APOLOGÍA DELIRANTE
Por
Peloecaña
En un
lugar de la prensa, "de cuyo nombre no quiero acordarme", una
columnista cuyo nombre tampoco quiero recordar, intenta la apología que
en un país de derecho pudiera interesarle a las autoridades de instrucción
criminal, por encarnar la tipificación de una conducta punible que los
legisladores han dado en llamar Apología
del delito.
Cuando se asume la defensa de algo no defendible o indefendible, se asume
por cumplir; y en el periodismo, por falta de tema periodísticamente válido.
Cuando un reo no tiene cómo lograr un defensor de su presunta inocencia, la
ley en ejercicio del elemental Derecho
a la Defensa y en cumplimiento del debido proceso, le
asigna un defensor de oficio, cargo que es de forzosa aceptación.
Escribe la apologista oficiosa: " La
campaña de desprestigio contra la exfiscal Angela Buitrago, ha tomado
proporciones delirantes que hoy tienen en peligro su vida".
¡Mentira, falso de toda falsedad! el desprestigio ha sido generado por las
actuaciones delirantes de la propia desprestigiada y la mejor manera de
protegerse su vida es aceptando su prevaricato reiterado y continuo, su
responsabilidad penal y su reclusión carcelaria que la ponga bajo el cuidado y
vigilancia del régimen.
Mas de 8 años necesitó la justicia colombiana para entender en su máxima
instancia que el Coronel Plazas Vega había sido condenado y juzgado, por el a quo y el ad quem, mediante el recaudo de pruebas falsas, prefabricadas,
mentirosas; y al frente del logro de ese acerbo probatorio vergonzoso
estuvo la “fiscal de hierro” no por merecer comparación
siquiera mínima, con Margaret Thatcher, ¡tamaño despropósito! sino por haber
prefabricado con paciencia, digna de mejor causa, las cadenas de hierro que
aprisionaron a un militar gallardo y patriota, cadenas que si bien lo privaron
de la libertad, nunca pudieron aprisionar su alma valerosa e integra.
El delirio es una alienación mental, es un despropósito y un disparate;
provoca confusión en el alma y en el intelecto, genera alucinaciones y
reiteración de pensamientos absurdos e incoherentes; por eso no dudo en
calificar ese conato de apología, de delirante.
A finales del siglo XIX, en Francia se urdió una trama asqueante y
repulsiva, que tuvo como único fin procesar y condenar un militar integérrimo,
el Capitán Alfred Dreyfus, endilgándole con pruebas falsas haber cometido
traición a la patria, por estar incurso en el delito de ser judío.
Allí también hubo un "fiscal de
hierro", el comandante Ferdinand Esterhazy; pero, como siempre, la
justicia brilló, tarde igual que en Colombia, pero también iluminó a Francia.
Declarada la inocencia de Dreyfus, al comandante prevaricador el régimen lo
protegió mandándolo a África; en Colombia, la fiscal de hierro buscó protección en México.
El caso Dreyfus conmovió hasta los cimientos a la sociedad francesa; en
Colombia, el caso Plazas Vega escasamente genera una defensa oficiosa delirante
de su acusadora, en un medio también delirante, todo en nombre de la tan
cacareada libertad de prensa.
En Francia, sin embargo, brilló con luz refulgente el censor del
antisemitismo y el apologista de la decencia y de la inocencia de Dreyfus, Emile Zolá, con su dramático y desgarrador "Yo acuso", dirigido al
presidente galo, y libró a Francia de la vergüenza universal.
En Colombia, para fortuna de la gente de bien y de la auténtica justicia,
también hubo un Zolá, Fernando Londoño Hoyos, que siempre creyó en la inocencia
del coronel Plazas Vega, que nunca perdió la fe en la verdadera justicia y que
porfió sin desfallecer, acusando al sistema judicial de prevaricato y la
felonía sistemáticos.
También hubo un periodista, Ricardo Puentes Melo, que se jugó
en paro, a riesgo de su seguridad personal y familiar, para que el caso Plazas
Vega tuviera un final feliz, como el del caso Dreyfus.
Y desde luego, por fortuna, el Coronel Plazas Vega contó con la
solidaridad indeclinable de su esposa y sus hijos y las de amigos de verdad.
Pero no se pueden esperar peras del olmo; cosa bien distinta es la
solidaridad del Doctor Fernando Londoño: de Ricardo Puentes; de Doña Tania y su
familia; y otra es la complicidad de una apologista literalmente delirante.
25 de enero de 2016.
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