viernes, 25 de septiembre de 2020






LAS  INFERENCIAS

Por Peloecaña

Los expertos en la materia infieren que la inferencia implica una conclusión después de analizar unos hechos.

Entonces, la certeza de la conclusión depende de la rectitud y profundidad del análisis que nos lleve a un resultado.

En estos días, por ejemplo, algunos jueces dicen haber inferido un resultado, que les ha permitido aceptar la inocencia de Iván Cepeda y la culpabilidad del Dr. Álvaro Uribe Vélez y a esa inferencia han llegado por el camino sinuoso y preconcebido, porque lo que quisieron siempre fue inferir, sin la más mínima observancia de las elementales normas de la lógica, donde el estudio de las premisas nunca se hizo, porque no había para ellos sino una conclusión previamente determinada.

Voy a ensayar una inferencia de la credibilidad del impoluto senador Iván Cepeda.

Está demostrado y probado que el nombrado congresista es, por lo menos, proclive en grado superlativo a la guerrilla de las Farc.

Es un hecho también de dominio público, que el padre de ese parlamentario fue militante del Partido Comunista Colombiano y, por ende, correligionario de la insurgencia comunista; no en vano un frente de las Farc lleva su nombre: Manuel Cepeda Vargas.

También es sabido  que en Colombia la militancia partidista se hereda, con más posibilidades,  si el causante fue asesinado por su militancia; entonces, el senador Iván Cepeda no solo es comunista, por herencia, sino por convicción nacida del resentimiento y es eso  tan cierto que fue elegido al congreso por el  Frente Democrático Alternativo, que no es ninguna disidencia de ningún partido tradicional; es un partido filial de la izquierda marxista colombiana, y nunca lo ha ocultado ni disimulado.

Es decir, que las Farc e Iván Cepeda son, sin duda, correligionarios visibles, y esa identidad ideológica nunca la han negado ni puesto en duda.

Sigamos construyendo el silogismo.

Las Farc y el desgobierno de Juan Manuel Santos Calderón programaron sus diálogos en Cuba, a cuatro manos redactaron los temas de discusión y, previamente, habían pactado el acuerdo final.

El trámite de esa negociación fue una pantomima, solo ejecutada para guardar las apariencias y para justificar unos emolumentos a cancelar que devengaron los negociadores.

Después de la vergonzosa entrega, por impúdica, del triunfo del NO en el plebiscito del 2 de octubre de 2016, lo pactado en los acuerdos de La Habana empezó a producir su cosecha: curules para el terrorismo guerrillero de las Farc en el parlamento colombiano, sin elección, ni participación democrática; justicia a su medida para la insurgencia, y plena impunidad para todos los violadores reiterados del Derecho Internacional Humanitario.

Los congresistas nacidos de los acuerdos espurios, impávidos, acudieron a los estrados de la justicia preconcebida para declararlos libres de toda culpa y responsabilidad, y no tuvieron ningún reparo para decir, ante sus jueces encubridores y ante el mundo, que no habían reclutado menores, de los cuales muchos fueron violados y atropellados todos sus derechos, versión mentirosa a todas luces, y avalada por su copartidario Iván Cepeda.

Conclusión: Si los jefes políticos del senador de marras, mienten impávidos ante la faz de la tierra, ¿por qué no lo hace su subalterno, ante la Suprema Corte de Justicia, y más si tenemos todos certeza de que los que hacen inferencia judicial para sustentar sus fallas, antes que fallos, pertenecen  todos al mismo colectivo de mentirosos irredentos, comunistas, marxistas leninistas?

Esta inferencia, que aquí hago, se ciñe a las más elementales  normas de la lógica del silogismo.

Premisa mayor: Si las Farc son comunistas y mentirosas.
Premisa menor: Si Iván Cepeda es de las Farc y comunista. 
Conclusión: Iván Cepeda también es mentiroso.










jueves, 24 de septiembre de 2020






DESTÉTESE MARIA JIMENA 


 Por Peloecaña

 Leí, por mi condición privilegiada de tener acceso a medios cibernéticos de comunicación, la última columna de María Jimena Duzán, antes Galvis, titulada "Destétese Iván".

La leí, con mucha expectativa creyendo, iluso, que iba dirigida a Iván Cepeda, para que se apartara de la ubre guerrillera, de la que siempre ha mamado; no, me estaba equivocando de manera contundente y rotunda.

Con mucho respeto y consideración, por su mera condición de mujer, quiero anotar que es María Jimena, quien debe destetarse de esa dieta llena de odio visceral ominoso, que la hace ser como es. Así como se cambió el apellido, debiera cambiarse el nombre, porque no le hace ningún honor ni a la madre de Jesucristo ni a la esposa de Don Rodrigo Díaz de Vivar.

Si mal no recuerdo, su inquina personalísima hacia el expresidente Uribe nace de la negativa que él le dio a su solicitud de respaldarla, como Presidente, para que fuera jefe de prensa del Senado de la República. Si estoy equivocado, desde ya, le presento disculpas.

La lactancia a base de sentimientos de rencor y odio profundo no solo producen la marchitez de la belleza física, sino que afean gravemente la del alma y del espíritu, y obnubila la capacidad de conocer la verdad, dado que esos padecimientos estrechan gravemente la conciencia e impiden el razonamiento normal y objetivo.

¿Qué siente Jimena cuando hace un parangón profesional con sus colegas Vicky Dávila y Salud Hernández? Acudiendo a Tomás Kempis, "No soy más por que me alaben y ni menos por que me vituperen: Lo que soy eso soy"; debo recordarle a la comunicadora, motivo de este mensaje, que ella y el Dr. Uribe solo son lo que son, ni más ni menos.

Para terminar, gracias María Jimena por no ser conservadora; donde está es su lugar adecuado, al lado de Samper, Serpa, Santofimio, Montealegre, Perdomo, Juan Manuel Santos e Iván Cepeda, de Gustavo Petro y Claudia López.