LA SEGUNDA PAPELETA
Por Peloecaña
Voy a intentar referirme a la segunda papeleta, para que sea escrutada el
día de las elecciones del plebiscito de “juhampón”.
Antes que nada, es de elemental justicia reconocer el padre de la criatura;
esta adquirió vida, gracias a la iniciativa de “Heracles”, contertulio de La
Hora de la Verdad.
Es imprescindible, para avocar el tema, referirnos a la "Séptima
Papeleta", promovida por un grupo de estudiantes que creyeron que todos
los males de Colombia se debían a la Constitución de 1886 y sus reformas, y por
el año de 1990 empezaron a promover su derogación, como único remedio para
sanar todas las dolencias de la Patria. Estos románticos jóvenes patriotas
creyeron que una nueva Constitución sería la panacea institucional colombiana.
¡Mentiras!, ¡falso de toda falsedad! El remedio ha sido
peor que la enfermedad, o si no analicemos por qué estamos donde estamos; en
buena parte gracias a la Constitución de 1991.
Pero volvamos a la reseña histórica. Casi siempre cuando
la sociedad está ad portas de un
acontecimiento más notorio que notable, aparecen los personajes oportunistas
que se adueñan del engendro y se benefician de la seudopaternidad de la nueva
criatura.
Es ahí cuando aparecen los doctores Carrillo Flórez y
“Cepedín” y hacen propia la séptima papeleta; los medios los promueven como los
progenitores de la idea, ignorando los verdaderos y auténticos autores, y
empiezan a cosechar sus triunfos.
Cuando están por suceder las votaciones para definir seis (6) opciones
electorales, encaminadas a escoger cargos de elección popular ¡"eureka"!
aparece la séptima papeleta que propone a los colombianos la convocatoria a una
Asamblea Nacional Constituyente. La Registraduría
acepta escrutar los votos a la respuesta a esa propuesta y por algo más de dos
millones de votos se convoca la fórmula redentora, que no ha redimido, ni mucho
menos, a Colombia; por el contrario, la tiene al borde de la disolución.
Si los colombianos no rechazamos la intención de “juhampón”
con un NO rotundo a su intención de consolidar nuestra condición de siervos de las farc, no tendremos derecho a ejercer el
pataleo.
Pero como la sabiduría popular siempre acierta, hagamos
una vez más vigente la sentencia: "Para
la mordedura del perro, pelos del mismo perro".
Si el régimen nos pregunta si queremos la paz,
respondámosle sin titubeos: "NO".
NO por la mentira y la trampa que encarna la pregunta.
La paz es un estado del alma y, desde luego, es de los
pocos tesoros que todos anhelamos, porque siempre deseamos lo que no tenemos.
Pero no podemos aceptar la paz como una imposición que se
ofrece sobre la base de la injusticia, la indignidad, la ausencia de perdón
sincero y ausencia total de reparación cierta y proporcional al
daño recibido, y sin el más creíble propósito de enmienda.
En la vida, las propuestas y opciones de conducta han de
ser recibidas según la credibilidad de quien propone.
Juan Manuel Santos Calderón y las farc, los dos juntos,
han dado pruebas ciertas, reiteradas e inamovibles de su conducta constante de
ser los dos mentirosos consuetudinarios y tramposos irredentos; ¿cual la razón
para creerles que ahora sus intenciones son sinceras y honradas? ¡PISTOLA!
Pero volviendo al meollo de este mensaje y arropando la
idea del “Heracles”, proponemos en concreto: Que el Centro Democrático y su
bancada parlamentaria lideren la campaña, hasta convertirla en realidad, de la
segunda papeleta, expresada en esta pregunta: "¿QUIERE USTED QUE EL
PRESIDENTE JUAN MANUEL SANTOS CALDERÓN CONTINUE EJERCIENDO LA PRESIDENCIA DE LA
REPUBLICA?". SI o NO.
Para la
mordedura del perro, pelos del mismo perro.
28 de noviembre de
2015.
No hay comentarios:
Publicar un comentario