DE TRINOS Y GORJEOS
Por Peloecaña
El doctor Álvaro Uribe Vélez es un
colombiano eminentísimo y para ganarse ese título, por fuerza, debe ser
bien inteligente; la eminencia y la estulticia son como el agua y el aceite.
Si durante toda su vida pública ha estado
en primera línea donde quiera que le ha correspondido actuar, ya como
gobernante, ya como legislador, ya como adalid de más de la mitad de los
colombianos, esas son posiciones de avanzada, a las que solo se llega por
ser dueño de una inteligencia superior y de un valor y
honestidad paradigmáticos y, desde luego, se requiere más solvencia
integral, para permanecer en la cumbre, a pesar de los temporales y las
prácticas matreras y aleves de sus contradictores y oponentes. Está en la
cúspide y cada vez mas fuera del alcance del enanismo moral de sus detractores;
su lema es "ALTIUS".
A raíz de un trino, que se le atribuye,
cometió el Expresidente la osadía y la audacia de referirse al caricaturista en
prosa, Daniel Samper Ospina, en el que aparece calificado como violador de
niños y, de inmediato, todos los que piensan con la cabeza del pipí, por
aquello de Soho, pusieron el grito en el cielo, se rasgaron las vestiduras, se
cubrieron con rescoldo, gritaron en coro, "Uribe es un calumniador", es
reo de muerte, por agredir a nuestro ídolo con pies de barro o, de pronto,
ápodo.
Como en Soho no se actúa sino en función de
sexo, los claques y miembros del comité de aplausos de tan sobresaliente
figura del periodismo colombiano no tienen capacidad para entender que el
verbo violar y su derivado violador tiene varias acepciones. Veamos:
Violador de la Constitución y la Ley.
Violador de la libertad de prensa, aunque se tome como escudo, para violar el
buen nombre de los demás. Violador del equilibrio ecológico. Violador de la amistad
y la confianza. Violador de la intimidad. Violador del respeto a la opinión
ajena. Violador de la tolerancia. Violador de la más elemental normatividad
ética, etc. etc. etc.; todo en nombre de la libertad de prensa.
Violador no solo es el que accede
carnalmente a otra persona contra su voluntad y, desde luego, mediante el uso
de la fuerza física o la intimidación y el chantaje.
Esa postura hipócrita, mentirosa y
farisaica tiene la impronta del régimen y el talante propio de la estirpe
paterna del comunicador dizque calumniado e injuriado, pero se ha vuelto en su
contra, por el kilométrico rabo de paja humedecido en gasolina, que le es
propio.
Desde la mampara de su columna, y en nombre
del más valioso de todos los dones y el primerísimo derecho humano, la
libertad de prensa, todas las semanas agravia una persona, o una
institución, o una manera de ser, o una región de la patria, o una
etnia. Nadie se le escapa, ni siquiera su tío Ernesto, porque es de mejor
familia que él, pero por el lado Ospina.
Este escándalo, más que nada mediático, ha
tenido la virtud de aglutinar a algunos de sus colegas que escriben para el
mismo medio, y que tienen todos su común denominador, el odio visceral
a Álvaro Uribe, a su familia y a lo que él significa dentro de nuestra
sociedad y, desde luego, todos dueños de su adhesión fletada al
régimen farc-santos, para que no tengamos duda alguna al respecto.
A este comunicador que sienta sus reales,
por un lado, en la revista Semana y, por otro, sus psicopatías sexuales con
tendencia al proxenetismo en su publicación Soho, parece que esta vez le salió
el tiro por la culata.
Si no estoy mal informado, la familia
Ospina es de las más señeras y emblemáticas de la raza antioqueña, y fue la
columna escrita por Samper Ospina, contra el Departamento de Antioquia, la que
generó la justa reacción de otro ilustre montañero, el doctor Álvaro Uribe
Vélez.
Para terminar, doctor Juan Lozano, el Gran
Colombiano no tiene algo de qué retractarse.
El trino de Juán Lozano pidiéndole al doctor Uribe retractarse de el de nuestro Líder me desconcertó pero, este formidable artículo del Maestro Peloecaña devolvió mi confianza en mi buen juicio!Gracias mil, Maestro!
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