jueves, 23 de enero de 2020




LA  TERQUEDAD Y OBSTINACIÓN INSENSATAS  DE SINDICATOS Y  MEDIOS

Por Peloecaña

La gran prensa se empecina en mostrarnos la situación de Colombia, de manera distorsionada y, desde luego, alejada de la realidad y los sindicatos, en nombre de la democracia marxista, no vacilan en insuflarnos la protesta abusiva y vandálica, como paradigma de la expresión popular justa e inevitablemente válida.

Si sus actores enmascarados y embozalados se empeñan en esconder sus facciones, es porque actúan con mala intención premeditada y a sabiendas de lo que sus protervas  acciones encierran, sin duda  es conducta dolosa que han de ser reprimidas con toda la fuerza de que dispone la autoridad legítimamente constituida.

La agresión a las personas, la destrucción de bienes públicos y privados y la manera de impedir el libre tránsito y el acceso a sus puestos de los trabajadores más humildes, que son obligados a caminar distancias kilométricas para llegar a su sitio de labores y después regresar a sus hogares, frustrados, llenos de sobresaltos y en muchas ocasiones con su integridad física y moral atropellada, y sus derechos más elementales conculcados, son la manera de expresión de auténticos criminales que pretenden un nuevo orden de cosas y una sociedad igualitaria, según ellos, y como cuota inicial de su aventura marxista, exigen el sacrificio inhumano de los más débiles, para imponer en la dirección del Estado, a los verdugos de los integrantes del Estado Llano.

Ante tanta insania, la gran prensa se solaza desinformando y justificando eventos, a todas luces inaceptables y lesivos para todos los asociados, desde los puntos de vista sociales, éticos, económicos y políticos.

Pretenden los comunicadores colocarnos en el salón de los espejos, donde las imágenes se distorsionan y la realidad no puede ser apreciada en su justa y patética dimensión.

Ni los sindicalistas, ni los orientadores en la clandestinidad del caos y el desorden, ni los comunicadores atinan a cotejar la inexistencia de sindicatos en países como Cuba, ni la libertad de expresión, de información y de prensa, ausentes en el mismo país, que revoltosos y periodistas tienen como modelo de democracia y equidad.

A la recién posesionada alcaldesa de Bogotá, al burgomaestre de Medellín y a la primera autoridad de Cali les han recetado la misma pócima, que en épocas recientes ellos consideraban panacea y fórmula mágica, para la satisfacción de las necesidades más sentidas de sus electores.

Con su pan se lo coman.






domingo, 19 de enero de 2020






CARTA ABIERTA A J. MARIO ARBELÁEZ


Señor don 
J. Mario Arbeláez
Presente

Respetuoso saludo.

Aunque no coincido con usted en muchas de sus opiniones, soy un asiduo lector de sus escritos periodísticos, por la solvencia intelectual de los mismos y por la agilidad de su pluma.

Permítame referirme a su última columna publicada en El Tiempo del miércoles  15 de enero pasado, bajo el título: Matar al jefe.

Teniendo como fundamento la autorizada voz del Diccionario de la Lengua Española, de la  Real Academia Española, encontramos que la única acepción de paramilitar es: "Dicho de una organización civil: Con estructura o disciplina militar".

Así las cosas, la guerrilla colombiana, en sus distintas presentaciones, la integran organizaciones civiles con estructura y disciplina militares. Veamos:

Las FARC: Fuerzas Armadas Revolucionarias Colombianas, EP Ejército del Pueblo.

Reza la Constitución Política de Colombia, artículo 217º: "La Nación tendrá para su defensa unas Fuerzas Militares  permanentes constituidas por el Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea…”

Para confirmar su condición de paramilitares, la guerrilla colombiana usa un sistema jerárquico igual al de los militares, y sus jefes también se denominan comandantes; además, usan uniformes de fatiga, iguales a los de las Fuerzas Militares, de dril verde oliva y camuflados, y portan armamento de uso privativo de los militares.

Para confirmar su paramilitarismo, sus tribunales militares, que imponen la disciplina guerrillera, también se denominan Consejos de Guerra, como los juicios de los militares.

Y para mejor proveer, otra guerrilla se denomina Ejército de Liberación Nacional ELN; y, otra Ejército Popular de Liberación EPL.

Entonces, los únicos paramilitares que en Colombia han sido, son las guerrillas filocomunistas ya citadas, todas conocidas por su militancia izquierdista.

Disidencia es un sustantivo de la lengua española, que el Diccionario antes citado define: "1. Acción y efecto de disidir. 2. Grave desacuerdo de opiniones." 
Disidir: verbo cuya acepción es: "Separarse de la común doctrina, creencia o conducta".

Por eso, los Leopardos Augusto Ramírez Moreno, Manuel Serrano Blanco, José Camacho Carreño, Fidalgo Hermida y Eliseo Arango fueron disidentes de la disciplina para perros que quiso imponerles el doctor Laureano Gómez.

También fueron disidentes de la oficialidad liberal los doctores Alfonso López Michelsen, cuando fundó el MRL, y Luis Carlos Galán Sarmiento, cuando creó el Nuevo Liberalismo.

Hoy los disidentes de las FARC son Timochenco y los sacrificados por la flor y nata de esa guerrilla, que se mantiene en sus trece, en su común conducta subversiva y fieles a su doctrina violenta y guerrerista: Márquez, El Paisa y Santrich, protegidos por el régimen de Maduro.

Timochenco es un disidente, porque ha tratado de ser consecuente con los Acuerdos de La Habana, que los negociadores de las FARC nunca aceptaron y que solo acudieron a la mesa de negociación a burlarse de todo el mundo, fieles a su talante y a su impronta irrevocablemente mentirosa.

Ahora sólo falta que la ortodoxia farciana también declare a Juan Manuel Santos y al sacristán nadaista, como usted lo llama, Humberto de la Calle disidentes y los convierta en objetivo mortal.

Una glosa final: si hay alguien que esté bombardeando la paz, no es la tal derecha, ¿o es que Márquez y El Paisa se volvieron militantes de ese sector político?

La más patética prueba de que la derecha respalda la paz de Santos, de de la Calle y Timochenco, es el desconocimiento del resultado del plebiscito del 2 de octubre de 2016, por parte del expresidente Álvaro Uribe Vélez.


Peloecaña


lunes, 13 de enero de 2020






PARA  EL PERIODISMO COLOMBIANO TODOS LOS CAMINOS CONDUCEN A URIBE

Por Peloecaña

Está convulsionado el ambiente y alborotado el cotarro periodístico.

Resultó que la disidencia de las FARC la constituyen quienes aparentemente han respetado los Acuerdos de La Habana, y la ortodoxia farciana la integran los que desde Venezuela, comandados por Márquez, Santrich y el Paisa, han sido señalados de haber ordenado un atentado mortal contra Timochenko.

Ojalá que no decidan que Juan Manuel Santos y Humberto de la Calle son también parte de la cúpula de esa disidencia.

Si por la víspera se saca el día, hay que pensar que se repite el proceso del exterminio de la Unión Patriótica.

La gran prensa colombiana ha descubierto otro filón informativo, el de las interceptaciones, léase chuzadas, por orden del alto mando militar a magistrados, políticos y periodistas, con destino al Presidente Álvaro Uribe Vélez.

La gran prensa está reviviendo el tema del hacker  Sepúlveda, a pesar de que hace rato hizo tránsito a cosa juzgada.

Han aparecido micrófonos ocultos en el despacho de un honorabilísimo señor magistrado, y para la gran prensa el Uribismo tiene velas en ese entierro.

Vale la pena que la revista Semana nos cuente cómo se enteró de todo el pastel que está denunciando, y que ha encontrado eco en todos los medios.

Habrá mentes torcidas que se atreven a elucubrar que fue a través de chuzadas; otros menos conspicuos pensarán que fue por infidencias de la misma Corte, y algunos se huelen que los infidentes fueron algunos militares, participantes en tan sonado caso.

De todos modos, el señor Presidente Duque y su Ministro estrella, el de Defensa, ya lanzaron las campanas al vuelo: que tiemblen los chuzadores y que guarden sus lesnas.

Y en últimas, el generador de las interceptaciones, el destinatario exclusivo de las mismas, y su beneficiario único, ya se conoce, es el Expresidente y Senador y Jefe del Partido Centro Democrático, doctor Álvaro Uribe Vélez.

Por eso sostengo que, en Colombia, todos los caminos conducen a Uribe.