EL PAPA FRANCISCO
Por
Peloecaña
Cuando
leo las opiniones preocupadas y, a veces, descalificadoras de algunas personas,
tengo que entender que, desde luego, esas opiniones siempre serán respetables
en la medida en que también sean respetuosas.
Católicos
confesos y antipapistas ideológicos no dudan en glosar, por ejemplo, sus viajes
a Cuba, y en el penúltimo viaje su ausencia de encuentro con los disidentes del
régimen.
No
podemos olvidar que el Papa está investido de dos condiciones insoslayables, la
de Jefe de Estado y la de Pastor de la catolicidad.
Cuando
visita países cuya población no es mayoritariamente católica o cuya
organización institucional es eminentemente laicista, debe observar una
conducta consecuente con esas circunstancias, y son las cancillerías del Estado
anfitrión y del Vaticano las que conciertan con antelación la agenda a cumplir
en cada visita, el itinerario de la estadía del Papa visitante en el país
visitado y los temas a tratar, y a veces debe el Vaticano enviar con antelación
el texto de los mensajes y discursos en intervenciones públicas. Así lo señalan
el protocolo y las reglas de la diplomacia internacional.
Lo
mismo sucede cuando acude a países como México, en donde se siente tan a gusto
y por eso lo visita reiteradamente; no hay que dejar de lado un hecho notorio:
después de Brasil, México es el pueblo más numeroso de la catolicidad, en todo
el mundo.
En
estas naciones el Papa hace presencia en su doble condición de Jefe de Estado y
de Guía Espiritual de los Católicos.
Cuando
va a actos estatales se comporta como Jefe de Estado y cuando recibe la
aclamación de los católicos que reclaman ansiosos su presencia es el Papa de
Roma, el Pontífice de los Católicos, que en actos eminentemente religiosos
ejerce su labor pastoral, cuidando y velando por su grey.
En
esta última condición es cuando ha recibido las más apoteósicas,
delirantes y multitudinarias muestras de solidaridad y respeto de todas las
gentes, sin distingo alguno. ¡Cuánto quisieran los líderes políticos esas
sentidas y espontáneas manifestaciones de afecto!
Los
mensajes emitidos por el Pastor insigne son universales, y los medios de
comunicación de todas las latitudes y de variadas tendencias ideológicas no
dudan en difundirlos y proclamarlos.
Por eso
no se vale que lo critiquen porque en Cuba o en África o en Asia no dijo tal o
cual cosa; las que sus críticos querían haberle oído.
Desde
todos los foros de la tierra, y en donde quiera que ha estado, ha sido siempre
la voz autorizada y cantante que proclama la paz y la reclama: que pide la
justicia social: que fustiga las desigualdades; que se duele por el
incumplimiento de los derechos humanos.
El
mensaje papal propuesto desde México es universal, es católico, y por eso su
condena a la corrupción y al narcotráfico y a la violación de los derechos
humanos no es eventual ni mucho menos de coyuntura, obedece a un imperativo
moral y al ejercicio de su misión pastoral.
Por eso
no puede pretender el Presidente Juan Manuel Santos Calderón que si el Papa va
a Colombia, vaya a avalar la corrupción rampante de su gobierno o la condición
de las FARC de ser el más grande cartel de narcotráfico del mundo, o de
ostentar el vergonzoso baldón de ser abierta y ostensible la guerrilla que más
viola los derechos humanos.
El Papa
es congruente y consecuente con lo que predica, y por eso la paz de Santos no
es la paz del Santo Padre, que todos anhelamos y deseamos con fervor y
patriotismo.
20 de
febrero de 2016.
Comprensible que el Santo Padre guarde distancia respecto de la paz santista, pues han sido tan grandes las mentiras y tan vergonzosa la entrega, que cualquiera guardaría distancia ante semejante engendro que pretende Santos firmar. Lástima que los ilustres prelados, hayan preferido las mieles provenientes de palacio, a la sensatez y la cordura.
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