Por Peloecaña
Empiezo esta nota citando una frase de Sir
Winston Churchill, apesadumbrando por los resultados de las primeras batallas
entre Alemania e Inglaterra, que fueron fracasos sucesivos del ejército británico
frente a la acometida de Hitler, sobre ese gran país.
No hay duda de que las huestes dignas y
civilistas colombianas hemos padecido desde las elecciones presidenciales de
2010 una serie de derrotas ininterrumpidas de nuestra contraparte, el régimen
de las cuatro eses: Santofimio, Serpa, Samper, Santos, el doble de funesto de
lo que fueron los servicios secretos del nazismo, la SS, para los judíos
y los alemanes ajenos al régimen, que de verdad fueron contados y para todo el
mundo.
Las elecciones presidenciales de 2010
fueron la primera derrota para Colombia, y de esa responsabilidad no podemos
salvarnos muchos de los que votamos por el candidato presidencial dizque
de la Seguridad Democrática.
Después, ensartadas como en un rosario de
chaquiras, en sucesión ininterrumpida, en todos los eventos electorales hemos
sido derrotados; unas veces por la apatía ciudadana, otras veces por la
compraventa de votos, y siempre con la anuencia del poder de la Registraduría,
que elección tras elección escruta a su amaño la voluntad popular,
para confirmar ese aforismo tramposo y vergonzante que reza: "El que escruta elige". Ese es
el poder corruptor del establecimiento.
Han trascurrido seis (6) años de llanto y
queja, lamentándonos de nuestra propia incapacidad para sacudirnos del yugo
oprobioso del santismo y sus áulicos, sin haber asumido las riendas de
nuestro destino.
Nos derrotó el régimen con un candidato
quinta columnista, un auténtico caballo de troya que los amigos del régimen,
incluidas las FARC, dejaron a la puertas de la ciudad fortalecida de la
democracia, que con tanto esfuerzo y sacrificio habíamos logrado, bajo la
batuta maestra del Dr. Uribe.
Infiltrado el Ministro de
Defensa en el Gobierno de la Seguridad Democrática, después de haberse
sacudido de la excelente opción que representaba el Dr. Andrés Felipe Arias
para Colombia, Juan Manuel Santos Calderón dio pruebas fehacientes de sus
habilidades de tahúr y le ayudaron en este embuste dos mujeres que
aceptaron ser sus calanchines, la Fiscal General de entonces y la candidata
conservadora, escogida con los votos santistas, y, desde luego, la justicia politizada eliminó de
la competencia por la candidatura presidencial al Ministro de Agricultura de
Uribe, quien le entregó la opción de ser elegido al más traidor de todos los traidores
que en Colombia han sido.
Continuaron los reveces electorales para
los amigos de la Seguridad Democrática; algunos conservadores y liberales
pensantes fundaron un nuevo partido, el Centro Democrático, y esta nueva
agrupación política, a pesar de la descarada vergonzosa participación de la
maquinaria oficial y de la sesgada intervención, nuevamente, del Poder
Electoral, logró elegir un número bien importante de parlamentarios, en cuya
bancada, sin duda, están los mas sabios y probos.
Vinieron nuevamente las elecciones
presidenciales; Santos aspiró a la reelección; su Ministro de Hacienda
consolidó el poder corruptor de las prebendas cuando anunció que habría mermelada para toda la tostada, y el presidente en ejercicio, una vez
más, se deshizo de su máximo contendiente, el Dr. Luis Alfredo Ramos Botero,
quien injustamente aún está privado de su libertad, desde luego, con
nuevos calanchines, el Gobernador de Antioquia, el Fiscal opita y los jueces
corruptos y políticos.
¡Qué ironía!, los protagonistas todos de la
tragedia política son todos antioqueños; por un lado, Andrés Felipe Arias
Leiva, antioqueño de todo el maíz, víctima de la felonía de su paisana y
copartidaria, Nohemí Sanín Posada, paisa de todos los fríjoles, y luego,
otro montañero insigne, Luis Alfredo Ramos Botero, también víctima de
las calumnias de su sucesor en la Gobernación de Antioquia.
Y ¡oh casualidad! un único beneficiario:
Juan Manuel Santos Calderón.
Y la secuencia de derrotas no para; la
penúltima, el 26 de septiembre último.
Después de la próxima, el 2 de octubre,
también fraudulenta, debe venir la marcha triunfante hasta la victoria final:
la elección del próximo Presidente de Colombia y la designación de un Congreso
afín con sus ideas y programas, que le permitirá la gobernabilidad en beneficio
de toda la Nación, todo el País y la Patria entera. Lo demás vendrá por
añadidura.
Pero para saborear la victoria final,
hay que pasar página.
Necesitamos dejar la retórica reiterada de
desprestigio al adversario, como única formula política, que a la larga se
convierte en publicidad política gratuita.
Viene ya, inmediatamente, la puesta en
marcha del diseño de la estrategia y la táctica que nos dé la hasta
ahora esquiva victoria final. Ningún dirigente, jefe o adalid, por prestante
que sea, aislado y en solitario, es garantía cierta de la culminación exitosa,
que tanto necesitamos, esperamos y reclamamos.
Convocamos a todos los llamados a dirigir
la batalla final, Doctores Alvaro Uribe Vélez, Andrés Pastrana Arango,
Alejandro Ordóñez Maldonado, Marta Lucía Ramírez, Carlos Holmes Trujillo,
Oscar Iván Zuluaga, Iván Duque, Francisco Santos, Fernando Londoño
Hoyos, Jaime Castro, Plinio Apuleyo Mendoza, Juan Lozano, al General
Harold Bedoya Pizarro, al Almirante Arango Bacci, al Coronel Luis Alfonso
Plazas Vega y, en general, a todos los colombianos, mujeres y hombres,
jóvenes trabajadores y gremios, campesinos, comerciantes e industriales,
parlamentarios, diputados y concejales que quieran impedir que Colombia caiga
en las funestas manos del marxismo, a todos sin excepción, a que se alisten
para luchar sin denuedo hasta la victoria final.
Invitamos a todos, a todos todos, a la
generosidad, a deponer intereses personalistas mezquinos, a sepultar el
hacha de la guerra y la antropofagia salvaje, a renunciar al uso del espejo
retrovisor y al agravio personal ofensivo y disociador. La salud de la Patria
lo requiere y el momento dificilísimo lo hace indispensable.
"DE DERROTA EN DERROTA HASTA LA
VICTORIA FINAL".
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