EL
24 DE JULIO de 1783
Por Peloecaña
Don Juan Vicente Bolívar, criollo de mucho linaje, casó con Doña María
Concepción Palacios y Sojo, también de noble prosapia, acaudalada y famosa, no
solo por su belleza, también por la dulzura de su carácter y por su
discreción y reconocida inteligencia.
De esta unión nacieron cuatro hijos: Juan Vicente, María Antonia, Juana y
Simón.
Nació el menor de los Bolívar Palacios en una casa ubicada
en la plaza de San Jacinto de la ciudad de Caracas, la noche del 24 de julio
de 1783, el mismo año en el que Inglaterra reconoció la Independencia de los
Estados de América del Norte.
El 30 de julio, a la semana siguiente a su nacimiento, el neonato fue
bautizado y su acta de nacimiento reza: "En la ciudad mariana de
Caracas, en treinta de julio de mil setecientos ochenta y tres, el doctor
don Juan Félix Jerez y Aristeguieta, presbítero, con licencia que yo, el
infraescripto teniente cura de esta Santa Iglesia Catedral le concedí,
bautizó, puso el óleo y crisma y dio la bendición a Simón José Antonio de
la Santísima Trinidad, párvulo, que nació el veinte y cuatro del
corriente, hijo legítimo de don Juan Vicente Bolívar y de doña María de la
Concepción Palacios y Sojo, naturales y vecinos de esta ciudad. Fue su padrino
don Feliciano Palacios y Sojo, a quien se advirtió el
parentesco espiritual y obligación. Para que conste lo firmo. Fecha ut
supra, bachiller, Manuel Antonio Fajardo."
Agrega su biógrafo: "Y
el pequeño Simón fue creciendo, enclenque, gozando de poca salud, en el seno de
su familia."
Huérfano de padre y madre antes de los 9 años, la educación del
díscolo y rebelde Simón fue encomendada al maestro que, sin duda, fue quien más
influyó en su vida, Don Simón Rodríguez.
Don Simón Rodríguez sembró en el alma de su pupilo los indómitos
sentimientos de hombre libre y a la consecución de esa libertad,
para sus coterráneos hispanoamericanos, dedicó todos sus esfuerzos y
desvelos, hasta el 17 de diciembre de 1830, día en el que falleció, en
las playas del mar Caribe, en la ciudad de Bastidas, en la quinta de San Pedro
Alejandrino.
El otro prohombre y educador que tatuó de manera indeleble el
espíritu y el alma de Simón Bolívar fue Don Andrés Bello, jurista emérito
universal y maestro de maestros.
Pretender escribir la inmensidad vital y su grandeza, en tan pequeño
espacio, es empresa imposible; por eso me limitaré a registrar los
más transcendentales episodios de su vida.
A los 19 años se casó con doña Doña María Teresa Rodríguez del Toro, y un
año después enviudó. La muerte de su amadísima esposa lo marcó para siempre.
Al respecto, Simón Bolívar dijo: "...si
no hubiera enviudado quizá mi vida hubiera sido otra; no sería el General
Bolívar ni el Libertador...".
El 15 de agosto de 1805, recién cumplidos 22 años, en el Monte Sacro en
Roma, el Padre de la Patria, ante su maestro Don Simón Rodríguez, pronunció
este emocionado compromiso: "Juro
delante de usted, juro por el Dios de mis padres, juro por ellos, juro por mi
honor y juro por mi patria, que no daré descanso a mi brazo ni reposo a mi
alma, hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder
español."
Esta es la frase final del decreto de guerra a muerte a los españoles, expedido
por Bolívar, el 15 de julio, de 1813: "Españoles
y canarios, contad con la muerte, aun siendo indiferentes, si no obráis
activamente en obsequio de la libertad de América. Americanos, contad con la
vida aun cuando seáis culpables."
Invito respetuoso, a mis lectores, a que lean la Carta de Jamaica y el
texto de la propuesta a discutir en el Congreso Anfictiónico de Panamá, y
complementarán así una semblanza del talante de quien fuera libertador de seis
repúblicas, Bolivia, Colombia, Ecuador, Panamá, Perú y Venezuela, a pesar de
encontrar siempre a su paso las dificultades de los traidores jefes
políticos de los países liberados.
El 2 de agosto de 1825, el Libertador pasó por el pueblo de Pucará y fue objeto
de caluroso recibimiento; allí José Domingo Choquehuanca pronunció estas
sentidas palabras: "Quiso Dios
de salvajes crear un gran imperio y creó a Manco Cápac; pecó su raza y lanzó a
Pizarro. Después de tres siglos de expiaciones ha tenido piedad de América y os
creó a vos. Sois pues, el hombre de un designio providencial. Nada de lo hecho
hasta ahora se asemeja a lo que habéis hecho, y para que alguno pueda imitaros
será preciso que haya un mundo por libertar. Habéis fundado tres repúblicas que,
en el inmenso desarrollo a que están llamadas, llevan vuestra estatura a donde
ninguna ha llegado. Con los siglos crecerá vuestra gloria, como crece el
tiempo con el transcurrir de los siglos y así como crecen las sombras cuando el
sol declina."
Ese es nuestro Libertador y Padre de la Patria. El Hombre de las Mil
Dificultades.
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