ALMA GRANDE
CARTA DE
LUIS ALFREDO RAMOS A SU ESPOSA DESDE LA PRISIÓN
Bogotá,
Escuela de Caballería, 17 de enero de 2016
Negra:
Me quedé
reflexionando estos días acerca de la pregunta que me hiciste sobre el tiempo
que falta para que podamos estar de nuevo en familia.
Quiero
decirte que tengo una gran fe en que todo este viacrucis que me ha tocado
recorrer por cuenta de falsos testigos y absurdos testimonios se resuelva
pronta y favorablemente, y se imponga la Justicia.
Llevo 873
días alejado de ti, de nuestros hijos y de nuestros nietos por cuenta de
vulgares delincuentes que hoy tienen enredada la Justicia en Colombia pero que
no podrán prevalecer sobre la Verdad. Ya he pasado tres navidades lejos de todo
lo que más quiero y sólo espero el triunfo de la Justicia sobre la mendacidad.
Doy
gracias a Dios que me ha dado una fortaleza inquebrantable para superar la
adversidad. Mi alma está llena de energía y mi corazón lleno de ilusiones.
Me dolió
muchísimo no poder compartir en familia el aniversario de los 40 años de
nuestro matrimonio. Hoy te renuevo mi amor por todo lo que has hecho en estos
años por nuestros hijos y por mí.
Quiero
agradecerte tu afecto, tu bondad, tu dedicación y, de manera especial, tu
lealtad. Si no estuvieras conmigo, no hubiera podido resistir la dura prueba
que estoy viviendo. Quiero dedicarte una frase que leí recientemente en una
novela histórica, uno de los tantos libros que se han constituido en mí
compañía en estas horas de soledad: “Tú siempre me has llevado sobre tus hombros”.
Yo avalo esa frase para ti con todo mi corazón.
La llegada
de Manuel me ha llenado de alegría e ilusiones. No haber estado físicamente
cerca en ese momento tan hermoso para unos abuelos nunca me impidió
acompañarlos en alma y espíritu. Espero que la Divina Providencia nos dé muchos
días para disfrutar en familia a nuestros nietos, porque Manuel y Elena se han
convertido en nuestra nueva fuente de amor y esperanza.
Aprovecho
esta nota para que, en mi nombre y en el de la familia Ramos Maya, agradezcas a
las personas que desde todas las regiones de Antioquia y el país han hecho
llegar de manera espontánea y cariñosa sus mensajes de solidaridad y amistad; a
la comunidad de las Hermanas de La Presentación, a las Hermanas de Mater Dei y
a todas las personas que se han unido con sus mensajes en cadena de oración por
mi libertad. Y te pido el favor de hacer llegar un saludo muy especial a
Monseñor Iván Moreno y al Padre Emilio Betancur, y en general a toda la Iglesia
Católica por los mensajes y la solidaridad que he recibido. Ellos se han
constituido en un gran alivio en la soledad de este tortuoso encierro.
Todos
estos mensajes de fortaleza constituyen una motivación interior para enfrentar
los días tan difíciles que he vivido y que no se desean a nadie. No tendré
tiempo en el resto de mi vida para agradecer tantas voces amigas y mensajes tan
cálidos.
No puedo
terminar sin pedirte que les des un beso a Elena y a Manuel, lo mismo que a
Alfredo y a Esteban, y que les digas que aquí sigo firme en esta lucha contra
la infamia para que podamos estar nuevamente reunidos en familia.
Te quiero
inmensamente,
Luis
Alfredo
Dice el
Evangelio "La boca habla de la abundancia del Corazón". Sin ninguna
pretensión de originalidad debo afirmar que la pluma sí que señala la magnitud del
alma y la medida del corazón.
Esa es la
expresión de una persona de alma grande, corazón amoroso y palpitante y
de cerebro que coordina perfectamente las insondables profundidades de tan
descomunal espíritu y tan hermosísimas manifestaciones de verdadero amor,
que se eleva a alturas inimaginables y se agiganta sin límite en el
tiempo y el espacio, y que dice de manera tan apabullante y dulce la magnitud
de su tragedia, mitigada por el bálsamo benéfico y refrescante de su amor
a Dios, a sus principios y a su esposa, hijos, nietos, a sus guías espirituales
y a sus amigos.
Esa carta
encarna la estampa de un hombre bueno, tan bueno como el pan, de un hombre
inocente, como la sonrisa de los niños, de un hombre inteligente y sabio, que
jamás dejó de sopesar la realidad de su papel en la sociedad de su tierra
montañera y en su Patria maltratada.
Esa carta
es la más sincera, dolorida y válida réplica a la clase corrompida que urdió
tan vil y vergonzosa villanía contra Colombia tan necesitada de hombres
paradigmas de una raza que es "barro que sueña" y " voz de
arriería" "fe en el ancestro" de su estirpe.
Esa carta
es el dedo acusador, que implacable le grita la verdad a quienes se tomaron por
asalto la justicia, convirtiéndola en mueca y masacrada, reto y desafío,
vergüenza y mácula indeleble, asco y repugnancia.
Y desde
luego, es un himno, un canto triunfal a la esperanza.
Para mi es
un honor, que la primera publicación, ajena a mi pluma, aparezca en Desiderata,
por el contenido invaluable de su texto y la solvencia integral descomunal de
quien la escribe, el Dr. Luis Alfredo Ramos Botero.
Peloecaña
21 de
enero de 2016.
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