viernes, 31 de mayo de 2019







EL ACUERDO SOBRE LO FUNDAMENTAL


Por Peloecaña

Hoy, 31 de mayo de 2019, antes de las 7 a.m., cuando el doctor Jaime Castro dijo que la solución a los problemas de mi adolorida Patria estaban a la mano, y no era nada distinto a darle vigencia a las propuestas del Dr. Álvaro Gómez Hurtado, que estaban consignadas en su ACUERDO SOBRE LO FUNDAMENTAL, no lo podía creer, me ericé, se me puso la piel de gallina; reconfirmé que las ideas no se asesinan, así los inductores del magnicidio hayan sido los más notables exponentes del régimen que había que derrocar.

Pues bien. Permítanme entregarles una apretada síntesis del ACUERDO SOBRE LO FUNDAMENTAL, expuesto, de manera magistral, por su autor, el 13 de diciembre de 1989, en el Hotel Tequendama de Bogotá.

Acuerdo sobre la ley:

"La ley que en la democracia es el resultado del consenso, es el elemento inventado por el hombre para conseguir la convivencia. Si la ley es justa debe ser acatada y todos los conflictos se resolverán a través de ella."
(…)

"La ley debería recuperar su condición sacrosanta. Cada vez que se acate, ello significa un afianzamiento institucional. La ley injusta no debe prevalecer. Hay que derogarla para que, por contagio, no malogre el sistema jurídico de la nación."

(…)

"El grave mal que ha impedido que la política consiga la paz es la transacción sobre la ley. La interpretamos y practicamos con lenidad, haciendo méritos individuales  a costa del patrimonio social. Hay un mercantilismo legal. Los gobiernos y los partidos pretenden conseguir posiciones de avanzada transando sobre la vigencia de las disposiciones jurídicas. Entregan lo ajeno a cambio de merecer elogios."

Acuerdo sobre la moral:

"La moral se puede recuperar. De hecho y tras estrepitosos períodos de corrupción, la virtud vuelve a imperar sobre las sociedades."

(…)

"Estamos en el momento de intentarlo. El nivel ético del país ha descendido tanto que se convierte en un motivo diario de pesadumbre. Se necesita temple para no llorar."

(…)

"Hemos llegado a ese punto, por no ejercer la sublime capacidad del hombre de juzgar lo bueno y lo malo."
(…)

"Las gentes de bien deben exigir el restablecimiento de la moral en el país. Ello no puede provenir del Congreso que no está dispuesto a una autocrítica; tampoco saldrá de los partidos. No hay quien se arriesgue a perder los votos y el apoyo de la complicidad delincuencial."

(...)

"Quisiera poner mis esperanzas en este punto  del Acuerdo Sobre lo Fundamental, porque tengo fe en nuestra raza y porque acaso  no hay otro camino para la restauración."

Acuerdo sobre la justicia:

"Preservada la integridad de la ley y respaldada por un amplio consenso moral, vendría ahora la recuperación de la justicia. Desde hace años he predicado que la sociedad necesita este servicio público antes que todos los demás. Encontré siempre la creencia, no explícita, de que la sociedad podía acomodarse dentro de la impunidad. De ahí que se tolerara la decadencia del sistema judicial, abandonando los jueces a su propia suerte, se aceptara el leguleyismo como una expresión inevitable de la administración de justicia y se otorgara a los funcionarios de ella el dudoso privilegio de no fallar."

(…)

"Para recuperar la justicia hay que vencer situaciones creadas que se defienden con tenacidad. Hay costumbres perniciosas establecidas de tiempo inmemorial. Se requiere dinero que debe tomarse valerosamente de otros gastos del Estado. Y, además, poner a prueba el temple de nuestros jueces para que vuelvan a representar la majestad del Estado y no sigan empujados hacia la situación degradante de ser un simple gremio."

Acuerdo sobre el modelo económico:

"Los partidos han abandonado el territorio de la economía. No se han dado cuenta  de que es ahí donde está el futuro de la acción política, porque es donde se puede conseguir la redención social."

(…)

"Los grandes bloques nos han dejado por fuera. Los capitales están siendo solicitados  con mejores halagos en otras latitudes. Y si no nos erguimos como un país dispuesto a correr riesgos y conquistar oportunidades internacionales, nos condenaremos a tener frente a nosotros  una edad oscura, un siglo  de miseria y de africanización."

(…)

"El cambio de modelo tiene que destruir situaciones creadas. Y provocará resistencias."

(…)

"Y debería conseguirse el asentimiento de las fuerzas laborales, en primer término, para que entendieran la posibilidad de progreso social que existe en esta indispensable aventura del crecimiento."

Acuerdo sobre la ecología:

"Hoy el apremio por sobrevivir no nos deja destinar energías  a la preservación del medio ambiente, al mantenimiento de nuestras fuentes de agua, al resguardo de nuestros bosques, a la conservación de los suelos. Todos estamos girando sobre el futuro sin que nadie se atreva a proponer un gasto que beneficie las generaciones venideras...Pero ya los efectos  devastadores  de nuestra ocupación territorial se están sintiendo y deberíamos propiciar inversiones internas y externas que no solo nos mantengan el ámbito vital, sino que por proyectarse hacia el futuro, pueden justificarse económicamente."

¡Cuánto tiempo perdido y cuánta ceguera! No lo dejaron ser Presidente, por ser el hijo de Laureano Gómez, y Colombia entera está pagando ese sectarismo hirsuto y rampante y, sin embargo, si fue primer mandatario uno de los inductores de su asesinato; e ingenuos e irresponsables elegimos al más inepto y corrupto de todos, el sobrino del Tío y el nieto de Calibán.










viernes, 24 de mayo de 2019






DE   LAS  DISIDENCIAS Y OTRAS PERLAS

Por Peloecaña

Atendiendo obligante solicitud de uno de mis generosos lectores, aboco el tratamiento de este tema, haciendo énfasis en la obligación personal de acertar y escribir lo pertinente.

Las FARC, guerrilla marxista leninista, terrorista y violadora consuetudinaria y perenne de todos los derechos humanos, de la Constitución y la Ley, de los Tratados Internacionales que Colombia ha suscrito y que, por ende, está obligada a cumplir sin rodeos ni disculpas, y de ñapa los primeros narcotraficantes conocidos, está metida en camisa de once varas, gracias a la irresponsabilidad y felonía de Juan Manuel Santos y todos sus áulicos.

Nacen las FARC como una secuela de la violencia liberal-conservadora, morigerada con el pacto suscrito entre los más destacados jefes de los dos partidos, que se conoce como "el Frente Nacional".

En el año de 1959, bajo el mandato de Alberto Lleras Camargo, el gobierno norteamericano comienza una labor de apoyo al gobierno colombiano, y se producen las primeras acciones para contener la violencia guerrillera.

En el año de 1964, cuando gobernaba el Presidente Guillermo León Valencia, empieza a hacer su irrupción en Colombia el izquierdista Ejército de Liberación Nacional, ELN, patrocinado y apadrinado por la revolución cubana. 

En el mismo año, otras guerrillas comunistas se agrupan después del ataque institucional a los cuarteles de la insurgencia asentada en Marquetalia, y conforman el "bloque sur", dirigido por el tristemente célebre tirofijo.

En 1966, año de la transición del Gobierno del Presidente Valencia al del Presidente Carlos LLeras Restrepo, el "bloque sur"  deja ese  nombre para identificarse con el de Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC; desde entonces, hasta hoy, han transcurrido 53 años de depredación, terror  y muerte, sin que en ese lapso hayan tenido nunca la más mínima intención de paz ni de cambio positivo; sólo los mueve el afán mezquino de acceder plenamente al poder, utilizando para ello todos los medios de lucha.

Todos los gobiernos han combatido la insurgencia, con mayor o menor énfasis, salvo el del Presidente Belisario Betancur, que los amnistió, fortaleció y prohijó.

En el gobierno de Alfonso López Michelsen, mediante una contraorden suya, dada al General Valencia Tovar, se salvó al ELN de su exterminio definitivo, y ahí lo tenemos cometiendo actos terroristas, asesinando militares y secuestrando y, en contubernio vergonzoso aliado con Nicolás Maduro, conspirando contra la institucionalidad colombiana y defendiendo el statu quo estatal venezolano, en detrimento de todos los habitantes del hermano país.

El más vergonzante y oprobioso  Presidente de Colombia, en toda su historia, Juan Manuel Santos Calderón, como supérstite de la FARC, les dio entidad y las exaltó a cimas, que nunca imaginaron y, como consecuencia de ese tratamiento vil y artero, esta patria adolorida y lacerada sufre y soporta toda la ignominia guerrillera, que país alguno en el continente, nunca antes,  haya padecido.

Santos, consecuente con su mote de "Guerrillero del Chicó", mandó para Cuba a su séquito de incondicionales, con Humberto de La Calle a la cabeza para que, a nombre suyo y de igual a igual, con las FARC, previo acuerdo clandestino, suscribieran un pacto que llamaron "Los Acuerdos de La Habana", que consignaron la rendición humillante e indigna de las instituciones de la nación, la patria y el país.

Y en un alarde de cinismo, prevalido de la prepotencia del poder, acudió al pueblo, para que con su voto refrendara ese acuerdo letal; pero, ¡oh sorpresa! el instinto de conservación prevaleció y la mayoría dijimos NO a los Acuerdos de La Habana; es decir, ese engendro no tuvo vida, no pasó de ser un feto.

Pero nos faltaba la sorpresa final, el puntillazo. Los adalides del triunfo del NO asistieron a Palacio y, sin personería otorgada por alguien, festinaron el triunfo popular, y "el Guerrillero del Chicó", ladino como siempre, le dio vida a los acuerdos frustrados, no natos.

Y esa festinación trajo, como consecuencia, una nueva desgracia, la JEP. Una justicia sobre medidas, diseñada y confeccionada para exaltar, una vez más, la impunidad y el accionar guerrillero.

En ninguna sociedad del mundo donde esté ausente la justicia pronta y cumplida habrá paz.

Hoy, los más encumbrados jefes guerrilleros hablan de disidencias, para evadir responsabilidades que saben no son evadibles y, repitiendo el lavatorio de Pilatos, pretenden continuar sin manchas de sangre en sus manos.

La guerrilla de las FARC está diseminada por toda la geografía colombiana, igual que hace décadas; la única disidencia suya tiene curul propia en los salones y recintos del Capitolio. 





















































































































































































  













































martes, 21 de mayo de 2019





MARIA  FERNANDA CABAL MOLINA

Por Peloecaña

La política colombiana siempre ha tenido mujeres excepcionales, que la han ejercido con protagonismo relevante y que, sin duda, han dejado huella imborrable en toda nuestra historia. 

La lista es larga y en ella aparecen figuras fulgurantes en todas las épocas de nuestro devenir histórico, desde los albores de la independencia hasta nuestro días y, en esa pléyade de mujeres notabilísimas, las hay militantes de distintas ideologías y partidos; con algunas de ellas comulgamos con satisfacción y orgullo, y de otras nos reservamos el derecho a disentir.

En la lid democrática contemporánea hay una dama, que rutila con luz propia, por sus dotes excepcionales, por su solvencia moral, por su solidez académica y por su talante único, que la han llevado a ser siempre protagonista y jamás supérstite ni segundona. Ejemplar su osadía y audacia y admirable su congruencia y su sindéresis y su firmeza de carácter.

Sus virtudes que ahí están, abiertas, evidentes, patéticas, la hacen controvertible y polémica, pero nunca indiferente a los ojos de la opinión.

María Fernanda Cabal Molina, mujer de hermosura plena, por dentro y por fuera; de recia contextura académica; de empenachada solvencia moral; de valor indeclinable, como Juana de Arco, o Policarpa Salavarrieta, que ancla sus opiniones siempre en roca inconmovible, anclaje que le permite soportar temporales y embates de tormenta,  por la realidad de sus decires, nunca modifica sus puntos de vista, no por terquedad u orgullo mal fundado, sino porque la asiste la fortaleza implícita en la verdad verdadera.

Dicen que las comparaciones son odiosas, pero hay circunstancias en las que comparar es inevitable, para realzar más la razón de la prominencia de una idea.

Si, de manera desprevenida y justa, observamos el panorama político nacional vamos a toparnos con la realidad incontrastable de la existencia afortunada y el protagonismo evidente de María Fernanda Cabal, quien, sin pretender ni buscar preeminencia alguna, está siempre en la cima del diario devenir del medio en el que le corresponde actuar.

Nunca a ella le cabe la sentencia apocalíptica: "porque eres tibia te vomito". Es solo ardentía y de la mejor.

Sus ejecutorias son su mejor carta de presentación ante adeptos y detractores; siempre ha cumplido las responsabilidades que en buena hora decide asumir, y se distingue por su objetividad meridiana y su sindéresis ejemplar. Siempre será confiable, su alma no tiene pliegues ni sinuosidades.

Por lo anterior, considero, con la confianza que da la certeza de atinar, que ella, María Fernanda Cabal Molina, es una de las reservas morales, intelectuales y políticas  más promisorias de Colombia.

Sin duda supera, con clarísima ventaja, a todas las que ejercen la nobilísima empresa de buscar el bien común y la realización del interés general, por encima de cualquier apetencia personal o individual.

Ojalá los colombianos, a quienes nos gusta intervenir en asuntos públicos  tengamos todos el sentido común para escogerla como la persona más calificada, para regir los destinos de esta patria lacerada, de este país descuadernado y de esta nación en trance de inviabilidad.

Que por primera vez en mucho tiempo sea la escogida por el ciudadano de a pie, y no por  caudillos que, reiteradamente, nos han convocado a equivocarnos.

Así como acertamos al elegir la Vicepresidente, que volvamos a tener éxito en la elección del primera mujer Presidente de Colombia.

Mujeres de mi tierra, ustedes tienen la llave para abrir esa promisoria puerta de auténtica paz, de maternal querencia, de sabiduría implícita que llevan todas  en el alma. En esa empresa apasionante, estaremos luchando hombro a hombro con la belleza de sus almas y la donosura de su espíritu, para que Colombia sea mejor. Bien vale la pena.

¡Que viva el matriarcado!