EL
PAPA FRANCISCO
Por Peloecaña
Complicadísimo y peliagudo tema, para un Católico, Apostólico y Romano como
yo, abocar un juicio contra el Papa de la catolicidad.
Que Dios me ilumine y asista y me proteja, para no caer en juicios
erróneos, cuando de emitir opinión acerca de tan encumbrado personaje se trata.
Tiene el Papa gravísimas responsabilidades encima, porque sobre él reposan
varias dignidades, unas espirituales y otra eminentemente temporal.
Por el lado religioso es el Vicario de Cristo en la tierra, el Obispo de
Roma, el sucesor de San Pedro, el depositario de la autoridad de los Apóstoles,
y sobre sus hombros gravita el dogma de la Infalibilidad Pontificia cuando se
dirige a su grey, excátedra.
Como sé que algunos de mis lectores hacen gala de su ateísmo, les ruego a
quienes así piensen que se ahorren el comentario a lo anterior y que respeten
mis creencias, como yo respeto la ausencia de las suyas.
En el plano temporal, el Papa es un jefe de Estado; del Estado Vaticano,
como Maduro es jefe de Estado en Venezuela, Santos en Colombia, Ortega en
Nicaragua, Castro en Cuba, Evo en Bolivia, Correa en Ecuador, Putín en Rusia,
Trump en los Estados Unidos, Erdogan en Turquía, Kim Jong-un en Corea del
Norte; en fin, cada uno en su casa y Dios en la de todos.
En tal condición, el Papa se despoja de su sacrosanta investidura y se
parea con cualquiera de los mandatarios que ejercen el poder terrenal con
acierto o con equivocaciones y, desde luego, se ve sometido a la controversia que
sus opiniones y actuaciones provoquen por si o por no.
Por ejemplo, da pábulo a que sus detractores lo encasillen dentro de los
militantes de la Teología de la Liberación, corriente eminentemente anti
católica, por su tendencia filomarxista y contradictoria con la doctrina
católica, por su ateísmo declarado y por su solidaridad con los gobiernos que
acogen y apoyan esa ideología.
El aporte papal al sostenimiento del régimen inhumano de Maduro
y la ausencia de una manifestación explícita a favor del pueblo de Venezuela,
tan expoliado y humillado, generan con razón el repudio generalizado de quienes
son solidarios con los anhelos de los hermanos del Libertador.
La presencia del Papa Francisco en Colombia, no para condenar lo que la
Iglesia debe condenar por principios, como la violación de los Derechos
Humanos, la destrucción de la naturaleza, el irrespeto sistemático, permanente
y añejo, a la vida y a la integridad de las personas, el abuso inveterado
contra las instituciones legítimas de nuestra nacionalidad, sino para aupar un proceso
de paz que, desde luego, no es tal sino que es la suma de acciones encaminadas
a implantar en nuestro territorio un sistema comunista, encabezado por la
guerrilla de las FARC y por todas las guerrillas y grupos delincuenciales que
aquí solo generan el repudio de quienes no estamos de acuerdo con lo que el
Papa Francisco con su presencia viene a bendecir.
Cómo contrasta la actitud del Papa San Juan Pablo II, víctima de las
bondades del socialismo polaco, con su tarea callada y sin ostentación, por lograr,
junto con Gorbachov y el Presidente Reagan, la caída de la Unión Soviética, con
los quehaceres de Francisco.
Esa actitud de insatisfacción contra todos los esfuerzos por consolidar el
imperio del marxismo en Colombia siempre contará con nuestro rechazo y lo
denunciaremos firmemente, venga de donde venga.
Soy católica y así moriré pero lamento decir que en este momento el papa no me representa. Es lamentable su actitud. Ojalá se le pinchara una llanta al avión y se quedara allá en Roma quietecito.
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