"Los periódicos que deberían ser los educadores del público son sus cortesanos, cuando no sus rameras". (Barbey D´Aurevilly)
SUPERPELIGROSO
Por Peloecaña
La sabiduría popular ha vuelto norma de conducta prudente observar estas
máximas, so pena de correr riesgos de impredecibles consecuencias:
"Más peligroso que
un bizco con un fusil".
"Mas peligroso que
una aguja en un tamal".
"Más peligroso que
un tiro en un oído".
Pero la experiencia y el diario acontecer nos obligan a concebir otros
eventos de peligrosidad superior.
¿Acaso no es más peligroso un comentador sesgado o un amanuense prepago, con
columna periodística propia, que los tres episodios
anteriores juntos?
Como no se trata de hacer afirmaciones gratuitas, sino de ponerle sustento
probatorio a mis decires, quiero citar casos puntuales:
La revista Semana tiene a su servicio, y les ruego tomar esta frase de
manera literal, colaboradores permanentes, que escriben con el hígado, con la
vesícula biliar, antes que con el cerebro.
Desde luego que a algunos hay que abonarles su pasable estilo literario y
su buen manejo del idioma; a otros no tanto, pues se limitan a llenar cuartillas
sin importarles la estética, el buen manejo de la pluma.
Daniel Coronel, María Jimena Duzán, Antonio Caballero, Daniel Samper Jr.,
Joaquín Robles y Vladdo, entre otros, en vez de hacerle todos los días
monumento a la enemistad, deberían preguntarse y contentarse, con sinceridad y
certeza, cuál ha sido su aporte a la paz de Colombia.
Y el bosque frondoso de los medios de comunicación, en general, no se queda
atrás en la peligrosidad de sus cronistas y opinadores, todos con
cuota negativa a la realización de la paz y la armonía
social y, por el contrario, con saldo cuantiosísimo a la polarización y odio
entre los colombianos.
Ahora que aparecen defensores a porrillo de la paz fementida, pretendida
entre los paramilitares de las FARC y el resto del país, todos, sin excepción,
sindican a los electores por el NO en el plebiscito de guerreristas,
intransigentes y dilatorios y le dan presunción de derecho, es decir que
no admite prueba en contrario al gobierno y a la insurgencia de total buena fe
y de certidumbre de las cláusulas pactadas en La Habana, acto
jurídico de voluntades al que se llegó sin acuerdo, sino impuesto
por el estilo omnímodo de la guerrilla.
Entonces, según esos peligrosos opinadores sesgados y fletados, el triunfo
del NO es inocuo, no produce efectos jurídicos y el gobierno está obligado, con
el respaldo de la Constitución y la ley, a transferirle al 83% de los
colombianos que no se manifestaron a favor del SI, la imposición de las FARC
que el régimen aceptó timorato y cobarde.
Según los igualmente peligrosos panfletarios hay que apurarle a poner
en vigencia la claudicación y el armisticio impuesto por los violadores de todo
el derecho internacional humanitario a las mayorías triunfantes, que no
coincidieron con el gobierno Santos, porque ya el tiempo se ha
agotado. Más de seis años le dan la razón a los derrotados, porque la
norma de oro de la democracia, a partir de ahora, es el régimen de minorías.
¡Ni tanto deshonor, ni tanta indignidad!
Excelente. Aquellos que se dedican a escribir (?) o más bien a destilar su odio personal o por encargo, no debieron perder el tiempo en una universidad porque para ser meretriz ni el kinder se necesita.
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