EL GENERAL PALOMINO
Por Peloecaña
El Dr. Fernando Londoño Hoyos tiene como signo de
identidad la frase que él le atribuye al expresidente Álvaro Uribe Vélez y que
reza: "El narcotráfico es el combustible que alimenta todas las
guerras".
A pesar de la opinión del "Gran Colombiano", yo
prefiero esta afirmación, de mi cosecha, "La prensa subjetiva es el
combustible que alimenta toda la violencia."
La constitución es norma de normas ( artículo 4º).
En ninguno de sus artículos, a pesar de los términos del
canon constitucional contenido en el artículo 73º, que consagra la protección a
la actividad periodística, se lee que esa protección encarna preeminencias y
beneficios excepcionales que supediten los demás mandatos fundamentales al
cumplimiento de ese propósito, proteger la actividad periodística.
No obstante, hay en el alma de quienes fungen de
periodistas que la libertad de prensa es un derecho absoluto e ilimitado, al
que deben sucumbir todos los demás derechos individuales y colectivos y ante
esta equivocada interpretación, periclitan muchos personajes que presumen de
demócratas, como el expresidente colombiano que pretendió la cima del respeto a
todas las libertades, diciendo, "Prefiero una prensa desbordada a una
prensa amordazada".
¡Jamás desbordada y nunca amordazada!
El artículo 15º Constitucional abre su contenido
diciendo: "Toda persona tiene derecho a su intimidad personal y familiar y
a su buen nombre, y el Estado debe respetarlos y hacerlos respetar."
El artículo 21º de la misma Constitución dice: "Se
garantiza el derecho a la honra. La ley señalará la forma de su
protección."
El artículo 42º del tantas veces citado estatuto
constitucional consagra: "La familia es el núcleo fundamental de la
sociedad. Se constituye por vínculos naturales o jurídicos, por la decisión
libre de un hombre y una mujer de contraer matrimonio o por la voluntad
responsable de formarla."
"El Estado y la sociedad garantizan la protección
integral de la familia..."
"La honra, la dignidad y la intimidad de la familia
son inviolables."
Si yo hubiera sido constituyente hubiera buscado por
todos los medios persuasivos intelectuales permitidos un artículo que
rezara: "La prensa es absolutamente libre, pero absolutamente
responsable."
Este exordio, para sustentar el contenido de estas
opiniones.
No conozco personalmente al General Palomino; se de él
por los medios de comunicación, por el registro de sus acciones permanentes en
pro de toda la comunidad colombiana, pero me horroriza que un hombre bueno, un
colombiano decente y destacado esté siendo atacado de manera vil y bellaca, por
comunicadoras, que reclaman para si la protección integral del Estado, pero que
le niegan al General Palomino la presunción de inocencia, que no se le niega ni
al más avezado criminal.
Se solazan las periodistas difundiendo una noticia que
implica gravísimos cargos, que por graves merecen su comprobación previa, antes
de lanzarla al aire, porque no hacerlo conlleva la flagrante violación a los
derechos de un servidor público que llegó a la cúspide de su carrera policial,
gracias a su valor personal, a su inteligencia demostrada y a una suma de
acciones que lo hacen acreedor de la gratitud de toda la sociedad.
La especie que las periodistas de marras se han encargado
de hacer circular y arder, como reguero de pólvora, sin medir las consecuencias
de su irresponsabilidad, todo en aras de la "chiva" y del
"rating", es ni más ni menos que un hombre casado, con esposa e
hijos, con sociedad conyugal vigente, como dicen los civilistas y los notarios,
es un acosador homosexual de oficio y que busca satisfacer sus bajos instintos,
prevalido de su rango máximo frente a sus subalternos.
Se requiere ser absolutamente amoral para dar pábulo a
toda la insania que la proclamación de este suceso hasta ahora improbado lleva
implícito.
¿Acaso el General Palomino es marciano o es el único
colombiano para quien no es obligatoria la garantía constitucional de que trata
el artículo 15 constitucional precitado? ¿Para el no existen ni su
intimidad personal ni familiar?
¿Nació y ha vivido el señor Comandante de la Policía
Nacional sin honra que el Estado deba protegerle?
¿El señor General Palomino, su dignísima esposa y sus
hijos que constituyen? Pues una familia con todas las de la ley, que desde
luego es el núcleo fundamental de la sociedad, como lo son todas las familias,
incluidas las de sus detractoras.
¿Quiénes les garantizan a él y a su familia la protección
integral de que gozan, a la luz del artículo 42º constitucional citado? Pues
nadie menos que el Estado y la sociedad.
A pesar del derecho a la diversidad y a la
homosexualidad, tan en boga, a quienes formamos el mundo cada vez más escaso de
los heterosexuales, la afrenta más deshonrosa y retorcida es la puesta en duda
de nuestra heterosexualidad, y si ese cargo es gratuito y va contra alguien cabeza
de hogar, esposo cumplido y padre solícito, quien se encarga de propalar la
calumnia, no merece sino asco, repulsa y rechazo de la sociedad.
Para estar a la moda, me imagino que es tan alevoso como
pretender motejar de heterosexual a un homosexual.
¿Que tal que la esposa del General Palomino y sus hijos
no tuvieran certeza plena y absoluta de las calidades personales y morales de
su esposo y padre?
Por eso esa manera de ejercer la nobilísima profesión del
periodismo, llevándose de calle los más elementales principios de la ética, y
entrando a saco roto en la privacidad, la honra y profanando y
mancillando la integridad de una familia, no merece sino el repudio y el
rechazo de todas las personas de bien y la solidaridad de las familias de
verdad.
Al Coronel Plazas Vega, el Estado, a través de la
Fiscalía y de las primeras instancias judiciales, le prefabricaron y tejieron
una urdimbre que lo privó de libertad por más de ocho años, pero su inocencia y
la solidaridad de una familia ejemplar, pudieron más que la insidia y la
justicia politizada y marxista.
Al General Palomino, una clase de periodistas que no se
paran en pelos para destruirle su vida, su honra su familia, tampoco
lograrán su cometido; la confianza absoluta de su esposa y de sus hijos, le
mantendrán su frente en alto y saldrá fortalecido de este episodio sórdido y
vergonzante, como salió Daniel del horno ardiente y del foso de los leones.
27 de diciembre de 2015.