VOY A DISENTIR DE UN GURU DEL CENTRO DEMOCRATICO
Por Peloecaña
Empiezo por transcribir la 2ª. definición de Gurú que trae el
Diccionario de la Lengua Española, de la Real Academia Española: ||"2. Persona a quien se considera
maestro o guía espiritual, o a quien se le reconoce autoridad
intelectual."
Nadie duda de que el doctor Fernando
Londoño Hoyos es un auténtico gurú, del Centro Democrático, en el más
prístino sentido de la palabra. No fue gratis que el doctor Álvaro Uribe Vélez
le otorgó el título de Director Emérito y Honorario del nuevo partido, en la
pasada Convención, al lado de otro grande de esa colectividad, el doctor Fabio
Echeverri Correa.
Quizá la circunstancia de no ser militante ni adherente del Centro
Democrático, pero sí uribista irreductible, hace que me sea menos oneroso ese
disenso.
Pide el doctor Londoño, con la vehemencia que le es propia, que el Centro Democrático
ha de promulgar un programa de gobierno, al que sus precandidatos
han de jurar adhesión, lealtad, devoción y respaldo, sin ambages ni soslayo
alguno.
Desde luego creo que este partido, como todo partido que se respete, ha de
tener un acerbo ideológico y doctrinal que lo identifique y una declaración de
principios, fuera de las cuales son imposibles la militancia y la adhesión, y
también debe ser dueño de una cantera programática, apartado de la cual no se
puede ser alternativa de poder.
Pero pretender circunscribir a un respetable número de personas, los precandidatos,
a un programa coyuntural único partidista, para poder optar válidamente a
una candidatura de ese Partido es, ni más ni menos, que emascular cualquier
posibilidad de iniciativa intelectual personal, y no dejarle a los electores opción alguna para escoger fuera de la camisa de fuerza de un programa
preimpuesto.
Desde luego que el programa de gobierno es imprescindible e inevitable,
pero ha de ser el resultado del aporte valiosísimo de todos los contendientes
en liza por la candidatura presidencial única, todo dentro del acatamiento a
la ideología, la doctrina y los postulados del Partido.
Si la tesis del doctor Londoño se impone, y todos los precandidatos
son dotados de la suficiente capacidad y moral para aplicar el
programa predeterminado impuesto, como es lógico, a la militancia
del Centro Democrático no le va a quedar otra opción de aceptar las cláusulas de
un contrato de adhesión y la escogencia del candidato ha de someterse a
otros parámetros, por ejemplo:
Dilucidar si el candidato es hombre o mujer; definir si debe ser joven o
longevo; alto o bajito; obeso o enjuto; afrodescendiente o ario, mestizo o
mulato; civil o exmilitar; cachaco o costeño, y mil variables más.
Actitudes irrevocables y sicorrígidas, intolerantes, mientras no se trate
de principios, los cuales no son transables, es apuntarle desde ya a la derrota
inevitable.
San Agustín de Hipona, Doctor de la Iglesia, acuñó esta frase: “Roma locuta causa finita".
Pero la usó, para zanjar de un vez por todas la definición del Papa Inocencio
I en el siglo V de la era cristiana, frente a los seguidores de Pelagio que
negaban la existencia del pecado original y, en consecuencia, la necesidad de
la redención. El asunto ya había sido fallado por la Curia Romana y, en
consecuencia, la causa estaba concluida.
¡Por favor! La decisión de un Director Honorario es sabia y justa, pero
ella no lleva implícita la dignidad de otro Inocencio I, no se vale ahora
la sentencia "Londoño locuta causa
finita."
Respetuoso y con humildad franciscana, invoco la brillantez intelectual
y el valor colosal del Director Honorario del Centro Democrático, para
que allane el camino y facilite la consolidación de la gran coalición que
todos anhelamos y que en la Convención Nacional del Centro Democrático,
realizada el pasado sábado, fue reclamada y declarada por todos los
intervinientes, empezando por el doctor Uribe.
Horrendo e imperdonable pecado de intransigencia y delito de lesa Patria,
no facilitar el cambio democrático e institucional que Colombia necesita y
clama.
Llegó la hora de la generosidad y el desprendimiento, del pensamiento
cerebral, vs. el sentimiento pasional y visceral.
No encuentro justificable este disentimiento. Hemos oido hablar de los “acuerdos sobre lo fundamental” y al Dr Londoño su adhesión a ese principio o idea. No hay necesidad de hilar tan delgado. Siempre se tiene o habla de un programa y eso es lo que, de alguna forma, hay que asegurar para que no pase lo que vivimos. En busca del bien común se presentan muchas alternativas y ahí es donde los caminos y el "estilo" del governante deben ser tenidos en cuenta.No creo necesario definir esa palabrita y lo que conlleva
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