ALGUNA VIRTUD HABRÁ DE TENER
Por Peloecaña
El tal juhampa
no sólo ha de ser traidor empedernido, palitraquero compulsivo, tahúr
marrullero, oligarca bogotano, sobrino nieto etc., etc., etc.
Para ser exitoso en todo lo anterior ha de
ejercer alguna, no digamos que virtud, una cualidad mínima; ha tenido una dosis
adecuada de paciencia.
La paciencia le ha permitido engañarnos a
todos, uribistas y antiuribistas, derechista e izquierdistas, adolescentes y
viejos, porque el izquierdismo no sólo es práctica juvenil; también le ha dado
buen éxito en el resultado final de su palitraquerismo, aparentar lo que no se
es; desde luego la paciencia es ingrediente "sine
qua non", para poder esquilmar a sus compañeros de garito y a las
víctimas de su tahurismo profesional; en cambio, la capacidad de saber esperar
nada tuvo que ver con su condición de oligarca bogotano, esa condición le viene
de cuna, le es genética y la genética no se equivoca. "Remember El Tío".
Pues bien, aterricemos: dada su condición
de miembro camuflado pero activo del castrismo, el tal juhampa, “alias santiago",
desde hace mucho tiempo sabía que su destino era lograr el acceso de Colombia a
los países de la órbita comunista; pero como su vida está signada por sus
contradicciones, es un marxista diletante, máximo exponente del capitalismo
salvaje, de ese capitalismo que encarna el diario El Tiempo, al que los
izquierdistas, de cuando en cuando, señalan con su dedo acusador, sindicándolo
así: "Ahí están, esos son los
que venden la nación".
Su estirpe oligárquica bogotana y su
impronta capitalista, aunadas a todas sus marrullas, le permitieron urdir y
lograr la venta de su participación accionaria del diario heredado de su tío y,
con su decisión comercial, avaló la de los demás accionistas; y como de lo que
se trataba era de plata y no de esos principios obsoletos y en desuso, como la
conservación de la tradición, resolvió que el diario de sus ancestros no debía
seguir siendo el faro que durante más de un siglo había iluminado
al Partido Liberal, y la totalidad de la propiedad del periódico pasó a manos
de otro capitalista salvaje, que figura en los inventarios del Partido
Conservador, pero no el conservatismo de Caro y Ospina, el mismo de los
Gómez y los Ospina, de Suárez, Concha y Pastrana, no; el más actualizado, el de
Gerlein y Cepeda su paisano, el de los Yepes Alzate y demás bichos de la misma
ralea; pero se pactó en el contrato de compraventa del periódico que seguiría
siendo el vocero, el epígono y el apologista del régimen.
Como juhampa
es impredecible, recóndito, escondido y ya no podía guardar por más tiempo el
as bajo la manga, sus paniaguados están dispuestos a negociar con las FARC "la democratización de los medios de
comunicación"; es decir, que la celestina que compró El Tiempo no sabe
si las negociaciones de La Habana le permitirán recuperar su inversión. Con su
pan se lo coma.
Y por ahí, en un rincón de algún paraíso
fiscal, un Santos fungiendo de diablillo, sonríe sarcástico y se burla de los
tumbados y estafados.
28 de septiembre de 2014
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