EL HOMBRE
NACE BUENO…
Por Peloecaña
Dicen que el pensador
ginebrino del siglo XVIII, Juan Jacobo Rousseau, dijo: "El hombre nace bueno y la sociedad lo corrompe".
¿Qué tan válido y cierto
es afirmar que "en Colombia algunos
que nacieron buenos el régimen los ha corrompido"?
Lo que se atribuye a
Rousseau no es absoluto, ni se puede admitir como una verdad también absoluta,
porque si la sociedad es la suma de individuos, entonces debemos concluir que
la sociedad corruptora es una suma de individuos corruptos.
Es más posible sostener
válidamente que individuos colombianos que optaron
por ser corruptos y que accedieron a los puestos de comando en la sociedad, han
sido generadores todos de corrupción.
Pareciera
que el Estado colombiano se volvió un auténtico gran silo de corrupción o un
prototipo del Barril de los Puercos.
Han sido
los más calificados corruptos, miembros de la clase política, los encargados de
manera implacable y contundente de generar la corrupción y el desmoronamiento
moral de la república, tanto que quienes se oponen a esa corrupción y a esa
hecatombe institucional, y propenden por un comportamiento diferente y
encaminado al culto de las buenas prácticas administrativas y al imperio de la
ética pública, son implacablemente perseguidos, sojuzgados y descalificados por
los cabecillas de tan nefanda manera de actuar y su cohorte de beneficiarios
materiales y paniaguados, la corrupción.
En nombre
de una paz fementida y que cabalga a hombros de la suplantación de la justicia
y del derecho, quienes se niegan a renunciar y a abdicar de principios tutelares
de valores superiores para que la sociedad superviva, son calificados de
guerreristas, son estigmatizados y anatematizados y lanzados al fuego del
averno y al foso de los leones.
La Constitución
de 1886 fue sindicada de ser la causante de la violencia y de la injusticia
social y de la desigualdad vergonzante, y un Presidente que nació del dolor
lacerante de un joven inexperto, casi un niño, que transido lloraba la pérdida
de su padre asesinado, por la instigación de uno de los más destacados
exponentes del régimen y por los sicarios de la más apabullante de las formas
de corrupción, el narcotráfico, decidió que la paz y el regreso a la moral
pública solo se obtendrían aboliendo la Ley de Leyes, nacida de la voluntad
política del Regenerador, Don Rafael Núñez, y de la sapiencia jurídica y la
estatura moral de Don Miguel Antonio Caro.
Ese
Presidente por azar y de coyuntura, con su grito de batalla "Colombianos bienvenidos al
futuro", nos condujo a la catástrofe que hoy vivimos, y que hoy es el
futuro que nos prometió; y con el concurso sobresaliente del mismo personaje
que hoy es el mascarón de proa de la paz mentirosa e injusta, el Doctor De la
Calle, logró el sepelio de tercera de la obra monumental de Caro y Núñez, para
entronizar en su remplazo ese esperpento que hoy nos rige, y que los
parlamentarios de la Mesa de Unidad y Ministros del presidente Santos han
pisoteado y vituperado tanto, porque son conscientes de su poca valía, la propia
y la de la Constitución de 1991 . Eso, señores, es corrupción generada y
practicada por muchos que al decir de Rousseau, que alguna vez fueron buenos,
pero que sus congéneres corruptos del régimen los corrompieron hasta la médula.
Esa
susodicha Constitución de 1991, que suplantó la de 1886, politizó la justicia y
la convirtió en una hedionda cloaca,
donde la solidaridad partidista es el mejor argumento para absolver
delincuentes y condenar ciudadanos de bien por el atípico delito de opinión.
Eso es corrupción rampante que en medio de una sociedad de corruptos se tragó a
los buenos de los que habló Rousseau.
El
Congreso de la República hace valer las mayorías corruptas y ahoga entre los
ríos de mermelada a las minorías que decidieron seguir siendo buenas,
contradiciendo a Rousseau pero halagando a los cabecillas corruptos del
régimen.
Y la
batuta de la corrupción dirige la sinfónica desde la jefatura del gobierno,
director que nada sabe de solfeo ni de dirección de orquesta, pero que si es
aventajado tallador de mesa de garito. Ahí está la corrupción que nos agobia y
consume.
Y la prensa
colombiana que hoy se escandaliza por la entrevista concedida por el más
connotado capo de capos a un actor de cine, tan corrupto como el entrevistado,
también está ahíta de tanto consumir mermelada corruptora, y ahí una vez
más se confirma mi afirmación, hay colombianos que nacieron buenos pero el
régimen los corrompió.
Una
destacada columnista de El Tiempo, que hoy se duele de la entrevista concedida
a un actor no periodista, por el capo mayor, deja constancia de que su rechazo
a esa entrevista no es porque ella sea moralista, como si ser moralista fuera
un baldón, un motivo de vergüenza, o una gravísima enfermedad contagiosa y
fatal como la propia peste o el sida.
Señora
periodista: lo que faltan en el mundo son moralistas que luchen por la ética y
la práctica de las buenas costumbres.
Para su
información, moral viene de la palabra latina, mos moris que significa costumbre, y moralista según el Diccionario de la Lengua
Española, expedido por la Real academia de la misma lengua es " 1.
com. Profesor de moral -. 2. autor de obras
de moral -. 3. Persona que estudia moral -. 4. Clérigo que se ordenaba sin
haber estudiado más que latín y moral".
Desde
luego que usted ni es profesora de moral; ni es autora de obras de moral; y no
sé si habrá estudiado moral; y, desde luego, no es clérigo ni clériga.
La
ausencia de moral es la que ha permitido la corrupción, porque el espacio que
dejan los hombres buenos inmediatamente lo ocupan los corruptos.
18
de enero de 2016.
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