LA SINDÉRESIS
Por
Peloecaña
Si la
sindéresis es la capacidad natural de las personas para juzgar acertada y
rectamente debemos concluir que muchos gozan de esa virtud y a otros les falta;
esa es la condición humana.
En mi
opinión, el Superintendente de Industria y Comercio ostenta esa
gracia; y la tiene para convertirse en
la excepción de este pésimo gobierno, que confirma la regla, de que es el peor que en Colombia ha habido; y dejo constancia de
que emito este juicio con verdadera sindéresis.
Si el Superintendente ha atinado cuando sanciona
a quienes ejercen conductas que implican prácticas comerciales vedadas y
a los que, abusando de la publicidad, inducen a error y engaño a los
consumidores, en este caso a la opinión pública, también debe sancionar
a los beneficiados con el engaño, el gobierno Santos, a los contratistas y
difusores de esa publicidad, más si se trata de promover falazmente una paz
fementida; los debe sancionar porque esos mensajes son el cuerpo del
delito, que constituye el engaño publicitario al fementido proceso de paz de
Santos.
Como en todos los casos de sanciones ya implantadas, por idéntico motivo,
ha de sancionar al patrocinador del producto pésimo, en este caso concreto, al
Presidente de la República y, desde luego, a todos los contratistas de tan
monumental engaño.
Esas sanciones han de ser ejemplarísimas, por la connotación del dueño del
artículo engañosamente publicitado, y de acuerdo a la cuantía de los contratos
publicitarios, cuyos ejecutores pretenden, sin lograrlo, desorientar la opinión
de los consumidores famélicos de paz, todos los colombianos.
Tremendo dilema para el destacado servidor público: o cumple con su deber,
como lo ha venido haciendo, sin temblarle la mano, o pasa de agache y le da la
razón a sus detractores; o sanciona a su jefe el Presidente y a los medios enmermelados,
o renuncia del cargo; no le queda opción distinta.
Y es claro que la publicidad engañosa a favor del proceso de paz del
gobierno es un monumento colosal a ese tipo de conducta sancionable, que deja
al Superintendente sin justificación ética alguna, para abstenerse de proferir
la sanción correspondiente.
Comentario al margen. Leí en días pasado una frase que se le atribuye al
presidente Santos, que palabra más, palabra menos, dice: “todos los niños de la Guajira fueron concebidos durante el gobierno de
Uribe”.
Si el desatino es cierto, aunque me resisto a creerlo, debo anotar que la
concepción del Presidente Santos, por su fecha de nacimiento, 6 de Agosto de
1951, según sus biógrafos, fue en los albores del gobierno del Dr. Laureano
Gómez.
¿Que culpa puede tener el "cancerbero
de la moral pública", de que el Presidente Santos, su indigno sucesor,
sea como es?
Debe Santos agradecerle a Dios que en el Congreso no haya un parlamentario
de la reciedumbre moral del Dr. Laureano Gómez. Si lo hubiera no estuviéramos
padeciendo tanta inmoralidad y tanta incapacidad. Ni un grande como Alfonso
López Pumarejo resistió sus embates en defensa de la moral pública; hubo de
renunciar.
14 de febrero de 2016.
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