lunes, 11 de enero de 2016



EL GENERAL PALOMINO

Por Peloecaña

El Dr. Fernando Londoño Hoyos tiene como signo de identidad la frase que él le atribuye al expresidente Álvaro Uribe Vélez y que reza: "El narcotráfico es el combustible que alimenta todas las guerras".

A pesar de la opinión del "Gran Colombiano", yo prefiero esta afirmación, de mi cosecha, "La prensa subjetiva es el combustible que alimenta toda la violencia."  

La constitución es norma de normas ( artículo 4º). 

En ninguno de sus artículos, a pesar de los términos del canon constitucional contenido en el artículo 73º, que consagra la protección a la actividad periodística, se lee que esa protección encarna preeminencias y beneficios excepcionales que supediten los demás mandatos fundamentales al cumplimiento de ese propósito, proteger la actividad periodística.

No obstante, hay en el alma de quienes fungen de periodistas que la libertad de prensa es un derecho absoluto e ilimitado, al que deben sucumbir todos los demás derechos individuales y colectivos y ante esta equivocada interpretación, periclitan muchos personajes que presumen de demócratas, como el expresidente colombiano que pretendió la cima del respeto a todas las libertades, diciendo, "Prefiero una prensa desbordada a una prensa amordazada".

¡Jamás desbordada y nunca amordazada!

El artículo 15º Constitucional abre su contenido diciendo: "Toda persona tiene derecho a su intimidad personal y familiar y a su buen nombre, y el Estado debe respetarlos y hacerlos respetar."

El artículo 21º de la misma Constitución dice: "Se garantiza el derecho a la honra. La ley señalará la forma de su protección."

El artículo 42º del tantas veces citado estatuto constitucional consagra: "La familia es el núcleo fundamental de la sociedad. Se constituye por vínculos naturales o jurídicos, por la decisión libre de un hombre y una mujer de contraer matrimonio o por la voluntad responsable de formarla."

"El Estado y la sociedad garantizan la protección integral de la familia..." 

"La honra, la dignidad y la intimidad de la familia son inviolables."

Si yo hubiera sido constituyente hubiera buscado por todos los medios persuasivos intelectuales permitidos un  artículo que rezara: "La prensa es absolutamente libre, pero absolutamente responsable."

Este exordio, para sustentar el contenido de estas opiniones.

No conozco personalmente al General Palomino; se de él por los medios de comunicación, por el registro de sus acciones permanentes en pro de toda la comunidad colombiana, pero me horroriza que un hombre bueno, un colombiano decente y destacado esté siendo atacado de manera vil y bellaca, por comunicadoras, que reclaman para si la protección integral del Estado, pero que le niegan al General Palomino la presunción de inocencia, que no se le niega ni al más avezado criminal.

Se solazan las periodistas difundiendo una noticia que implica gravísimos cargos, que por graves merecen su comprobación previa, antes de lanzarla al aire, porque no hacerlo conlleva la flagrante violación a los derechos de un servidor público que llegó a la cúspide de su carrera policial, gracias a su valor personal, a su inteligencia demostrada y a una suma de acciones que lo hacen acreedor de la gratitud de toda la sociedad. 

La especie que las periodistas de marras se han encargado de hacer circular y arder, como reguero de pólvora, sin medir las consecuencias de su irresponsabilidad, todo en aras de la "chiva" y del "rating", es  ni más ni menos que un hombre casado, con esposa e hijos, con sociedad conyugal vigente, como dicen los civilistas y los notarios, es un acosador homosexual de oficio y que busca satisfacer sus bajos instintos, prevalido de su rango máximo frente a sus subalternos.

Se requiere ser absolutamente amoral para dar pábulo a toda la insania que la proclamación de este suceso hasta ahora improbado lleva implícito.

¿Acaso el General Palomino es marciano o es el único colombiano para quien no es obligatoria la garantía constitucional de que trata el artículo 15 constitucional precitado? ¿Para el  no existen ni su intimidad personal ni familiar?

¿Nació y ha vivido el señor Comandante de la Policía Nacional sin honra que el Estado deba protegerle?

¿El señor General Palomino, su dignísima esposa y sus hijos que constituyen? Pues una familia con todas las de la ley, que desde luego es el núcleo fundamental de la sociedad, como lo son todas las familias, incluidas las de sus detractoras.

¿Quiénes les garantizan a él y a su familia la protección integral de que gozan, a la luz del artículo 42º constitucional citado? Pues nadie menos que el Estado y la sociedad.

A pesar del derecho a la diversidad y a la homosexualidad, tan en boga, a quienes formamos el mundo cada vez más escaso de los heterosexuales, la afrenta más deshonrosa y retorcida es la puesta en duda de nuestra heterosexualidad, y si ese cargo es gratuito y va contra alguien cabeza de hogar, esposo cumplido y padre solícito, quien se encarga de propalar la calumnia, no merece sino asco, repulsa y rechazo de la sociedad.

Para estar a la moda, me imagino que es tan alevoso como pretender motejar de heterosexual a un homosexual. 

¿Que tal que la esposa del General Palomino y sus hijos no tuvieran certeza plena y absoluta de las calidades personales y morales de su esposo y padre?

Por eso esa manera de ejercer la nobilísima profesión del periodismo, llevándose de calle los más elementales principios de la ética, y entrando a saco roto en la privacidad, la honra y  profanando y mancillando la integridad de una familia, no merece sino el repudio y el rechazo de todas las personas de bien y la solidaridad de las familias de verdad.

Al Coronel Plazas Vega, el Estado, a través de la Fiscalía y de las primeras instancias judiciales, le prefabricaron y tejieron una urdimbre que lo privó de libertad por más de ocho años, pero su inocencia y la solidaridad de una familia ejemplar, pudieron más que la insidia y la justicia politizada y marxista.

Al General Palomino, una clase de periodistas que no se paran en pelos para destruirle  su vida, su honra su familia, tampoco lograrán su cometido; la confianza absoluta de su esposa y de sus hijos, le mantendrán su frente en alto y saldrá fortalecido de este episodio sórdido y vergonzante, como salió Daniel del horno ardiente y del foso de los leones.  

27 de diciembre de 2015.