jueves, 28 de diciembre de 2017





2017, HAY QUE PASAR PÁGINA

Por Peloecaña

A los lectores que me distinguen con el tiempo que han destinado a conocer mis inquietudes, que este año que está a punto de terminar les haya traído satisfacciones muchas y reciedumbre para capear los sinsabores, que ojalá hayan sido pocos, y que las expectativas del próximo año, que ya empieza, sean siempre las mejores, para todos,  incluyendo a sus familias y a su entorno.

Que ojalá no vayamos a sucumbir ante la amenaza y la preocupante presión de quienes, de buena fe, pretenden amedrentarnos,  con el riesgo de que la unidad rota significa peligro en el logro de las ciertas esperanzas de un futuro inmediato, llevadero y promisorio. 

Quienes han asumido la dura tarea de ser guías y heraldos, deben saber que su obligación y su compromiso irrevocables son  acertar plenamente, atinar permanentemente en la diana del polígono del campo de tiro al que acudimos todos los días para aprender de ellos.

Son sus acciones u omisiones las que vulneran o enaltecen nuestros principios, que son inalienables y, por tanto, no se pueden transar; deben estar por encima de temores infundados, de divisionismos fantasmagóricos, que algunos  nos presentan como el coco de los niños e infantes.

El dilema es inexistente; o entregamos los valores en los que creemos o, por no dividirnos, asumimos el papel de siervos irredentos y renunciamos a nuestra condición de seres libres y racionales, sin hipotecar nuestras conciencias y nuestra dignidad.

Cuando el disenso es caprichoso e injustificado, nos merecemos el llamado de atención y asumimos la obligación de rendir cuentas por nuestra irresponsabilidad y por la cuota que nos corresponda en el fracaso colectivo.

Si los equivocados son los encargados de ser luz y faro, si  son inferiores a la confianza en ellos depositada, también deben responder rigurosamente, por sus actos u omisiones, y les corresponde una cuota mayor de responsabilidad por el fracaso personal y social, fruto  de sus decisiones erráticas y desafortunadas.

Nos queda la ilusión de haber creído en colombianos paradigmáticos y  ejemplares y la satisfacción de haber señalado las incongruencias ideológicas, las equivocaciones cometidas en nombre de jefaturas ejercidas de manera errónea y, sobretodo, la tranquilidad de conciencia de haber actuado siempre de acuerdo con el culto a valores positivos, que nunca han estado ni estarán en pública subasta, ni en ruedas de remates.


No todo está perdido; hay luz al final del túnel, hay lumbre en la poterna y guardianes de la heredad. Pronto aparecerán alternativas nítidas, resplandecientes y ciertas. Colombia no puede sucumbir ante las jefaturas mal ejercidas, ni ante las equivocaciones reiteradas.

domingo, 10 de diciembre de 2017





¿POR  QUÉ DUQUE?


Por Peloecaña


Las empresas contratadas por el Centro Democrático para que los encuestados ajenos a ese partido, y sin ninguna afinidad política con el Dr. Álvaro Uribe Vélez, decidieran quien iba a ser el Candidato Presidencial de esa agrupación ya dieron su veredicto final: el escogido es el senador Iván Duque Márquez.

Dentro del cuestionario a los encuestados apareció alguna vez la pregunta: "Es usted militante del Centro Democrático, uribista, o de otro partido"?

Absolutamente NO. De haber sido así, la medición hubiera permitido saber mejor la identidad entre el optado y su electorado.

Aun esta fresca, bien fresca, la fecha en la que el Centro Democrático adoptó un mecanismo para escoger su candidato presidencial y su fórmula a la vicepresidencia, para el período 2014-2018: La Convención Nacional del Partido; ¡no aprendimos la lección!

Esa manera de definir la suerte de esa colectividad fue atinada y arrojó resultados positivos. Oscar Iván Zuluaga aspirante a la Presidencia de la República y Carlos Holmes Trujillo a la Vicepresidencia.

Solo un sector de quienes participaron en la liza política no quedó satisfecho; el de los amigos de Francisco Santos Calderón, cuya cabeza visible siempre fue José Obdulio Gaviria.

Al Dr. Uribe Vélez le correspondió empeñarse, a fondo, para convencerlo de que aceptara el resultado y regresara al redil con su grupo de amigos.

Fuimos a las elecciones, las ganamos, pero el candidato triunfador se apresuró a reconocer su derrota, que nunca sucedió y nos entregó, acoyundados, a sus electores y a Colombia en las manos tintas en sangre de las FARC y de su miliciano, el guerrillero del Chicó, el candidato Juan Manuel Santos Calderón, aspirante a la reelección que logró fraudulentamente. 

Y por eso estamos donde estamos, en la más plena y absoluta dictadura, ejercida por un irresponsable que, aupado en los Acuerdos de La Habana, decidió ser cabeza del Legislativo, el Ejecutivo y el Jurisdiccional, para llevarnos a todos por la calle de la amargura, arrastrando el cadáver de la Constitución, como su trofeo de paz.

José Obdulio Gaviria, quien después de cuatro años de su derrota en la Convención de 2014, que nunca la aceptó, tuvo la paciencia necesaria para volver a aspirar a tener su presidente, ¡vaya uno a saber si de bolsillo! y se inventó la tesis novedosa de que las encuestas abiertas serían el mecanismo eficaz para escoger el sucesor de Juan Manuel Santos Calderón; lo propuso y los precandidatos por recomendación del Dr. Uribe lo aceptaron y José Obdulio Gaviria ya tiene candidato.

En 2010, como ovejas que siguen su pastor, aceptamos sin titubeos, salvo contadas y honrosas excepciones, que el lobo con piel de oveja fuera el primero del redil, y elegimos al presidente Santos. William Calderón fue uno de varios ciudadanos que, ufano, hoy puede sacar pecho por no haber incurrido en esa equivocación.

Vino el Plebiscito, propuesto por el Gobierno de las FARC,  que sometió a la refrendación del pueblo colombiano los Acuerdos de La Habana y, por mayoría, decidimos no permitir el nacimiento de ese engendro, el cual, por inviable, debía ser sepultado como lo que fue, un feto no nato.

Hubo muchas opiniones; el presidente Santos Calderón dijo en Londres: si el Plebiscito no es aprobado, renuncio.

El presidente de la delegación del Gobierno a los monólogos de La Habana, Humberto de la Calle, anunció: Si el resultado del plebiscito es adverso a su aprobación, los Acuerdos de La Habana no tienen vida.

El periodista y exministro Fernando Londoño Hoyos, con la autoridad que se presume tiene dentro de la cima del Centro Democrático y de la oposición al santismo puro, advirtió del riesgo de trampa del felón profesional, que obra como Presidente, de la inconveniencia de asistir a Palacio a negociar la vida de un difunto que ya hedía, no acataron su premonición y pasó lo que pasó. Otro eslabón a la cadena de equivocaciones. 

Ahora, en esta coyuntura nefanda, su voz de alerta, la del Dr. Londoño, también se escuchó reiterada e insistente: "Es una equivocación poner a los enemigos del Centro Democrático y  del Dr. Uribe a que escojan nuestro candidato"; pero, una vez más, su voz no llegó a las alturas del Olimpo del cual es Presidente Emérito, y nos insuflaron la candidatura de Iván Duque. 

Como no quiero cargar con el muerto de una equivocación más, respetuoso de la decisión de los demás, he tomado la determinación de  no votar por el Dr. Iván Duque Márquez, y apartarme, igual que el Barbero, hace ocho años,  de una candidatura con la que no tengo ninguna afinidad, ni ninguna coincidencia ideológica, ni afectiva, ni de ninguna clase.


martes, 5 de diciembre de 2017






RAFAEL NIETO LOAIZA

Por Peloecaña

El Partido Centro Democrático, por ser consecuente con su nombre, abrió la posibilidad de un abanico de precandidatos a la Presidencia de la República y, una vez definida su opción, esta escogencia será sometida al siguiente paso de selección que implica tener en cuenta lo pactado entre los expresidentes Pastrana Arango y Uribe Vélez, las dos columnas fundamentales de la Gran Alianza por Colombia.

En el anterior mensaje me referí a cuatro de los precandidatos y anuncié un comentario destinado únicamente a analizar el nombre y la persona del Dr. Rafael Nieto Loaiza.

Respetuoso de la opinión y la adhesión libérrima de todos, no puedo sino esperar un respeto recíproco a mi elección.

El Dr. Rafael Nieto Loaiza es un colombiano que ha demostrado amor profundo y racional por su país, por la nación constituida en ese país, y por lo telúrico que implica que ese país y esa nación sean su patria entrañable.

Cincuentón mesurado y sesudo, lleno de merecimientos, por sus atestados académicos, por su demostrada capacidad de servicio y su responsabilidad, ostentada siempre que ha sido llamado a servir cargos públicos o al ejercicio profesional, no podía estar ausente de la política, entendida tal actividad como la mejor manera de servir con dignidad y eficiencia el bien común y el interés general.

Cuando, por desgracia, el cálculo personal, la ambición dañina y el pragmatismo son la impronta de quienes ejercen la politiquería en vez de la política, aparece esta figura destacada en el firmamento del servicio público y del arte de gobernar, que dejó muestra de su talante, como administrador cuando ejerció, con lujo de detalles, el cargo de Viceministro del Interior y de Justicia, en el primer cuatrienio del Presidente Uribe, y bajo la batuta del Dr. Fernando Londoño Hoyos, exigente como el que más, al momento de escoger sus colaboradores.

Cuando le correspondió asumir la defensa de los intereses de Colombia, frente a las pretensiones expansionistas de Nicaragua, lo hizo con lujo de sapiencia jurídica y ajustado a su bien ganado prestigio de internacionalista destacadísimo, hasta que los compromisos de este Gobierno cedieron en aras de satisfacer la afinidad ideológica de las FARC con el régimen marxista de Ortega, y Santos y su Canciller periclitaron ante los intereses de la guerrilla, que siempre han ido en contravía  de los altísimos intereses de la patria.

Entonces el Dr. Nieto Loaiza dio un paso al costado y dejó toda la responsabilidad en manos del gobernante apátrida y su ministra de relaciones exteriores, con los resultados por todos conocidos.

El talante del precandidato de mis afectos y preferencias "Es un estado de ánimo, una disposición espontánea; es una situación anterior a la actitud, una voluntad inadvertida de captar, de comprender o rechazar. Tiene, por tanto, una importancia decisiva en la aptitud gnoseológica", según el Dr. Álvaro Gómez Hurtado. Por eso continúa el mártir colombiano: "Las cosas son, en política, como nuestro talante nos las permite apreciar."

Yo percibo que el Dr. Rafael Nieto Loaiza es de ese talante; por eso mi adhesión racional con él. Si fe es la adhesión a un ideario y a una persona, me declaro Nietista irredento.

Su comportamiento patriótico y político, que nos llevó al triunfo del NO en el plebiscito, siempre contó con su fervor y su pasión por Colombia.

Siempre ha sido coherente y lógico, jamás zigzagueante y sinuoso; por eso el Dr. Uribe Vélez lo invitó a conformar la lista de los precandidatos a la presidencia, por el Partido que él lidera.

Además, el más convincente en la campaña política ha sido Rafael Nieto Loaiza;  por eso estoy con su nombre y su persona.