EL VERDADERO RETO DE LA DEMOCRACIA
Por Peloecaña
Escribió Sor Juana Inés de la Cruz: "¿O
cuál es de más culpar,/ aunque cualquiera mal haga:/ la que peca por la
paga o el que paga por pecar?".
Cuando acudimos al fácil expediente de dictar sentencia de culpable contra
el más connotado corruptor de la historia de Colombia, Juan Manuel Santos
Calderón, olvidamos que en el proceso de corrupción hay, por lo
menos, dos protagonistas, el que compra y el que ofrece su felonía al mejor
postor.
¡Pues bien! en esta Patria, adolorida y sojuzgada, el corruptor ya se
conoce, pero, a pesar de conocidos, nos olvidamos de los corrompidos: la clase
política adepta al régimen, los políticos aparentemente divorciados del
régimen, pero adeptos irrevocables de la insurgencia guerrillera marxista y,
por ende, atea e impune, y de los jueces que resolvieron quitarle la venda
a Temis y romper su balanza, para utilizar la espada como instrumento
mortal de lesión y agresión, contra todos los que, según sus códigos
partidistas, sean reos del delito de opinar y pensar diferente.
Y a esa cáfila de corrompidos los une el hilo conductor de algunos medios
de comunicación, que han fletado las plumas de los comunicadores, que falsean
la verdad objetiva, para proclamar las mentiras del régimen, todo, desde luego,
por un precio, inevitablemente en métálico: "en
rútilas monedas tasando el bien y el mal".
Tenemos los auténticos demócratas de Colombia el desafío ineludible de
cambiar al presidente, para que nos gobierne alguien con un nítido sentido de
decencia, sabiduría y probidad.
Pero ese logro será inane y ridículo, si al mismo tiempo no le damos a la
Patria una rama legislativa mayoritaria, que avale y propenda por los mismos
ideales del gobernante sabio y honesto que rectifique el rumbo errático que hoy
nos lleva inevitablemente al despeñadero.
Legisladores y gobernantes han de tener una nueva carta de navegación, una
bitácora, una brújula que marque siempre el norte y que dote la nave
del Estado de normatividad sustantiva y procedimental que nos conduzca a
todos a puerto seguro y sereno.
Lo que hay es desestabilización, zozobra y pánico colectivo, ante la expectativa
inminente de ser una nación inviable y botín de guerra de los insurrectos
y guerrilleros de todas pelambres.
Los resultados de la Convención del nuevo partido, el Centro Democrático,
nos dejan ver una lucecita al final del túnel que, sin duda, será plena luz y
deslumbrante fulgor, con el concurso de nuevos portadores de las teas de
la libertad y el sentido común. Si no hay ese consenso de amor por lo que
en teoría nos es lo más querido, vendrán el llanto y el rechinar de dientes.
La comparaciones a veces resultan odiosas; las que voy a hacer resultan
ofensivas para los precandidatos a la Presidencia de la República del Centro
Democrático; por eso presento disculpas a los agraviados.
Veamos: ¿Quien puede nombrar, al tiempo y el mismo día, al doctor Carlos Holmes
Trujillo y al médico Roy Barreras, los dos vallecaucanos?
¿Qué pareo resiste frente a la senadora Paloma Valencia Laserna, la
exministra Clara López Obregón, las dos de rancia estirpe?
¿Quien tiene dudas, para escoger, entre la senadora Claudia López y
la senadora María del Rosario Guerra?
¿Acaso existe alguna posibilidad que puestos los dos como opción presidencial
el exgobernador Sergio Fajardo V. y el jurista emérito y exviceministro Rafael
Nieto Loaiza, los dos antioqueños, tenga el primero alguna oportunidad de
éxito?
Y si estuvieran en contienda, democrática, ¿quien sería el favorecido con
el fervor popular caldense, entre los doctores Robledo y De la Calle, los
dos proclives a las FARC, o el exministro, jurista y periodista destacado, doctor
Fernando Londoño Hoyos?
Por último, permítanme darle rienda suelta a la imaginación: piensen por un
momento que la competencia por la Presidencia de la República fuera entre
Samper o Santos frente al doctor Álvaro Uribe Vélez, ¿cuál sería el resultado?
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