martes, 30 de mayo de 2017





EL CENTRO DEMOCRATICO, UN PARTIDO SERIO

Por Peloecaña

Es el Centro Democrático el último Partido Político fundado en Colombia y, desde luego, cuenta con todas las exigencias que la ley señala para este tipo de asociaciones: Tiene una declaración de principios, que son su carta de navegación, su impronta ideológica, su patrimonio conceptual; tiene una estructura estatutaria y administrativa; tiene una jerarquía escogida de acuerdo con sus estatutos; y una militancia conformada por seres racionales y libres, que espontáneamente decidieron adherirse a ese cuerpo político, previa aceptación del ideario presentado; los estatutos aprobados y a esa organización acuden para ser alternativa de poder, porque el ejercicio del mismo es la meta de todos los partidos y su propósito esencial.

No hay partidos de centro, porque en la política la neutralidad es incompatible con el poder; hay partidos mesurados, equilibrados, pero siempre los partidos encarnan una manera de   concebir la vida, de entender la democracia, de ver el Estado, de organizar la República y la sociedad, y de acceder al  poder y ejercerlo para lograr el bien común y la realización del interés general. Esas metas jamás se logran desde la neutralidad.

El Partido Centro Democrático fue una oferta que un puñado de quijotes de la política lanzó a la opinión pública colombiana, como la mejor manera de hacer frente al régimen SANTOS-FARC, y como un auténtico salvavidas para rescatar de las garraS del mandatario traidor a la nación Colombiana.

Inteligentes, sabios y doctos los autores del nuevo proyecto político, no dudaron un segundo en presentar, como imán ideológico, los principios fundantes del fenecido o moribundo Partido Conservador; de lo bueno del Partido Liberal y de los valores tutelares de la nacionalidad, compilados en los principios salvíficos del cristianismo. Sin duda acertaron y la semilla germinó fuerte y abundante porque cayó en tierra ubérrima.

Por eso, la familia de antes, el respeto a la vida y a la integridad de la personas, a la dignidad humana, a la propiedad privada,  a los derechos humanos, a la justicia con equidad, a la institucionalidad, a la juridicidad, a la diferencia y, por ende, el repudio a la igualdad de género, al despojo, a la impunidad, a la justicia politizada, al desconocimiento de la independencia de los poderes públicos, al terrorismo en todas sus manifestaciones, al narcotráfico y a la corrupción en los particulares y en los servidores públicos, el abuso del derecho, son banderas enhiestas que ondean en las toldas del Centro Democrático.

No se requiere ir a la universidad o hacer cursos extensivos e intensivos para distinguir y saber que el régimen que nos sojuzga y oprime, y que encarnan el presidente de la  República, las mayorías del congreso y la justicia proclive al marxismo  y a la insurgencia guerrillera, son la antítesis del nuevo partido.

Entonces a toda la militancia del Centro Democrático, empezando por sus jerarcas, precandidatos, adalides y figurones, se les ha de exigir consecuencia y congruencia con esos postulados ideológicos prístinos, claros y evidentes.

Quien se aparte de ellos, aunque le pese a todo el mundo, no representa legítimamente al Centro Democrático y no puede pretender el respaldo electoral.

Al régimen FARC-SANTOS no se le puede hacer concesiones, ni darle márgenes de operación; no tiene la más mínima credibilidad. El colombiano de a pie aun no se ha repuesto del robo descarado que  Santos y sus cómplices le infringieron cuando, por ingenuos, los líderes del NO en el plebiscito festinaron el triunfo tan dolorosa y duramente obtenido.

Los acuerdos de La Habana no nacieron y, por tanto, no pueden ser objeto de transacciones, ni de renegociaciones.

Si la oposición democrática al régimen obtiene la victoria, en mayo próximo, y se logran las mayorías necesarias en el Congreso, para que haya gobernabilidad y nazca una nueva República, no hay que pensar más en una paz fementida, construida sobre el quebrantamiento vergonzoso de la sociedad y la impunidad rampante.


sábado, 27 de mayo de 2017




EL DERECHO Y LA LEY,  MERAS REMEMBRANZAS

Por Peloecaña

Voy a referirme a dos ramas del Derecho Público. El Derecho Constitucional y el Derecho Penal, no con intención académica sino más bien didácticas o, si se lo prefieren mis amables lectores, con ánimo informativo, ya que no todos tenemos el infortunio actual de ser abogados.

Todo este preludio para manifestarme adolorido por el estado de cosas que hoy vive la sociedad colombiana, gracias a quienes detentan el poder en todas su manifestaciones.

La Constitución Política de Colombia hoy no es sino la evocación de un pasado no tan lejano, pero desesperanzadoramente añorado por las gentes de bien, no obstante que la Constitución de Caro y Núñez fue un hito absolutamente superior a la del 1991, por la que hoy todos entonamos un requiem doloroso y un miserere más intenso.

Quien iba a pensar que dos de los más connotados figurones del episodio que empeoró la Constitución de 1886,  César Gaviria Trujillo y Humberto De La Calle Lombana, fueran los responsables de la exhibición por las calles de ciudades, pueblos y veredas de la Patria del cadáver insepulto de su obra magna.

Los ilustres constituyentes de 1991, muchos  de los cuales están vivos, fueron reemplazados por el estado mayor de las FARC, cuyos alamares son voluminosos prontuarios delictivos y que emulan con la ignorancia, la desfachatez y la incuria de los epígonos del régimen.

El Título I De los Principios Fundamentales, artículos 1º a 10º, inclusive , de la Constitución ha sido convertido en letra muerta, por el pelele que las FARC tienen en la Presidencia, por las mayorías del Congreso y por las Altas Cortes y la Rama Jurisdiccional, que de vez en cuando se percatan de que Colombia es un Estado Social de Derecho.  

A algunos quijotes se les dio por prescribir el texto del artículo 11º constitucional, que a la letra dice: "El derecho a la vida es inviolable. No habrá pena de muerte." 

Pero hay otros todavía más locos, los redactores de las normas del Código Penal Colombiano que cuando definieron las conductas punibles únicamente dejaron constancia del elemento general: "el que", mate a otro; trafique con sustancias prohibidas; provoque o mantenga estado de zozobra o terror en la población, manteniendo esas premisas como norma elemental de  tipicidad universal.

Los autores y redactores  de esas normas así concebidas, fieles a lo aprendido de sus maestros en la Facultad de Derecho, de las opiniones de los doctrinantes y de las enseñanzas de la jurisprudencia, no podían actuar de otra manera, por eso expidieron normas de carácter impersonal, general y abstracto y, también por eso, no distinguieron cuando el sujeto activo del delito fuera guerrillero, paramilitar, de las bacrim, personas investidas de autoridad o personas del común.

No podían actuar de manera diferente, so pena de incurrir en conducta de lesa humanidad; no podían hacer distinción de acuerdo con la tendencia ideológica del delincuente, o sus preferencias políticas, sin que fueran previamente señalados como voceros del sistema o de los guerrilleros de la mesa reunida en La Habana.  

En ese orden de ideas, quienes por fuerza de la moral y de la ley tienen la obligación de preservar la institucionalidad, la juridicidad de la República no lo hacen, a sabiendas de que están violando esos valores, sin duda son también reos contra la paz de todos los asociados.  

Aunque las FARC y el Estado, del que son cabezas visibles, Santos, De La Calle, todos los ministros, los parlamentarios de la Mesa de Unidad Nacional y los jueces que fallan en política y no en derecho, con la complicidad de los medios y gremios enmermelados y lentejos, la jerarquía eclesiástica católica, se empeñen en sacrificar la normatividad vigente, con la disculpa fementida de que lo hacen por la paz, todos, sin excepción, son traidores a la Patria y a la sociedad de la que son parte.

Permítanme cerrar este escrito, citando un canon de la Constitución moribunda: "Artículo 6. Los particulares solo son responsables ante las autoridades por infringir la Constitución y las leyes. Los servidores públicos lo son por la misma causa  por  y por omisión o extralimitación en el ejercicio de sus funciones”.


sábado, 20 de mayo de 2017



EL PRÓXIMO DEBATE ELECTORAL

Por Peloecaña

 Se aproxima a pasos implacablemente rápidos la hora de las definiciones para todos los partidos y movimientos en cuanto a la escogencia de candidatos a la Presidencia de la República y al Congreso Nacional.

La estrategia de posponer la nominación de las personas insignias para ser opción y alternativa de poder y buscar el respaldo popular para sus nombres hay que cambiarla, por lo menos en cuanto hace a los señalados en representación de La Gran Alianza por Colombia o Gran Alianza Republicana, o el apelativo  que crean que es el  mejor para aumentar la audiencia y el compromiso de los electores, no puede ser la tradicional, ni es válido el cálculo del misterio y la elucubración, por el temor a la práctica corrupta de judicializar a los elegibles que utiliza el régimen, para eliminar contendientes.

Ya no vale el temor de que se repita la suerte que corrieron los doctores Andrés Felipe Arias Leiva y Luis Alfredo Ramos Botero; los ciudadanos estamos obligados a impedirlo y a no permitir que tan vergonzosa afrenta a la democracia sea recurrente.

Por eso es perentorio el plazo que tienen los voceros de las corrientes de opinión que conforman la alternativa democrática, contraria a la izquierda marxista y al régimen vergonzoso de la trinca Santos-guerrilla, y es urgente la escogencia pronta  de los candidatos que tengan la suficiente aceptación y credibilidad, sabiduría y probidad, para la Presidencia y Vicepresidencia  de la República y para conformar el Congreso Nacional.

Si a esas dignidades llegan los mejores ciudadanos, no habrá temor de infiltrados, ni de tibios, ni de candidatos con recónditas taras o indignidades.

Por eso para acertar no son suficientes las meras ganas de los aspirantes; ellos han de tener méritos evidentes y probados, están obligados a  ser dueños de currículum personal  con superávit de calidades intelectuales, morales y políticas en el mejor de los sentidos. No basta con tener excelentes padrinos y éstos se abstendrán de ejercer tal padrinazgo a favor de quien no lo merezca.

Es bien sabido que algunos notables no renuncian a la tentación de ejercer el poder por interpuesta persona y en cuerpo ajeno; ésta no es su hora. Colombia necesita de sus mejores hombres para afrontar con éxito el reto del momento y para superar la crisis que padecemos.

Los precandidatos de todos los partidos y corrientes de opinión que integren la Gran Alianza por Colombia deben asumir el compromiso solemne de respetar la decisión final y los no escogidos se obligarán, por honor, a trabajar sin desmayo y con entusiasmo para obtener la victoria final, porque el triunfo será suyo propio.

Una fórmula presidencial victoriosa, sin el acompañamiento de un Congreso solidario y comprometido con el programa presidencial ganador, significará una victoria pírrica, inocua, intrascendente y  lamentable.

Sugiero que los precandidatos no escogidos sean incluidos en los lugares de vanguardia de las listas para Senado y Cámara, y que sean los líderes de todos los sectores de opinión que integren la gran coalición las cabezas de lista en cada segmento que representen.

Al comienzo digo que hay que cambiar la estrategia tradicional de motivar a los electores; por eso propongo que hay que promocionar el antivoto; es decir, que en las ciudades, pueblos y carreteras de la Patria, mediante vallas, pasacalles, hojas volantes, mensajes emitidos a través de las redes sociales,  hay que invitar a que el ciudadano emita un voto de castigo, contra los candidatos que ya demostraron con quien es su compromiso: con el régimen santista, con el ascenso al poder de la guerrilla, con la desinstitucionalización de Colombia.

Por ejemplo, en el Valle del Cauca hay que invitar a no votar por Roy Barreras; pero sí a votar fervorosa y copiosamente por Carlos Holmes Trujillo.

En Santander debe haber mensajes que invitan a no votar por Horacio Serpa; pero sí a ungir a Alejandro Ordóñez Maldonado.

En Caldas, a no votar por Humberto  de la Calle y Lizcanito; pero sí por el Senador Mejía y por Fernando Londoño Hoyos, y así en cada departamento y circunscripción electoral.

En Bogotá, a no votar por el cenador que se peda; pero sí con fervor y abundancia por María Fernanda Cabal.




jueves, 18 de mayo de 2017








EL RESPALDO DEL DR. URIBE Y DEL CENTRO DEMOCRÁTICO AL ALCALDE ENRIQUE PEÑALOSA LONDOÑO

Por Peloecaña

Mal parado queda el Director del programa radial La Hora de la Verdad, después de la noticia publicada en la edición electrónica del diario El Tiempo de hoy 18 de mayo, en horas de la tarde, con foto a varias columnas y a colores, en la que aparece el Centro Democrático  y su plana mayor, encabezada por el Dr. Álvaro Uribe Vélez, las representantes María Fernanda Cabal y Tatiana Cabello, los concejales Diego Molano y Diego Devia y varios ediles de la ciudad, con el Alcalde Peñalosa y parte de su gabinete, para "manifestarle su apoyo a los proyectos que está desarrollando en la ciudad y su rechazo al proyecto de revocatoria que está en curso en el Consejo Nacional Electoral."

La credibilidad de las personas,  y máxime cuando se trata de personajes públicos, es directamente proporcional a la congruencia entre lo que se dice profesar o creer y los actos que sustentan esa actitud.

Para nadie es un secreto el odio visceral irrevocable que el Dr. Fernando Londoño Hoyos siempre le ha profesado al alcalde capitalino, odio que nunca ha sido escondido o disimulado; por el contrario, siempre  notoriamente manifiesto e in crescendo, y de cuyos orígenes los oyentes de La Hora de la Verdad jamás nos hemos enterado, y que nos ubica en los terrenos de las especulaciones, o de las ciencias esotéricas y en el campo de los arúspices, todos sin bola de cristal.

La cábala más repetida es la sostenida por algunos, según la cual la causa del sentimiento primario de odio obsesivo compulsivo del Dr. Londoño, contra el burgomaestre bogotano, es la pretensión del mandatorio, durante su primer gobierno,  de trazar y construir la prolongación de la avenida 15, de la calle 127 hacia el norte, por predios del Country Club. No me atrevo a aceptar ese motivo de animadversión como causa causarum.

La verdad verdadera es que la actitud del Dr. Álvaro Uribe Vélez y su corte centro-democrática es diametralmente opuesta a la del Director Honorario y Emérito de ese partido, en este caso concreto, el asumido por los contendientes en pro y en contra del bienhallado alcalde Peñalosa.

No dudo que Dios, en su infinita bondad, iluminará a uno de sus más fervorosos hijos, el Dr. Londoño, para que reciba con humildad franciscana la desautorización a su actitud sañosa y asuma el disenso de su jefe de ayer, de hoy y de siempre.

No veo al Dr. Londoño de regreso a su Partido Conservador, para jurar bandera y velar armas bajo los auspicios de otro de sus grandes odios, el Dr. Andrés Pastrana Arango. 

Esos golpes tan rotundos y contundentes no han de borrarlo de la lucha política; no, él ha sido valeroso hasta la osadía ilimitada y todos los días da prueba de ello; inteligente en grado sumo; sabio como el que más, y sabrá asimilar el golpe, para bien de Colombia y de la decencia y la probidad en el ejercicio de la política. En este momento, el palo no está para cucharas.


Hago mías las palabras del augusto leopardo, Dr. Ramírez Moreno, a raíz del conflicto, con el Perú: "Paz en el interior y guerra en las fronteras."