecaña
La doctrina de los credos religiosos y de
los partidos políticos constituye su acerbo ideológico y su razón de ser y una
vez asumida la adhesión a esos principios se adquieren unos compromisos y la
obligación intelectual de ser coherentes con lo que se asume; en esencia, ese
es el talante de ser, por ejemplo, católico o budista o islamita; y en el
campo político partidista, asumida y aceptada una adhesión a un ideario, la
coherencia es de obligatorio cumplimiento, so pena de ser, cuando menos,
mentiroso.
Yo no puedo reclamar ser católico si no
creo en Dios, ni acepto los dogmas del catolicismo, por ejemplo la Redención;
la Resurrección de Cristo; la Eucaristía; la Santísima Trinidad; la
Inmaculada Concepción; la infalibilidad del Papa, cuando habla excátedra, etc.
Se asume ese credo sin beneficio de
inventario. En asuntos de dogma no se
puede ser ecléctico, hay que ser coherente con la opción religiosa asumida
libremente, así nazca de la tradición familiar o de la íntima convicción
personal; pero cuando la adhesión inherente a una persona o a un ideario, y
nació por herencia, el creyente tiene la opción de seguir teniendo fe o
apartarse de la tradición trasmitida familiarmente. Todos estamos donde estamos,
libremente, jamás por obligación ciega o contra nuestra voluntad.
Algo parecido sucede cuando se asume y
abraza voluntaria y libremente un partido político, dejando
establecido que todavía hay militancias, sin saber a qué se compromete el
militante o, lo que es peor, militancias sin talante, por mero utilitarismo,
por conveniencia personal y pragmática.
Yo no puedo decir que soy
auténtico conservador porque me nombraron en un cargo público, como
cuota burocrática de ese partido, o me dieron un contrato jugosísimo, con la
condición de manifestar que lo soy, y aportar en metálico a la causa
del padrino de ese contrato, pero me doy el lujo de reírme de
principios esenciales del conservatismo.
Son principios fundantes del Partido
Conservador:
El orden; la legalidad; la moral del
cristianismo; la libertad racional; la igualdad legal; la tolerancia
real y efectiva; la propiedad privada; la seguridad contra la
arbitrariedad; la civilización contra la barbarie. Y cuando abrazo libremente
ese ideario, no tengo opción de escoger a cuales me adhiero y a cuales no.
Por eso los que se dicen conservadores,
pero que en el gobierno, en el congreso y en la administración de justicia
han sido epígonos irrestrictos del régimen, jamás serán conservadores.
Por eso quienes no agotan esfuerzos para
plantar la tiranía de las FARC donde hasta ahora había reinado la
libertad, tampoco pueden cometer la audacia de llamarse conservadores, a pesar
del conservatismo indeclinable de sus ancestros.
El Centro Democrático es un partido político,
nacido de una coyuntura histórica, como todos los partidos que en el mundo
han sido; generado en una actitud de felonía y traición ejecutada a
ciencia y conciencia por el presidente Santos, contra todos los idearios que lo
llevaron al poder, gracias a la credulidad del expresidente Uribe.
Fue el Dr. Álvaro Gómez Hurtado quien
enriqueció el ámbito de la política, cuando incorporó a ella el
concepto "talante" y para referirse al universalismo de lo
conservador.
Pues bien, el Centro Democrático abrevó en
las fuentes doctrinales del Partido Conservador y, como él,
también tiene talante.
"El talante es un estado de ánimo, una disposición espontánea
pre-racional; es una situación anterior a la actitud, una voluntad
inadvertida de captar, de comprender, de rechazar. Tiene, por lo tanto,
una importancia decisiva en la aptitud
gnoseológica. Las cosas son, en política, como nuestro talante nos las
permite apreciar". Así definió el Dr. Álvaro Gómez Hurtado el talante político.
Hoy corren vientos de división en las
huestes del Centro Democrático; todo porque unos tienen verdadero talante centro
democrático y otros sufren déficit de ese talante.
Quienes con honestidad y verdadero talante
han señalado derroteros que a veces no son tenidos en cuenta por las personas
más prestantes y que ostentan la máxima autoridad del Partido, circunstancia
que han sido aprovechadas por disidentes y eclécticos ideológicos, para sacar
ventaja en pro de sus intereses personales, léase precandidaturas presidenciales; los
que van en contravía de la ideología del Centro Democrático, no se paran
en pelos para imponer sus querencias y descalifican de mala manera y
por interpuesta persona a sus oponentes circunstanciales.
El máximo jerarca y fundador del Partido,
sin duda de buena fe, ha pretendido apagar el conato de incendio con gasolina y,
desde luego, las llamas se han avivado.
Dios quiera que ésta sea la división
creadora que añoraba el Dr. Carlos LLeras Restrepo para su partido liberal.
Cuando amaine el ventarrón y las aguas
vuelvan a su cauce normal, se sabrá cuántos eran y cuántos quedaron en el
Partido de los Doctores Uribe y Londoño.
Por eso las listas abiertas para Senado en
el próximo debate electoral son necesarias, para que no resulten algunos reelegidos
con los votos que aporta el prestigio colosal del Dr. Álvaro Uribe Vélez.
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