DEL TERRORISMO ISLAMITA Y EL TERRORISMO CRIOLLO
Por Peloecaña
Quiero que alguien me explique, porque soy
incapaz de entenderlo.
¿Por qué cuando los fanáticos islamitas
degüellan periodistas de pelo y ojos claros, ingleses, norteamericanos o franceses,
el señor Obama echa las campanas al vuelo, toca a somatén y, como si se tratara
del reflejo condicionado de Pavlov, los así estimulados por el tilín tilín
responden presurosos y ofrecen alianzas invencibles para vengar la degollina
europea; y cuando se trata de los terroristas de las FARC, la ONU y la OEA
hacen sonar los clarines de la paz, como si las minas antipersonales que
afectan la población civil, el reclutamiento de menores, las voladuras de
oleoductos de la infraestructura vial y energética y el ajustamiento con tiros
de gracia, a los guardianes de la vida y bienes de los colombianos, tuvieran
justificación válida ante el mundo.
Nuestra sangre aunque mestiza, como dice la
canción, "también tiñe de rojo"
a pesar de que los guerrilleros y el presidente Santos no lo crean. ¿O es que la
de los militantes de las FARC es azul, mientras los hemólogos averiguan el
color de la del presidente?
Esa discriminación criminal no aporta nada
a la solución del conflicto universal incluido el nuestro; los dialogantes
incondicionales y sumisos tampoco lo hacen, tendrán que tomar de la misma
medicina que la insurgencia por su mano nos pretende recetar a todos.
Cuando Juan Manuel Santos, como Ministro de
Defensa del gobierno de Álvaro Uribe, se atravesó como mula muerta en el camino
del triunfo de la sociedad colombiana, para impedir la negociación que
significaba la prórroga de un convenio bilateral, entonces vigente,
entre Colombia y los EE.UU. de Norteamérica, y la modernización de
varias bases militares colombianas, que tendrían la asesoría y el apoyo bélico
estadounidense, no fue por casualidad, fue en cumplimiento de un cometido
fríamente calculado, pues nunca ha de dejado ser el “Santiago”, del que el venezolano Pedro García nos hablara en días pasados.
Desgraciadamente, ahí también se equivocó
el Presidente Uribe al no tener la claridad y la entereza que tanto lo ha
caracterizado; ha debido sacarlo inmediatamente del gabinete y otra sería en
este momento nuestra situación; la paz seguramente estaría más cerca y "Santiago" no hubiera sido presidente
reelegido de la República.
Pero, en fin, de nada nos sirve llorar
sobre la leche derramada.
Para evitar la prórroga del convenio
militar aludido, el ministro "Santiago"
contó con el respaldo de los magistrados representantes en la Corte
Constitucional del régimen que tan nefasto ha sido para todos y que le costó la
vida valiosísima al mas importante colombiano de todos los tiempos.
"Quosque tandem abutere catilina patientia nostra". (Cicerón)
25 de septiembre de 2014
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